El Yacht, orgulloso de su reserva natural

El barrio náutico tradicional de Nordelta preservó un espacio de casi 14 mil metros cuadrados, que tiene como centro un humedal. Allí viven especies notables de la flora y fauna autóctonas.

Después de un largo proceso que demandó tres años de trabajo y gestiones, meses atrás quedó oficialmente conformada la reserva natural del barrio nordelteño El Yacht. Se trata de un terreno de 13.950 metros cuadrados, que incluye un humedal, arroyo y bosque. “Es nuestra columna vertebral verde, un espacio de enorme valor ambiental”, aseguran sus impulsores, vecinos del mismo barrio.

Este ambiente es reservorio de agua dulce, generador de un microclima único y hogar de especies autóctonas. “Flora y fauna, en su evolución conjunta de cientos de miles de años, son el ambiente natural que proporciona enormes beneficios a nuestro ecosistema, y esto se traduce directamente en calidad de vida de nuestro entorno”, explica Silvia Soto, ambientalista y vecina del barrio.

La dirección de El Yacht tomó la defensa del humedal como un valor ambiental y económico, y logró transmitir ese potencial a la desarrolladora y a los vecinos. “Con esta nueva perspectiva de preservación, la reserva se potenció a sí misma y como un valioso plus nos trae un saber que se extiende cada vez más hacia el masterplan del barrio. Nos hace revisar conceptos de sostenibilidad para minimizar el impacto que tiene hoy en día el riesgo de desertificación de nuestros suelos y su impacto en la plantación”, se explaya Silvia, quien hoy es consejera de la comisión de Espacios Verdes del barrio náutico.

Pequeña muestra de biodiversidad

La conformación de esta área protegida de reducidas dimensiones está en línea con un concepto cada vez más difundido en el ambientalismo: las reservas no tienen que ser necesariamente de grandes extensiones y en las afueras de una ciudad. Una reserva urbana pequeña es muy útil para demostrar que es posible que el humano dialogue cotidianamente con la naturaleza. Además, tiene una función pedagógica y generadora de conciencia muy importante: los chicos aprenden constantemente a apreciar, valorar y convivir con la diversidad biológica.

“Es un espacio que nos lleva inmediatamente a reflexionar sobre el enorme aporte de bienestar que nos trae la arboleda autóctona. Es un espacio ideal para meditar, contemplar y recibir calidad de vida, sentirnos que somos parte de la naturaleza. En el entorno de las casas, recibimos cada vez más aves de diferentes especies, que se van asentando en la reserva. De esta forma, estamos alineados a las posiciones más vanguardistas de la ecología, que implementan conservación y restitución”, continúa Soto.

En lo que hace a especies de flora y fauna, hace unos meses se hizo un relevamiento junto a especialistas de la Fundación Félix de Azara y a Constanza Felgueras, de Medio Ambiente de la Asociación Vecinal Nordelta (AVN). En apenas un par de horas, este equipo constató la presencia de 39 especies de aves, entre ellas la amenazada y llamativa pava de monte, el carau, el ipacaá, picaflores, carpinteros, patos… También aparecieron lagartos overos, tortugas de laguna y carpinchos. Se planea instalar cámaras trampa, para confirmar la presencia de animales como el esquivo lobito de río.

Entre los árboles se destaca la presencia de ejemplares de ceibo, anacahuita, tala, laurel del río, timbó blanco y acacia mansa, entre otros.

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