En mayo comenzó la Bienal de Arquitectura de Venecia, focalizada en los desafíos que plantea el cambio climático para la disciplina. La muestra estará activa hasta noviembre, y dentro de sus 65 pabellones nacionales sobresalen los de Uruguay y Bahréin. Sus detalles.
El 10 de mayo comenzó la XIX Exposición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia, titulada “Intelligens. Natural. Artificial. Collective.”. La curaduría está a cargo del reconocido arquitecto e ingeniero Carlo Ratti, profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y del Politécnico de Milán. La cita está planteada como una reflexión sobre los desafíos arquitectónicos que plantea el cambio climático, promoviendo un enfoque multidisciplinario e intergeneracional.



La exposición se estructura en torno a tres ejes: Natural Intelligence, que explora el potencial inspirador de la naturaleza para desarrollar soluciones innovadoras; Artificial Intelligence, que analiza el papel de la tecnología y la inteligencia artificial en la arquitectura; Collective Intelligence, que subraya la importancia de la colaboración interdisciplinaria. Además está la sección “Out”, dedicada a la exploración del espacio como posible respuesta a los desafíos globales.
Son 65 los países que tienen sus pabellones nacionales, entre ellos Argentina. Hay cuatro que participan por primera vez: Azerbaiyán, Omán, Qatar y Togo. En ese contexto destacamos aquí dos pabellones: los de Uruguay y Bahréin, uno centrado en la omnipresencia del agua y el otro en la ola de calor extremo.
Uruguay
El pabellón oriental rioplatense se llama “53.86% Uruguay, Tierra de Agua” y destaca la gestión del agua como esencial para el futuro de la arquitectura. Explora la relación intrínseca entre arquitectura, territorio y agua. Con la curaduría de los arquitectos Ken Sei Fong y Katia Sei Fong, y el artista visual Luis Sei Fong, propone que la humanidad podría estar entrando en la era del agua, el “Hidroceno”, y que la forma de gestionar y conservar este recurso dará forma a su futuro. En este contexto, el proyecto destaca que el agua no solo es un recurso natural sino un elemento fundamental de la historia y cultura del país.
Los curadores señalan a la explotación del agua como un desafío central en materia urbana para los países latinoamericanos. Afirman que la arquitectura es un proceso complejo que involucra seres vivos, materiales y recursos, y el agua desempeña un papel crucial en cada etapa. Destacan el potencial de la arquitectura para abordar desafíos relacionados con el agua a través de infraestructuras que promuevan la conservación y la eficiencia, mientras contribuyen a un suministro estable de agua para el consumo humano, la agricultura, la industria y la producción de energía.
Estas posibilidades toman forma en el pabellón de Uruguay a través de una experiencia inmersiva. La instalación incorpora dispositivos sonoros y visuales, un pavimento artístico transitable y un paisaje de estuario, donde el agua dulce y el agua salada se encuentran durante una tormenta. Una fábrica de gotas actúa como un manantial invertido, donde amatistas, agua cristalizada de otro tiempo, flotan como gotas suspendidas y generan tensión volumétrica en un techo textil del que caen gotas reales. El goteo fue diseñado para hacer perceptible la gravedad, tanto literal como metafóricamente, ya que el agua que cae crea sonido al golpear contenedores metálicos. Proyecciones gráficas en las paredes complementan la instalación, presentando una narrativa abierta a través de entrevistas, fotografías, videos y obras de arte que configuran el discurso, permitiendo que el agua guíe la experiencia auditiva. De este modo, Uruguay se presenta como un espacio para la experimentación, repensando la arquitectura del futuro en un momento en que la gestión del agua y su valor simbólico son críticos para la vida.
Bahréin
El pabellón del Reino de Bahréin (un pequeño estado insular situado en el golfo Pérsico) fue premiado con el León de Oro por Mejor Participación Nacional de este año. Bajo el nombre de Ola de Calor, la exposición reimagina el diseño del espacio público, al explorar estrategias de enfriamiento pasivo arraigadas en las realidades climáticas y el contexto cultural del país. El objetivo del proyecto es ofrecer una respuesta arquitectónica especulativa pero fundamentada a la urgencia ambiental que moldea la vida urbana hoy en día.
Inspirado en la arquitectura histórica de Bahréin y reimaginado a través de estrategias contemporáneas, el diseño presentado en Venecia explora estrategias de enfriamiento pasivo al integrar un pozo geotérmico y una chimenea solar, conectados a través de un eje termo-higrométrico que enlaza las condiciones subterráneas con el aire exterior. Este eje define un espacio elemental y comprimido articulado por un piso modular y un techo suspendido, un volumen habitable que acoge a los visitantes mientras enmarca vistas curadas de su entorno.
El diseño del pabellón se define por un piso distintivo y un techo voladizo de dimensiones idénticas, sostenido por una única columna central. Diseñado como una unidad modular, el sistema permite una implementación escalable en diversos contextos urbanos.
Las conclusiones del estudio son especialmente pertinentes para áreas de trabajo al aire libre y sitios de construcción en la región del Golfo, donde el calor extremo presenta dificultades técnicas y sociales significativas. El pabellón de Bahréin introduce estructuras modulares y adaptables que proporcionan zonas de descanso sombreadas y con control de temperatura, ilustrando cómo el diseño inventivo puede mejorar tanto el confort como la responsabilidad ambiental en climas exigentes. Junto a la instalación, una publicación amplía el alcance del proyecto a través de un análisis técnico y una indagación especulativa. Reuniendo ensayos de expertos, datos climáticos, investigación de campo y precedentes históricos, ofrece un marco más amplio de la instalación física del pabellón.