A los 90 años, Balkrishna Doshi recibió el mes pasado el Pritzker 2018, el premio de arquitectura más importante del planeta. Un reconocimiento a un hombre que, bajo la temprana influencia de Le Corbusier, desarrolló una carrera que sintetizó magistralmente la arquitectura moderna con la tradición local y el compromiso social.
“Mis obras son una extensión de mi vida, mi filosofía y mis sueños, intentando crear el tesoro del espíritu arquitectónico. Le debo este prestigioso premio a mi gurú, Le Corbusier. Sus enseñanzas me llevaron a cuestionar la identidad y me obligaron a descubrir una nueva expresión contemporánea, adaptada regionalmente, para un hábitat holístico sostenible”, comentó Balkrishna Doshi al recibir el premio Pritzker 2018, el galardón más reconocido del mundo en el ámbito de la arquitectura.
Doshi nació en agosto de 1927 en Pune, India, y comenzó a estudiar arquitectura en Bombay veinte años después, justo cuando su país se independizó de Gran Bretaña. Tiene una carrera profesional de casi siete décadas, y en sus comienzos tuvo la invaluable posibilidad de trabajar nada menos que con el célebre Le Corbusier, ante quien se presentó en París sin saber un ápice de francés; no tardó en ganarse su confianza, tanto que poco tiempo después supervisó el proyecto de la ciudad india de Chandigarh y las dos obras que el suizo-francés estaba desarrollando en la ciudad de Ahmedabad: el Edificio de la Asociación de Propietarios de Molinos (1954) y la Casa Shodhan (1956). En 1962 sumó otra experiencia enriquecedora al colaborar con el estadounidense Louis Kahn, en la construcción del Instituto Indio de Management, también en Ahmedabad.
El jurado del Pritzker dice que el indio “ha practicado el arte de la arquitectura, contribuyendo sustancialmente a la humanidad, durante más de 60 años”.
Un juramento, una actitud
A lo largo de su extensa trayectoria, Doshi ha encarado proyectos destinados a todas las clases socioeconómicas, en un amplio espectro de tipologías, y siempre tuvo la virtud de combinar las lecciones que aprendió de aquellos dos maestros de la arquitectura moderna con la tradición local, en una síntesis realmente notable, un regionalismo crítico que incluye las formas escultóricas de hormigón y ladrillo típicas de sus mentores e integra morfologías urbanas y diseños propios de la India.
En 1956 creó su estudio, Vastushilpa, cuya sede fue diseñada y construida por él mismo. Se conoce como Sangath, y allí las bóvedas de cañón en hormigón se combinan con jardines, espacios comunes hundidos y sectores con agua, que ayudan a mitigar el calor de la región. Veintidós años más tarde, Doshi fundó la Fundación Vastushilpa para Estudios e Investigación en Diseño Ambiental, para desarrollar enfoques de planificación y diseño adecuados al contexto cultural de su país.
Dentro de los múltiples trabajos realizados durante su larguísima trayectoria, se destacan los desarrollos de viviendas de bajo costo, una obligación personal que se autoimpuso en sus comienzos, cuando declaró: “Debería prestar juramento y recordarlo durante toda mi vida: proporcionar vivienda adecuada a la clase más baja”. En ese marco, el proyecto más destacado es Aranya, en Indore, una red de casas, patios y caminos internos completada en 1989, que hoy ofrece alojamiento a más de 80.000 personas, de familias de ingresos bajos a medios.
La concreción de este sueño le valió a Doshi el Premio Aga Khan de Arquitectura del bienio 1993-1995.
La palabra del jurado
En el acta que le otorgó el galardón, el jurado del Pritzker consignó: “El arquitecto indio Balkrishna Doshi ha exhibido continuamente los objetivos del premio Pritzker de arquitectura al más alto nivel. Al otorgarle el galardón de este año, el jurado reconoce su excepcional arquitectura, reflejada en más de cien edificios construidos; su compromiso y su dedicación a su país y las comunidades a las que ha servido; su influencia como docente y el ejemplo sobresaliente que ha establecido para profesionales y estudiantes de todo el mundo a lo largo de su carrera.
(…) Con los años, Balkrishna Doshi ha creado siempre una arquitectura seria, nunca llamativa o enfocada en las tendencias.
Realizó su primer proyecto de vivienda para personas de bajos ingresos en la década de 1950. (…) La vivienda como refugio no es más que un aspecto en estos proyectos. Toda la planificación de la comunidad, la escala, la creación de espacios públicos, semipúblicos y privados, son un testimonio de su comprensión de cómo funcionan las ciudades y la importancia del diseño urbano.
Doshi es muy consciente del contexto en el que se ubican sus obras. Sus soluciones toman en consideración las dimensiones sociales, ambientales y económicas, de manera que su arquitectura está totalmente comprometida con la sustentabilidad. El uso de patios y pasillos cubiertos, como en el caso de la Escuela de Arquitectura (1966, ahora parte del CEPT); la Junta de Electricidad de Madhya Pradesh en Jabalpur (1979) o el Instituto de Administración de India en Bangalore (1992), Doshi ha creado espacios protegidos del sol y que atrapan la brisa, proporcionando una sensación de disfrute y confort dentro de los edificios.
En el propio estudio del arquitecto, llamado Sangath (Ahmedabad, India, 1980), podemos ver las sobresalientes cualidades del enfoque con el que Balkrishna Doshi entiende la arquitectura. La palabra Sangath significa “moverse juntos” o “acompañar” en sánscrito. Como un adjetivo, encarna lo que es apropiado y relevante. Las estructuras son semi enterradas y están totalmente integradas con las características naturales del sitio. Hay fluidez entre las terrazas, espejos de agua, montículos y bóvedas, los cuales son elementos formales distinguidos. Hay variedad y riqueza en los espacios interiores que tienen distintas cualidades lumínicas, distintas formas y usos pero que al mismo tiempo que se unifican mediante el uso de concreto. Doshi ha logrado crear equilibrio y paz entre todos los componentes -materiales e inmateriales- el cual resulta en un total que es mucho más que la suma de las partes.
Balkrishna Doshi ha demostrado constantemente que toda buena arquitectura y planificación urbana no sólo debe unir propósito y estructura sino que debe tomar en cuenta el clima, el sitio, técnicas y artesanías junto con un profundo entendimiento y apreciación por el contexto en su sentido más amplio. Los proyectos deben ir más allá de lo funcional para conectarse con el espíritu humano mediante fundamentos poéticos y filosóficos”.