El estudio MZM Arquitectos es uno de los más destacados de la actualidad en el país. Aquí presentamos una de sus obras emblemáticas: el Brightman Hall, el teatro que el colegio Northlands inauguró en el año 2022 en su sede de Olivos.
Fernando Zanel y Lucas y Alberto Maletti son los titulares del estudio MZM Arquitectos, que acaba de cumplir 25 años y hoy se ubica entre los más requeridos y prestigiosos del país. Lucas Malettti afirma que una de sus premisas al encarar cada proyecto es desarrollar “una arquitectura que refleje ideas”. Además, le dan una enorme importancia a la destreza geométrica, a la resolución estructural y a la integración entre el exterior y el interior.
Todo esto se expresa de manera cabal en el Brightman Hall, la sala de conciertos que el colegio Northlands inauguró tres años atrás. Está ubicada en su sede de Olivos (exactamente en la esquina de las calles Borges y Tucumán), tiene 1700 metros cuadrados de superficie cubierta y capacidad para más de 500 personas.



Auditorio y anfiteatro abierto
Cuando el jurado del concurso lanzado por Northlands le otorgó el primer premio a MZM Arquitectos, su idea de “teatro + anfiteatro” fue particularmente valorada. El nuevo edificio se presenta como una prolongación del pulmón verde que posee la manzana. Este paseo exterior es un recorrido ascendente que rodea la sala principal. Con una suave pendiente de casi 120 metros de longitud, culmina en uno de los espacios más importantes de la propuesta, el anfiteatro al aire libre, ubicado en la terraza.
La estructura está resuelta con la mínima cantidad de elementos para definir y dar sostén a la sala y al paseo ascendente. No hay ningún tabique que no cumpla una función completamente estructural. La geometría del proyecto adopta un giro de 23° para generar tensiones espaciales con el paseo y permitir la circulación por debajo de los planos inclinados de la losa de la sala. A estos aspectos geométricos se suman los propios de los planos inclinados que darán lugar tanto al piso de la sala como a su cubierta, que también es inclinada para generar el anfiteatro.
Otra de las preocupaciones del estudio era generar una pieza arquitectónica destacada sin dejar de lado una correcta inserción urbana. Esto se logró a través de dos decisiones: en primer lugar, poner prácticamente la totalidad del programa en el subsuelo, para minimizar el impacto que podría provocar el importante volumen de la sala en el barrio; y por otro lado, proyectar dos retiros sobre la línea municipal: el primero, de tres metros sobre ambas calles, es obligatorio y es donde se apoya el paseo verde, mientras que el segundo llega a la altura máxima permitida con distancias variables hacia la calle, aportando un interesante efecto de escalonamientos volumétricos.

Los espacios interiores
El encargo fue una sala para conciertos de violín para no menos de 500 personas, un foyer con guardarropas y sanitarios para el público, una sala de ensayos y un backstage con camarines y sanitarios para actores con accesos diferenciados. Estas funciones de apoyo se desarrollan debajo del paseo que gira alrededor de la sala.
El acceso del público se da sobre la calle Tucumán en la planta baja, a una recepción que balconea sobre el foyer en el subsuelo, al cual se puede llegar por una amplia escalera y por un ascensor. Una vez en el foyer, el público ingresa a la sala al mismo nivel y luego puede ir subiendo a las filas través de su propia pendiente. Por su parte, los actores y el personal de apoyo tienen su propio acceso sobre la calle Borges, donde un pequeño hall los conduce a la planta inferior para acceder al backstage y a la sala de ensayos, ambos al mismo nivel del escenario. Otro acceso importante es el de los alumnos, que se da directamente en el subsuelo a través de una gran escalinata que conecta con el espacio central de la manzana.
La sala es un auditorio multifunción con capacidad para 512 personas, diseñado para conciertos, música contemporánea, coros y teatro, entre otras cosas. Su geometría, volumen, las características de su epidermis interior y su pendiente fueron cuidadosamente estudiadas para obtener la acústica e isóptica deseadas. Se diseñaron sus filas curvas, paralelas a la geometría del proscenio, para optimizar la cantidad y la posición de los espectadores.
El foyer es el gran articulador del proyecto, uno de los espacios más importantes del conjunto. Se desarrolla en el subsuelo y en planta baja. A pesar de esa ubicación, tiene abundante luz natural, inyectada a través de los lucernarios verticales que dan sobre la calle Tucumán y sobre el paseo verde. El plano inclinado, que es el piso de la sala, tiene un revestimiento de madera perforada que le da calidez y acondiciona acústicamente este espacio.
También vale destacar la resolución técnica del proyecto, que implicó un enorme trabajo intelectual para MZM, con el objetivo de mantener la síntesis formal. En este marco sobresale la cobertura de las necesidades térmicas mediante la instalación de un sistema central de acondicionamiento de aire del tipo VRV (Volumen de Refrigerante Variable). La inyección del aire al auditorio se efectuó por medio de difusores de alta inducción de peldaño, instalados debajo de cada butaca, donde el aire tratado ingresa a muy baja velocidad, con el confort necesario y sin emisión de ruidos.
“Todos estos conceptos tuvieron, durante todo el proceso de diseño, siempre presente el objetivo final: fomentar el encuentro e intercambio entre las personas y estimular la creatividad”, concluye Alberto Maletti. Y el reconocido crítico de arquitectura Silvio Plotquin agrega: “El edificio del auditorio es un artefacto afinado. Sorprende con gracia el ajuste disonante entre el tejido de la ciudad construida y el proyecto, que contribuye a la plástica del fragmento de ciudad en que está construido. La tectonicidad del hormigón armado está postergada a favor de su plasticidad, la mejor dote de esa tecnología”.