Adiós a un patriarca

Luis Grossman fue un arquitecto sumamente completo, que cultivó tanto la obra como la divulgación y la preservación. Visitó Nordelta cuando apenas asomaba la ciudad y se entusiasmó con el proyecto. Partió días atrás, a los 90 años.

Cuando una persona se va de este mundo después de haber hecho mucho y bien, su fallecimiento es una celebración de la vida. Eso se puede decir de Luis Jacobo Grossman, reconocido arquitecto que falleció el pasado 10 de febrero, cuando estaba a punto de cumplir 91 años.

Grossman había nacido el 11 de marzo de 1932 en Buenos Aires, y se crio en el barrio del Abasto, donde su padre tenía una modesta sastrería. Como paradigma del progreso social, logró estudiar en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires y obtener su título en 1955. Gracias a que fue el mejor promedio de su promoción, ganó una beca para viajar a Brasil, donde nació su amistad con uno de los más grandes arquitectos de América Latina, Oscar Niemeyer.

Junto a su hermano Julio formó el estudio Luis & Julio Grossman Arquitectos, que se mantuvo activo hasta 1997, cuando murió Julio. Entre otros clientes de renombre, hicieron obras para 3M Argentina, Nobleza-Piccardo, la AMIA y el Centro Municipal del Distrito Centro de Rosario (en colaboración con Laureano Forero).

Su tarea como comunicador

La labor de Luis dentro de la arquitectura no se limitó a la elaboración y dirección de proyectos. Muy por el contrario, procuró pasear su pasión por todos los ámbitos que tuvo a disposición. Así fue profesor titular de cátedra en su universidad durante muchos años, dio centenares de charlas y conferencias en cursos, congresos y concursos tanto en la Argentina como en diferentes países de medio mundo, y ejerció como pocos el periodismo dentro de su especialidad. Fue columnista del diario La Nación y director de su suplemento Arquitectura durante varias décadas. Sus célebres artículos de la sección Arquitextos fueron reunidos en un libro con ese mismo nombre publicado en el año 2008, y en la misma línea participó de la edición de cinco tomos de la serie Arquitectos Argentinos en el Mundo, junto a Daniel Casoy. 

Se mantuvo activo hasta el final de sus días, y como muestra de ello queda su autobiografía, El Hijo del Sastre, que terminó apenas una semana antes de su fallecimiento. En sus páginas relata, por ejemplo, las entrevistas que les hizo a Jorge Luis Borges y a Juan Domingo Perón, en las que deja claro que sus dotes como periodista iban más allá de la arquitectura.

Su amor por la capital argentina y su patrimonio arquitectónico quedó plasmado en su trabajo en el Casco Histórico de Buenos Aires, institución que dirigió entre 2008 y 2015. Desde allí luchó por la preservación de diferentes sitios y edificios de importancia singular en barrios como San Telmo, Barracas y Montserrat. Cuatro años después de finalizar esa labor, la Sociedad Central de Arquitectos le otorgó el premio a la Trayectoria, que compartió con su colega René Dunowicz.

En el año 2004, cuando Nordelta llevaba unos pocos años de vida, la directora de esta revista, Juana Costantini, tuvo el placer de llevar a Grossman y a su esposa Perla a recorrer la que entonces se conocía como Ciudadpueblo de Tigre. Observó todo con mucho interés, hizo infinidad de preguntas sobre el proyecto urbanístico y se fue con la certeza de que algo grande y diferente estaba naciendo.

Desde estas páginas recordamos aquel momento con sumo cariño y agradecimiento.

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