Cómo pasar de la amenaza al desafío

Santiago Montiel, psicólogo especializado en memorias traumáticas, vive y atiende en Nordelta. Aquí explica que la situación actual se puede aprovechar para conectarse con uno mismo y a partir de eso volver al estado de calma, fundamental para entrar en un círculo virtuoso.

Estamos enfrentando una etapa de la historia mundial en la que buena parte de la humanidad se siente amenazada por una situación inédita, ¿qué se puede hacer para transformar esa amenaza en un desafío que permita avizorar un futuro mejor? 

—La situación de amenaza siempre existió. Ahora está exacerbada, y eso hace que entremos en un modo de supervivencia con altísimos niveles de ansiedad. La casi exclusiva conexión con el exterior hace que todo pase a ser limitante, y la situación se convierte rápidamente en desesperación, porque estamos más pendientes de la amenaza exterior que de cualquier otra variable. Así, las respuestas que podamos dar quedan muy limitadas. Para transformar estas amenazas en desafíos tenemos que volver a conectarnos con nosotros mismos, con nuestro interior, así vamos a poder bajar los decibeles de ansiedad. Concretamente, si en este momento cada uno cierra los ojos y se conecta con las sensaciones de su propia respiración, va a sentir que, en ese breve período de tres o cuatro respiraciones conscientes, la calma va a estar presente. Y si aparece la calma, uno puede identificar claramente sus necesidades y así lograr responder a ellas. A diferencia del círculo vicioso de la ansiedad, la calma produce un círculo virtuoso, que potencia la creatividad. El desafío de este momento pasa por eso: conexión con nuestro interior, calma, caminos de acción, futuro mejor. 

—¿A qué herramientas internas hay que recurrir para ello?

—Las herramientas concretas para esto son milenarias: meditación, mindfulness y actividad física, que es muy importante cuando los niveles de ansiedad y estrés son muy altos, ya que permiten metabolizar adrenalina y cortisol. El estado natural del ser humano es la calma, hay que volver a ella, aunque hayamos naturalizado vivir al borde de la explosión. Agrego que el desafío también pasa por volver a conectarnos más con el ser que con el hacer y el tener. 

—En la zona de Nordelta tenemos una serie de ventajas en nuestra vida cotidiana que podemos aprovechar para volver a conectarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno, ¿cuáles son y cómo las podemos hacer efectivas?

—No cabe duda que viviendo en Nordelta tenemos una enorme ventaja por sobre la gente que vive en zonas más urbanas, agitadas. Acá nos despertamos y vemos cielo, nubes, verde, agua… Pero más allá del entorno en sí, es importante la manera en que nos conectamos con él. Nuestra mente es muy binaria: o siente o piensa. Tenemos que salir del modo pensar, porque eso genera ansiedad, recuerdos negativos del pasado que suponemos que se van a proyectar al futuro, eso nos preocupa, nos acelera. El camino, en cambio, es conectarse con el sentir: los aromas de la mañana, el clima, las sensaciones que provoca una caminata, los sonidos. En la medida en que sentimos, nuestra actividad mental se calma, porque identificamos sensaciones, experiencias, las registramos, disfrutamos de ellas. Hoy mucha gente me consulta porque no logra disfrutar, y le echa la culpa a factores externos: las restricciones, el encierro… Pero el motivo de mi malestar no pasa por ahí, sino por no conectarme con lo que siento, y así no disfruto. Una manera de bajar el sufrimiento psicológico en esta situación es conectarme con el entorno, los paisajes variados, los colores cambiantes del otoño. 

—¿Es posible aprovechar estos tiempos de distanciamiento social para encarar nuevas relaciones sociales?

—Sí. Se puede encontrar en el distanciamiento una manera distinta de generar relaciones, a partir de intereses que puedan surgir en esta conexión que cada uno puede hacer consigo mismo. Tengo pacientes que han descubierto un gusto por la jardinería, que han empezado, por ejemplo, cursos de bonsái online, y eso les ha permitido conocer a gente con los mismos intereses. La idea se puede aplicar al arte, la literatura, el cine… Rompiendo con los modelos tradicionales de socialización, hoy las redes ocupan un lugar importante, que si bien no es un fin en sí mismo, puede ser una buena herramienta. Más adelante, cuando haya posibilidades de una vinculación presencial, se podrá nutrir y continuar estas nuevas relaciones de una manera más rica y profunda. 

—Las vivencias de estos tiempos seguramente quedarán como algo traumático para muchas personas, ¿cómo se puede convertir eso en un aprendizaje de cara al futuro?

—Lo que vivimos el año pasado, a esta altura, fue una experiencia traumática para todos, con un altísimo nivel de incertidumbre, mucho temor. Todos tenemos esa experiencia, todos la atravesamos, y si la atravesamos es porque pudimos poner en práctica recursos, existentes o que creamos en ese momento, que fueron efectivos y útiles. Tenemos que capitalizarlos. En la medida en que la experiencia traumática pasó, podemos dejarla de lado y quedarnos con los recursos adquiridos. Lo importante es tener en mente esos recursos y las capacidades con las que cuento, para poder usarlos como una caja de herramientas que tengo a mano para atravesar las situaciones que me toque vivir.

Perfil

Santiago Montiel es licenciado en Psicología egresado de la UCA hace 30 años, especializado en el reprocesamiento de memorias traumáticas, un modelo terapéutico de vanguardia (EMDR) basado en conocimientos neurocientíficos que se enfoca en detectar los diferentes hechos traumáticos que acontecieron a lo largo de la vida, que hoy se sabe que están disfuncionalmente almacenados en el sistema y que por ello generan distinto tipo de perturbaciones: ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, adicciones etc. 

Una vez detectadas esas memorias traumáticas se estimula el sistema nervioso y éste reprocesa la información, borrando lo que no necesita y almacenando adecuadamente el recuerdo en el sistema adaptativo. Así queda como una experiencia de aprendizaje resiliente, además de desaparecer la perturbación y los síntomas.

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