Su nombre es sinónimo de River y de lo mejor del fútbol argentino. Ocupó el arco del Monumental durante 24 años y fue el primer arquero de nuestro ámbito que se animó a salir de abajo de los tres palos. Hoy tiene 90 años, vive en Villa Devoto, sale a andar en bici por el barrio y en esta nota recuerda lo mejor de su larga carrera.
Allá por la década del “30, a la tarde, después de la escuela, se iba a jugar los picados con los amigos. Ahí en BAP, su club de Rufino. Los sábados y domingos te ibas a uno de esos clubes a pasar un momento lindo con los amigos, a jugar al fútbol o al básquet, no había mucha alternativa. Y después
la vuelta al perro”.
La vuelta que Amadeo Carrizo dejó de dar a los catorce años. Dicen que el tren pasa solo una vez, y él aprovechó el viaje. ¿El destino? Buenos Aires, la gran ciudad. ¿El motivo? Una prueba en River. Media hora después se escuchó una voz tajante: “El grandote se queda”. Era Carlos Peucelle, ya ex jugador de la banda sangre, DT del equipo por ese entonces. Esa es la prehistoria de la leyenda viviente de los tres palos, el tipo que revolucionó el arco argentino con sus técnicas, que se dio el lujo de atajar con la Máquina y fue nombrado primer Presidente de Honor del Club Atlético River Plate. Un dato más: en 2013, un senador nacional presentó una propuesta para que el 12 de junio, día de su nacimiento, se celebrase el famoso “Día del Arquero”; el voto fue unánime.
Hoy, Amadeo tiene 90 años y vive en Villa Devoto. Lo vamos a buscar un domingo a la mañana, pero “Se fue a andar en bici”, dice Lili, una de sus hijas. “Mejor llamálo a la tarde que lo vas a encontrar”. Ella confiesa que su papá no quería que vayan a la cancha a verlo en su época de jugador. Pero una vez fue igual, con Laura, su hermana, y Lilia, su mamá. Se camuflaron con pañuelos blancos y se mezclaron con la gente en la tribuna. “Cuando el equipo salió a la cancha, mi viejo miró directamente adonde estábamos, y nos dijo con la mano ‘van a cobrar’. Se ve que alguno le había contado. No sabíamos para donde salir disparando, ja ja ja”, recuerda.
Son las seis de la tarde y el teléfono llama en lo de Carrizo. Atiende Laura: “Que me llame a la noche, después del partido de River”, se escucha el vozarrón. Ahora ya es de noche, River empató 2-2 un partido que ganaba 2-0 y Amadeo atiende: “¡No quiero ni acordarme del partido
y además, casi perdemos 3-2!”, exclama, y agrega: “Me pone bien ver a mi querido River, me pone bien y mal, pero uno quiere el éxito rotundo
Empezó bien, 2-0 y después nos quedamos ahí… Los que queremos a River sufrimos. No nos tienen que apurar tanto defensivamente, hay muy buenos jugadores, pero falta técnica”.
— ¿Qué recuerda de su llegada a River?
— Fue muy hermoso. Yo empecé a jugar en cuarta división
costaba llegar. Debuté en Primera en el año ´45, con gran emoción, y en el ´48 empecé a ser titular por muchísimos años. Fueron emocionantes los campeonatos y sobretodo brindarle las conquistas y las satisfacciones al hincha, que disfruta de lo que puede hacer el jugador en el campo de juego, de ganar partidos memorables, salir campeones… Uno se siente muy feliz de poder brindarle todo al hincha.
—¿Y en la selección?
—Tuve buenas y malas. Jugué el Mundial ´58, donde nos dieron una buena paliza (N. de R.: Argentina quedó eliminada en primera fase), y después jugué en la Copa de las Naciones de 1964, donde salimos campeones.
—¿Cuáles fueron los partidos que más disfrutó?
—Los partidos que le ganamos, por esa Copa, a Brasil, Inglaterra y Portugal. Brasil jugaba con Pelé, Gerson; Portugal con Eusebio, Simoes; en Inglaterra los hermanos Charlton, Gordon Banks, Bobby Moore… Grandes figuras intervinieron en ese torneo, y nosotros salimos campeones invictos. Fue un momento muy grato.
—¿Qué tal fue jugar contra Pelé?
—Era como cualquier persona para mí. No tenía en cuenta quién era Pelé ni nada, primero era yo el que tenía que ganar y sobresalir y que no me convirtieran goles. Siempre pierde un poco más el arquero, ¿no?. Hay que ganarles también a los goleadores.
—¿De los jugadores o equipos que jugaron con usted, cual es al que más recuerda?
—Recuerdo a todos mi compañeros con un gran respeto y fue un honor haberme codeado con La Máquina de River, de Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna Lousteau
Para mí, llegar a River, probarme, quedar y después ser compañeros de ellos, fue un orgullo muy grande, porque desde antes, cuando yo era chico, ya eran las figuras en Primera. Más tarde jugué con Sívori, Di Stéfano, los hermanos Onega, Artime, Pinino Más
Los recuerdo con un gran cariño a todos. Nunca tuve una discusión con un compañero. Si me hacían un gol tonto, pedía disculpas. Nunca busqué excusas por los goles que me hacían.
— ¿Como fue su paso por Colombia? Dos años atajó ahí.
— Muy bueno. Ya iba terminando mi carrera deportiva, estaba un poco saturado de fútbol, pero todavía me quedaba un reto como arquero, y creo que lo demostré. Me recibieron muy bien, ya tenía 42 años. Eso es una gran satisfacción que siento, de que recibieran extraordinariamente bien a los argentinos. La gente me quería mucho y me recuerdan muy bien. Después una vez viajamos con River, en un partido amistoso que se organizó en El Campín de Bogotá, y me homenajearon y me ovacionó todo el estadio. Fue un momento hermoso.
— Fillol, Chilavert, Burgos, Comizzo, Higuita y tantos arqueros más copiaron sus técnicas, ¿qué opinión le merece?
— Yo no digo que nadie se copió de mí. Cada uno tiene su estilo, su forma. Grandes figuras las que nombraste, grandes arqueros en la historia del fútbol argentino y sudamericano. Chilavert fue un grande, y me gusta como persona también el paraguayo, Fillol un fenómeno, el Loco Gatti
Todos hicieron su historia como guardavallas y a todos les guardo un gran respeto.
—Es difícil el lugar del arquero.
— Es un puesto que muchas veces sufre las consecuencias de las derrotas, siempre se acuerdan del arquero: “¡Qué hizo el arquero!”. Si atajás alguna buena jugada, fenómeno, pero es algo pasajero
En cambio el que hace el gol sale en todos los diarios, ja ja ja.
—¿Eso afecta anímicamente al arquero?
— El arquero debe sentir que muchas veces las culpas pueden caer hacia él, pero debe olvidar eso y tener la frente en alta y defender con orgullo los colores del momento.
— ¿Qué siente por River, y la dirigencia actual?
— Los directivos de River, empezando por el señor D´Onofrio, que es un gran presidente, creo que están haciendo las cosas muy bien. Me siento muy feliz de compartir las cosas con ellos. Me han designado Presidente Honorario y es un orgullo para mí.
— ¿Y como hincha?
— Después de ser jugador, uno se hace hincha, indudablemente. ¿Cómo no vas a querer algo que defendiste con todo respeto y todo orgullo? Y con gran respeto hacia el club, al socio, al hincha que sufre cuando te hacen los goles, ¿cómo no se va a estar orgulloso uno de todo eso? Entonces, después de jugador uno sigue siendo hincha al máximo.
— ¿Le hubiera gustado jugar en Europa?
— Era una época en la que no se daba mucho la contratación para ir al extranjero. Se dio en muy pocos casos, con Di Stéfano o Sívori, que eran compañeros míos.
— ¿Por qué la Selección Argentina ahora no gana copas, mundiales…?
— Noooo, eso hay que preguntárselo al técnico. Es un gran plantel, sobran las grandes figuras, pero el fútbol se ha equiparado, se ha puesto más parejo todo. Pero yo miro mucho el fútbol nuestro, porque me apasiona por la picardía y habilidad de juego nuestro, que para mí es sobresaliente. El fútbol argentino es de los mejores del mundo.