La capital argentina fue sede del Congreso de Art Decó, una cita mundial que visibilizó una gran cantidad de edificios que fueron construidos un siglo atrás y hoy son admirados por arquitectos de todo el planeta. La obra de Francisco Salamone fue destacada especialmente.
Simétricas, de líneas rectas, imponentes, dramáticas y monumentales, así son las obras que el arquitecto Francisco Salamone dejó como legado. Más de sesenta edificios, ubicados en veinticinco pueblos de la provincia de Buenos Aires, que se elevan hacia el cielo como verdaderos tótems arquitectónicos, dignos de admiración. Y para eso llegó a la Argentina la comitiva del 15° Congreso de Art Decó, ya que los mataderos, palacios municipales y los colosales cementerios creados por este arquitecto ítalo-argentino, lejos de reflejar la cotidianeidad del folclore campero, se revelan como verdaderos exponentes del Art Decó.
“Salamone es un caso tal vez único dentro de este período. Su rareza está en la implantación de sus obras en la provincia de Buenos Aires en plena década del ´30. Pero fundamentalmente su gran particularidad es la temática de su repertorio y la cantidad de obras realizadas en sólo cuatro años”, afirma el arquitecto Marcelo Nougués, miembro del comité organizador del 15° Congreso de Art Déco en Buenos Aires, celebrado del 8 al 13 de noviembre por la International Coalition of Art Déco Societies (ICADS) y organizado por la Copperbridge Foundation.
La obra de Salamone, concretada entre 1936 y 1940 por encargo del gobernador Manuel Fresco, no es la única que refleja el auge que el Art Decó tuvo en la arquitectura rioplatense. Buenos Aires cuenta con un muestrario de edificios de este estilo que merecía ser mostrado al mundo, y por eso no fue en vano su elección como sede de este congreso mundial. Incluso, uno de los puntos donde se reunió la comitiva de expertos -conformada por arquitectos, historiadores, diseñadores, artistas y coleccionistas internacionales- fue el edificio Safico, considerado como la primera torre Art Decó de la ciudad. Luego la siguieron el edificio Comega, el aristocrático Kavanagh, e incluso los teatros Gran Rex y Ópera. A estos edificios se le suman el Banco Provincia, el Automóvil Club Argentino y la casa de Victoria Ocampo. Una mención especial merece la excéntrica pero muy bella Casa sobre el Arroyo, en Mar del Plata, también llamada Casa del Puente, creada por los arquitectos Amancio Williams y Delfina Gálvez Bunge, y declarada de Interés Patrimonial, Cultural y Natural por la Municipalidad de General Pueyrredón, Monumento Histórico Artístico Nacional y Patrimonio Cultural, Histórico, Arquitectónico y Ambiental de la provincia de Buenos Aires.
“El estilo Art Decó tuvo gran desarrollo a partir de 1926, principalmente en edificios públicos e institucionales, sobre todo en las representaciones de las sedes locales de las grandes corporaciones internacionales. También se manifestó muy intensamente en todo lo referente al entretenimiento y al mundo del espectáculo. Curiosamente, en este estilo se proyectan pocas viviendas particulares, da la sensación que no fue una forma o práctica muy aceptada por la alta burguesía y las clases medias, tal vez por miedo a la innovación, y para vivir prefirieron estilos más clásicos, como el francés o el inglés”, comenta Nougués.
A pesar de que este movimiento predominó en la arquitectura, también tuvo importantes manifestaciones en el arte y el diseño, tanto de interiores, como gráfico e industrial. Su mayor relevancia fue durante el período entre las dos guerras mundiales, y sus características monumentales fueron influenciadas por las construcciones del Antiguo Egipto, entremezcladas con la vanguardia del futurismo, las formas fraccionadas del cubismo y la geometrización de la Bauhaus. A pesar de esta variedad de estilos, en detalle es fácil diferenciarlo por la materia prima que utiliza. En el Art Decó predominan los materiales industriales, sus diseños son extravagantes y ostentosos, ya que sus principales características se relacionan con el período que lo vio nacer, entre opulentos cambios tecnológicos, políticos y sociales.
Siempre vigente
Pero, ¿qué es lo que en la actualidad inspira a los grandes arquitectos del mundo, como los integrantes del Congreso, a amar este estilo? “El período Art Decó coincide con un tiempo histórico único del siglo XX. Se desarrolló entre 1919 y 1940, durante los años de paz entre las dos guerras. A esto se le suman los grandes avances tecnológicos, las comunicaciones, el confort… Todo esto hace que este período tenga una carga emocional y glamorosa que aún sigue cautivando a mucha gente. Hoy, su estilo se revaloriza por su calidad creativa, su estética atemporal y principalmente por su ruptura con los estilos académicos vigentes hasta entonces”, afirma el arquitecto Nougués.
Durante el 15° Congreso de Art Déco en Buenos Aires, que también recorrió Mar del Plata y Montevideo, una de las conferencias más esperadas fue la de Aditi Khavnekar, especialista en conservación. Esta arquitecta india trabajó durante años y promovió la declaración de un grupo de edificios góticos y Art Decó, ubicados en la ciudad de Bombay, como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El deseo que esta nominación también llegue a las obras de Salamone está presente en cada uno de sus seguidores, que son muchos en nuestro país. Incluso, fueron ellos quienes en 2001 impulsaron su declaración como Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos Aires, y algunos también fueron nombrados Monumento Histórico Nacional y Bienes de Interés Histórico y Artístico Nacionales. Sin embargo, la mayoría ya se encuentran en mal estado, a pesar de que artistas y arquitectos llegados de todo el mundo recorren la provincia para admirar sus obras que, con su estilo único, irrepetible y moderno, parecen luchar contra la acción del tiempo.
Para Nougués, el Art Decó es una corriente estética que se renueva y se recrea continuamente, pero sin comparación. “En la década del ´80, con el Post- Modernismo hubo mucha copia de este estilo; pero nunca se llegó a la calidad de los ejemplos originales”.
En todas sus formas
Colores fuertes, figuras geométricas y delineadas con precisión, fueron las características principales del Art Decó en el arte, como si sus llamativos tonos intentaran imponer el optimismo luego de la depresión causada por la guerra. Considerado como el primer estilo decorativo global, sus representantes predominaron en todo el mundo. Entre la corriente artística, Tamara de Lempicka fue una de sus mayores exponentes, igual que Jean Dunand en decoración y Sonia Delaunay en diseño.