Andrés Guerra es un hombre apasionado por el mundo náutico. Navega por océanos de aguas turquesas y explora lugares paradisiacos capitaneando embarcaciones privadas.
Andrés se crió en un entorno náutico. Participando en regatas y campeonatos mundiales, perfeccionó su técnica en la navegación. Actualmente su pasión es compartir la emocionante experiencia de navegar.
La libertad, espontaneidad y accesibilidad son premisas fundamentales en su profesión como skipper. Recorrer el mundo a bordo, explorar sitios desconocidos y disfrutar de la belleza intrínseca del mar, es una vivencia invaluable que busca contagiar con su entusiasmo.




Sin obstáculos y con ventajas
Navegar es una experiencia sumamente recomendable; pareciera no haber obstáculos para quienes se embarcan en una aventura a bordo. El barco se convierte en un hogar flotante, en un vehículo que le permite a quien navega descansar, relajarse y deslumbrarse con paisajes maravillosos. El plus, hacerlo desde una singular perspectiva: el agua. No existe comparación posible entre ver el mar y vivirlo. Tampoco en disfrutar de una hermosa postal desde la ventana de un hotel front wáter que apreciarla desde mar adentro. Imaginar tanto la luz del día como la oscuridad de la noche sobre el mar, son ambas escenas impresionantes que inspiran. Nadie quisiera perderse un sol naciente, un atardecer o una luna llena desde esa privilegiada ubicación.
Navegar te brinda la simpleza de amarrar el barco en la orilla elegida y quedarte allí en soledad contemplando el paisaje y también de zambullirte en aguas cálidas.
“Mientras un crucero se mueve por rutas predeterminadas y te fuerza a convivir con miles de personas, un barco privado te brinda la libertad de fondear en cualquier isla solitaria y apreciar playas con aguas transparentes. Alquilar un barco es como rentar un motor home y ser protagonista de tu propio recorrido. La frutilla del postre son esas paradas que no están contempladas y te dan la libertad de elegir quedarte un tiempo allí” “, explica con entusiasmo Andrés. Cada persona es dueña de elegir el destino y el tiempo de permanencia, siendo partícipe de la aventura.
Precio, seguridad y confort
Navegar con un skipper puede parecer una propuesta exclusiva, siendo en realidad más accesible que otros viajes de lujo. Alquilar un barco privado es comparable con el valor de rentar una habitación en un hotel de categoría o de una casa frente al mar. Es la posibilidad de realizar un viaje personal y a medida; una opción atractiva, segura y viable.

La seguridad y la comodidad son también aspectos fundamentales. El desarrollo tecnológico permite contar con sistemas meteorológicos avanzados que prevén cualquier inconveniente. El capitán está capacitado para resolver imprevistos de todo tipo, garantizando la protección a bordo. Además, la vida en cubierta resulta confortable, con todas las necesidades básicas incluidas, abarcando la posibilidad de trabajar de forma remota con antenas de internet eficientes.
La última aventura
Andrés es una persona aficionada, viajada, que conoce los secretos del mar. Como buen aventurero, tiene varias historias para contar. Aquí comparte su última y gratificante experiencia como skipper.
Fue contratado para trasladar un barco desde Francia por el Mediterráneo. Pero el dueño de la embarcación, maravillado con el recorrido, decidió conocer distintas ciudades del mundo. Entonces, lo que iba a ser una simple tarea se convirtió en una larga travesía que juntos hicieron por Europa, Brasil, Centroamérica, el Caribe y Estados Unidos En este largo recorrido, fueron claves la imprevisibilidad en el trayecto, la curiosidad por descubrir sitios inéditos y la fascinación ante la belleza de la naturaleza en estado puro.
“Gracias a esta experiencia, conocí un rincón especial en el mundo, una remota isla en Honduras a la que sólo pudimos llegar gracias a la flexibilidad que nos daba el barco”, relata Andrés. Un destino mágico que fue posible descubrir timoneando por aguas calmas y con independencia.
Andrés Guerra destaca el beneficio de la espontaneidad de no perderse lo imperdible. Recrea la situación de estar viajando y ver a lo lejos palmeras y arena blanca. Sentir ganas de detenerse en aquella isla para tomar un descanso, disfrutar de la sensación del sol en la piel y de la desconexión con el stress.
El mar abre opciones y cada cual elije el rumbo, sin horarios fijos ni mapas obligatorios. Es tentadora la idea de explorar la belleza de paisajes soñados, desde el océano, sin límites y con libertad.
Contacto: Andrés Guerra 1144456113