El Purgatorio de Dante

Luego del escarpado tránsito por el triste Infierno, Dante se dispone al peregrinaje por el Purgatorio. Nuevamente pide la luz proveniente de las musas que inspirarán su canto para describir la nueva etapa del camino.

El Purgatorio de Dante está construido en espejo con el Infierno. Mientras el primero es un cono invertido donde los pecados más leves están más cerca de la superficie, en el Purgatorio —que es una montaña— se invierte el orden y los pecados más leves están hacia el final porque son más próximos a la cumbre de la montaña; están más alejados de los condenados en el infierno, más lejos de la oscuridad.

En el Infierno de Dante, la máxima aspiración de los condenados es el recuerdo de que ellos se puedan tener en la tierra, como aparece en el canto XV y el XVII; en el Purgatorio la aspiración se convierte en súplica para que recen y así concluir su período de purificación, que es en lo que consiste el purgatorio. Porque el purgatorio es un estadio de tránsito, de purificación; los otros dos estadios: el Infierno y el Paraíso, son definitivos. Allí cumplen condena o gozan de la visión de Dios conforme a sus conductas en la vida.

Mientras en el Infierno se marcha hacia abajo, se desciende hacia el centro de la tierra, en el Purgatorio se asciende y se sube hasta su coronación en el Paraíso Terrenal, antesala del Cielo.

Dante, nunca olvidemos que es un poeta y construye una obra artística con finalidades estéticas. No pretende hacer teología ni asumir funciones divinas que atribuyan deméritos o virtudes que acarrean un destino que solo está en las manos de Dios asignar. La Divina Comedia es una creación fundada en la teología cristiana, en la que muchísimos elementos señalados están ligados al momento político y circunstancias religiosas que se vivían en su época. Pero Dante avanza en su derrotero.

Mientras en el Infierno dantesco se marcha hacia la izquierda, en el Purgatorio se hace hacia la derecha; el Infierno se vive en plena oscuridad con dificultades para ver; el Purgatorio se inicia con el amanecer que llena de esperanza y anima al peregrino. La figura que recibe en el Purgatorio es una figura histórica con condiciones virtuosas que lo califican para estar donde está: Catón de Útica; no se resignó a vivir en una tierra gobernada por Julio César, por lo que decidió quitarse la vida. Lo que rescata Dante es la coherencia y la rectitud de Catón.

Luego de describir el antepurgatorio, los primeros cantos, una suerte de puerta de ingreso a ese estadio escatológico en el que encuentra a excomulgados, arrepentidos a último momento, muertos violentamente, negligentes, pasa al Purgatorio propiamente. Allí, a los primeros que se encuentra es a los soberbios y luego a los envidiosos; estos no están caratulados bajo esa condición de condenados en su correspondencia en el Infierno; es una novedad que permite a Dante calificar a estos pecadores con pecados del espíritu, no por la debilidad de la carne, como los distingue Aristóteles, de donde Dante toma la forma de clasificar a los pecadores. Luego, sí continúa con los pecados que hemos encontrado entre los condenados que no se han arrepentido. Esto es: propone pecadores con los mismos pecados que los condenados que no se han arrepentido, mientras los del Purgatorio sí. De lo que habla es de la potencia de la redención operada por Cristo. La suerte está en manos de los hombres: aceptar o no a Cristo como El Salvador. El libre albedrío no es un tema menor en La Divina Comedia.

Finalmente, luego de los lujuriosos que nos hemos encontrado en el Infierno, en primer lugar, canto V, es decir, los pecados más leves, pasamos al Paraíso Terrenal. Previamente, los purgados, los que ya han cumplido la condena temporal que los dispone para el ingreso en el Paraíso, para el encuentro con Dios, los purificados, deben bañarse en el Leteo, que es el río del olvido (Cantos XXVIII-XXXIII). En él, los purificados borran toda memoria del pecado y obtienen las condiciones requeridas para el ingreso al Paraíso. Luego de olvidar un pasado de pecado, beben las aguas del río Éunoe, el que dispone al incremento de la virtud, al rejuvenecimiento de las cosas buenas, las que nos capacitan para el encuentro de Dios. Y Dante, entonces, comienza a seguir a Beatriz; Virgilio no está calificado para el Paraíso porque él no creyó en Jesucristo; no lo conoció, que, para Dante, es lo mismo.

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