En apenas 13 años, Ariel Winograd lleva dirigidas diez películas, incluyendo “El Robo del Siglo”, el último gran éxito del cine argentino. Aquí habla de sus orígenes y de la decisión de contar historias para un público masivo y que de algún modo lo representen.
Ariel Winograd logró forjarse una carrera como uno de los directores de cine más importantes de la Argentina haciendo comedias. Y eso es una verdadera rareza. Sobre todo porque, a pesar de ser un género muchas veces poco valorado, él no intenta escapar de ese lugar. Por el contrario, ya puso un pie en México, también haciendo comedia. Su primera película mexicana se llama “Tod@s Caen”, fue la más vista en ese país en su estreno, y al final del recorrido en cines superó los dos millones de espectadores. Ese número mágico también lo logró aquí con “El Robo del Siglo”, su última película en Argentina y la octava estrenada en su carrera. Tiene además otras dos películas listas para estrenar. En medio de la cuarentena, el director habló con Revista Nordelta a través de una videollamada.
Empecemos bien atrás: contanos de “Cara de Queso”, tu primera película.
¡Muy atrás nos vamos! “Cara de Queso” surgió de la necesidad que tenía yo de contar una historia personal. Después de estudiar te empezás a preguntar qué querés contar, y primero pensás, no sé, quiero hacer una película del dueño de un circo, o cualquier cosa. Pero un día me di cuenta de que tenía en mi pasado una historia fuerte para contar, de mi adolescencia. Así surgió esta ópera prima, de la necesidad de contar eso.
No es fácil hacer una primera película. ¿Cómo fue?
Con Nathalie -su esposa y productora- pensamos diferentes formas de conseguir la financiación y un paso muy importante fue lograr una beca en la Fundación Carolina. El premio era ir a una residencia por seis semanas a Madrid, un lugar mítico donde por ejemplo alguna vez paró Luis Buñuel, entre muchos artistas. Ahí conocí a Gerardo Herrero, dueño de Tornasol Films, le gustó mucho el guion y se ofreció para coproducirla. Recuerdo que me dijo “A pesar de que no hay judíos en España, me interesa hacer la película”. Con eso se terminó de cerrar la financiación y la hicimos. La película se estrenó con diecisiete copias en los cines argentinos y tuvo sesenta mil espectadores. Había que ir a los cines, ver el afiche tirado y pedir por favor: “Poneme el afiche un poquito más acá”.
Quería ir tan atrás para pensar cómo es el recorrido que te lleva de esto tan personal y artesanal a tener diez películas en tu espalda, y hacer El Robo del Siglo con más de dos millones de espectadores.
El recorrido va variando a medida que uno crece y va pasándole la vida. Siempre la intención fue encontrar historias que yo pudiera contar. Puedo apropiarme de un guion y hacerlo personal. Y en ese proceso siempre pensé en hacer películas para un público masivo.
¿Eso es lo que conecta todo tu recorrido, esa intención de llevar gente al cine?
Todo, sí. Pero eso no significa hacer cualquier cosa. Es pensar una historia que a uno lo represente o le pueda aportar algo sin dejar de saber que es un producto masivo, caro de hacer y que es lindo que la gente lo vea. Esa para mí fue la ecuación, siempre.
¿Tu película preferida siempre es la última? ¿O tenés alguna a la que le guardás más cariño?
No hay una película preferida. El otro día por ejemplo vimos por primera vez todos juntos “Mamá se fue de viaje”, porque justo la estaban pasando por TNT, y creo que no la había vuelto a ver nunca. Pero no hay una preferida, hay como secuencias favoritas. Con todas tuve muy buenas experiencias de rodaje y con el público. Sí siento que con El Robo del Siglo pasó algo que no había pasado, no es que sea mi favorita, pero tuve todo, fue la película en la que más tuve todo. No es libertad, porque siempre tenés libertad, sino las herramientas para hacer lo que querés, incluso en el montaje, la selección de la música… todo lo que pedí me lo dieron.
¿Es cierto que Guillermo Francella se estuvo por bajar?
La película venía hace muchos años tratando de hacerse, se fue postergando por distintas cosas. Francella me pidió juntarnos porque no nos conocíamos y él me quería decir por qué no iba a estar en el proyecto. Él estuvo desde el principio, habían pasado cinco años y ya no quería seguir dando vueltas, había perdido la confianza. En ese almuerzo me contó todo el proceso y cuando terminamos me dijo que se iba de vacaciones y que habláramos a la vuelta. El almuerzo estuvo buenísimo, tanto que volvió y se sumó.
Fue la primera vez que trabajaste con él. ¿Cómo te fue?
Bien, es un tipo muy exigente, en el mejor de los sentidos. Te llena de preguntas todo el tiempo y eso lo que te hace es ser exigente para poder contestar esas preguntas. Porque hay preguntas que a veces las podés responder y a veces no, y eso te hace repensar algunas cosas. Todo esto en el proceso previo. Ya en el rodaje, si se tiene que tirar de un puente con una soga agarrada por tres personas va y se tira, y hace lo que no hace ningún actor. El nivel de pasión y entrega que tiene es descomunal.
Con Diego Peretti ya habías trabajado bastante. ¿Esta experiencia tuvo algo distinto?
Con Diego lo que nos pasó es que en “Sin Hijos” nos conocimos, en “Mamá se fue de viaje” nos transformamos en familia y en “El Robo del Siglo” ya nos puteamos como si fuéramos hermanos. Siempre con respeto y con amor, pero entramos en un nivel de confianza muy fuerte, por haber transitado tres películas juntos.
Es una película sobre un robo. ¿Hay un planteo ético sobre romantizar eso? ¿Qué preguntas te hiciste?
Creo que la primera decisión que tomé tiene que ver con que en el robo no murió nadie, creo que si hubiera muerto alguien no hubiera hecho la película. Cuando leí el guión era todo tan inverosímil que naturalmente me llevaba a la comedia, con un tono de thriller pero con mucha comedia, por lo absurdo de los hechos. Entonces al ver esos personajes que resultaban tan simpáticos aparecía el planteo ético, y me dejé llevar por mi instinto. No había una intención de romantizar o idealizar. Me parecía importante poder ser objetivo contando la trama de Sileo (el policía a cargo de la negociación en la toma de rehenes) en la película, que era una historia poco conocida. Quise contar las dos campanas, eso en el guion que yo recibí no estaba.
Hasta hace un tiempo sostenías que vos sos un director que dirige comedia, pero que no sos un director de comedias. ¿Cambió eso?
Sí, todo lo que hago me lleva naturalmente ahí, busco la comedia; además, me ofrecen proyectos de comedia, y me encanta. Siempre tratando de mezclar (porque El Robo del Siglo no es cien por ciento una comedia), pero que el punto de eje sea ese, como disparador de la narrativa. Sí, soy un director de comedia.
Filmografía
Cara de queso -mi primer ghetto- (Argentina, 2006)
Mi primera boda (Argentina, 2011)
Vino para robar (Argentina, 2013)
Sin hijos (Argentina, 2015)
Permitidos (Argentina, 2016)
Mamá se fue de viaje (Argentina, 2017)
Tod@s caen (México, 2019)
El robo del siglo (Argentina, 2020)
¿Y cómo es él? (México, no estrenada)
Hoy se arregla el mundo (Argentina, no estrenada)