“El torrontés puede seguir el éxito del malbec”

A pesar de ser francés, Hervè Joyaux Fabre es un gran referente de las últimas tres décadas de evolución del vino argentino. Como fundador y líder de Bodegas Fabre, ha ganado importantes premios internacionales. Aquí habla sobre su trayectoria, el malbec y otras cepas con notable proyección.

Hervè Joyaux Fabre era el depositario de un extenso legado en materia vitivinícola cuando llegó a la Argentina, en 1993. Su familia tenía una larga trayectoria en el rubro, desarrollada en tierras de Bourdeaux, y a partir de ella él decidió salir a buscar nuevos horizontes al pie de los Andes mendocinos. Desde entonces, este enólogo francés se convirtió en uno de los protagonistas del salto de calidad internacional de los vinos argentinos y en estas tres décadas construyó un notable grupo empresario, con tres bodegas boutique que producen vinos de alta calidad, premiados en los concursos más prestigiosos del mundo. Hoy Fabré Montmayou produce y comercializa con gran éxito en la Argentina y el mundo  las líneas Grand Vin, Gran Reserva y Reserva, los HJ. Fabre Reserva, los Phebus (su línea de vinos jóvenes y frutados), el espumante brut nature y los vinos de la bodega Infinitus y Domaine Viñalba.

–¿Qué vio en el terruño mendocino para decidirse a invertir aquí a comienzos de los años ‘90?

–Sin duda, es por el malbec que decidí invertir en Argentina, después de probar algunas partidas de vinos de Luján de Cuyo que realmente sobresalían de la idea que tenía de un malbec.

–Precisamente a aquellos años se los suele marcar como el inicio del salto de calidad de los vinos argentinos, el comienzo de su despegue internacional. ¿Qué participación tuvo su bodega en ese momento tan importante?

–Nosotros nos dedicamos desde el inicio a la producción de malbec de alta gama y fuimos la primera bodega en ganar el trofeo Civart, máximo premio en Burdeos, con nuestro malbec cosecha 1995. Hemos participado en convencer afuera de que se podía hacer grandes vinos argentinos con esta uva. A finales de los años ´90 llegaron otras inversiones nacionales y extranjeras que ayudaron a transmitir este mismo mensaje.

–Hoy tiene tres bodegas, dos en Mendoza y una en el Alto Valle del río Negro. ¿Qué caracteriza a cada una?

–Tenemos viñedos en Luján de Cuyo, Gualtallary y Río Negro. La gran virtud de estas tres regiones es que nos permite ofrecer a nuestros clientes vinos diferentes. No se puede decir que unos sean mejores que otros, pero cada paladar podrá apreciar estas diferencias.

–Dentro de la industria vitivinícola, cada vez se habla más de la importancia de la zona, el terroir, el microterroir, la cepa y la crianza. ¿Qué espacio queda para la creatividad del enólogo?

–Lo más importante de todo es la calidad de la uva, que va a depender del lugar, del origen de la planta, de su cuidado, etc. Pero si se entregan a dos enólogos dos partidas de uvas provenientes de la misma parcela con las mismas condiciones para vinificarlas, al final vamos a tener dos vinos diferentes. Entonces, cada autor va a aportar su savoir-faire, su talento y su inspiración.

–¿Qué importancia tienen las tendencias internacionales, cómo se combinan con los propios gustos y preferencias?

–Los vinos de producción masiva deben responder a tendencias nacionales e internacionales. Los vinos de autor quizás no pueden seducir a una mayoría de consumidores, pero buscan nichos donde las tendencias internacionales no son la prioridad.

–¿Qué estrategias se pueden elaborar para fortalecer el mercado interno? ¿Es posible captar al segmento más joven?

–Se puede ofrecer a esta generación vinos buenos, fáciles de tomar, con bajo alcohol, a precio abordable, con presentación divertida y sin comunicación demasiado sofisticada.

–Argentina ya no es sólo malbec. ¿Cuáles son las cepas que tienen más potencial en nuestro país, tanto tintas como blancas?

–Hoy la mayoría de los vinos argentinos exportados son malbec. Se pueden hacer otros buenos vinos tintos, como cabernet sauvignon y cabernet franc, pero creo que sería más conveniente dedicar esfuerzos y recursos para promocionar nuestro torrontés nacional. Para las otras cepas blancas o tintas nos falta superficies plantadas para pretender responder a una demanda importante.

–¿Por qué particularmente el torrontés?

–Porque creo que podría acompañar al malbec en su éxito. Se hacen muy buenos torrontés en el Norte, en Mendoza y en la Patagonia. Para mí, hoy el mercado del torrontés se parece mucho al que he conocido hace más de 30 años con el malbec. Faltaría producir más vinos torrontés de alta gama para seducir a los mercados externos y a los argentinos.

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