El futuro dice presente

El auspicioso presente del deporte juvenil argentino invita a mirar los próximos años con entusiasmo. Los golfistas Mateo Fernández de Oliveira y Ela Anacona, y la navegante Teresa Romairone relatan su experiencia y anticipan sus próximos pasos.

Mateo Fernández de Oliveira y Ela Anacona. Ambos se irán a estudiar y competir en Estados Unidos.

 

Abrirse camino en el escenario principal del deporte mundial no es fácil. Para nada. Cualquier disciplina requiere años de preparación, esfuerzos que en plena adolescencia cuestan muchísimo sacrificio, dejar de lado cosas que los amigos de toda la vida disfrutan a esa edad… Pero el premio puede ser grande, muy grande, y tan brillante como una medalla olímpica. Como las que obtuvieron varios chicos y chicas argentinos en los recientes Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, que ahora aspiran a pegar el salto y destacarse también en el universo de los mayores. Entre todos ellos, aquí entrevistamos a dos parejas que practican sendos deportes muy afines al sentimiento y al paisaje de Nordelta: el golf y el yachting.

Universidades y palos

Mateo Fernández de Oliveira y Ela Anacona ganaron la medalla de bronce en la competencia mixta de golf. Se conocen desde hace mucho tiempo, algo que fue vital para que lograran el objetivo de subirse al podio. Ela, de Escobar, describe un poco lo que vivió: “Fue algo inexplicable, lo que logró el país, los voluntarios…fue una satisfacción enorme, desde los programas que se hicieron con los atletas hasta la logística, la villa olímpica…Creo que se pudo formar el espíritu olímpico y el mundo pudo ver que nosotros podemos, que cuando nos unimos y todos trabajamos para algo recontra podemos hacer lo que nos proponemos. Estoy muy orgullosa de eso, significó mucho en mi vida y ahora tengo todas las ganas de seguir adelante, mejorando”.

Ela está terminando el colegio y el año que viene se va a ir a estudiar a la Universidad de Arkansas. Nunca jugó en la cancha de Nordelta, pero fue a ver Abiertos de la República disputados allí, la caminó y le pareció excepcional: “Tengo  compañeros que jugaron ahí y quedaron encantados, así que espero tener la oportunidad de conocerla”.

Por su parte, Mateo, de San Isidro, el año que viene se irá a estudiar a la Universidad de Texas, becado gracias al golf. Él sí jugó en la cancha de Nordelta y afirma: “Es la mejor del país, sin duda”.

Ela y Mateo con sus medallas olímpicas. Ambos aseguran que la cancha de Nordelta es espléndida.

Un camino dorado sobre el agua

En otra superficie, sobre el agua, sobresale Teresa Romairone, de Beccar. Obtuvo la medalla dorada en la clase Nacra 15 junto a Dante Cittadini, el abanderado de la delegación Argentina. “Fue una experiencia increíble, porque no estaba acostumbrada a competir en campeonatos con otras disciplinas y otros deportes, sino siempre con personas que navegan. Entonces llegar a la villa, ver a la gente de otras culturas y diferentes rutinas y con deportes tan distintos pero a la vez con tantas cosas en común, porque estábamos todos compitiendo por algo con mucha dedicación y esfuerzo, fue fascinante”, destaca. Y remarca la importancia que tuvo jugar de local: “Fue muy lindo, porque estábamos en la movida de los Juegos pasando por la calles que recorremos habitualmente. Ahora cada vez que veo el Obelisco me acuerdo de la ceremonia de apertura, que fue tremenda”.

Una de las cosas que más le gustó a la joven navegante fue la hinchada nacional: “Ver a tantos argentinos reunidos por el deporte fue súper lindo”. Así como la dupla de Santiago Lange y Cecilia Carranza se llevó el oro en Río 2016, Dante y Tere llegaron a lo más alto del podio en Buenos Aires 2018. “Más que haber ganado el oro, valoro el camino que recorrimos hasta obtenerlo, todas las personas que ayudaron, con mucho esfuerzo, y además fue muy divertido. Todo eso está materializado en esa medalla, agradezco mucho que se nos haya dado”, reflexiona, y finaliza: “Lo que mas me gustó de los Juegos fue la parte deportiva. Aprender a manejar los nervios y las presiones, tener que diferenciar cuándo distraernos con todo lo extradeportivo que iba sucediendo alrededor de nosotros y cuándo focalizarnos en las regatas en sí”.

Inolvidables vivencias y profundas enseñanzas que les servirán a estos chicos en la transición que pronto harán hacia las competencias de mayores, en las que esperan volver a dejar bien alta la bandera celeste y blanca.

Teresa Romairone y Dante Cittadini apuntan a llegar alto también en el yachting de mayores.

Una lesión no es caída

El gimnasta Fernando Martín Espíndola se lesionó durante la competencia. En su momento lloró, tanto por el dolor físico como por no poder mostrar su destreza. “Me dio mucha bronca no poder seguir… Me costó afrontarlo, pero fue lo correcto, y como muchas personas dicen, un tropezón no es caída. Así es el deporte, pero sigo con la cabeza en alto para todo lo que venga”, cuenta, motivado para lo que viene: “Apunto llegar a los Juegos de Tokio 2020, y creo que con una buena preparación todo se puede”.

El oriundo de San Nicolás, que obtuvo la medalla de plata por equipos mixtos en gimnasia artística, dice que se lleva muchísimo para aprender y reflexionar; cree que fue una gran experiencia: “Es una sensación inexplicable mirar a toda esa gente que viene a apoyarte… es una locura, te da millones de emociones positivas”.

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