Rafael Viñoly nació en Uruguay y desde muy chico se trasladó a la Argentina con su familia. Su padre, Román Viñoly Barreto, se cruzó a Buenos Aires para trabajar en Argentina Sonofilm, siendo director de distintas producciones.
Rafael creció y estudió en la Argentina dónde a principios de los 60 comenzó sus estudios de arquitectura en la FAU/UBA, cursando Diseño en el Taller de Jujo Solsona. En los últimos tramos de la carrera, Jujo lo incorpora al Estudio que integraba, junto a Flora, Javier, Fina y Nucho. Fue una gloriosa época, a fines de los 60. Plena de concursos, uno de ellos, el del Edificio de la UIA, Rafael expresó las ideas del Estudio con un genial dibujo que remataba en un espacio de uso público, siendo esta imagen un factor decisivo para ganar el Concurso.
Su paso por la Universidad pública en Buenos Aires fue brillante, coronando su carrera cursando libre Diseño V, aprobando el mismo con la máxima calificación. Transcurrió el tiempo, y en agradecimiento a la formación recibida, ya a principios del año 2000, donó el proyecto de Cero + Infinito para la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, obra terminada en 2020.
En el acto académico que organizó la Facultad para agradecer públicamente su donación, contó las vicisitudes para materializar su proyecto, que llevó casi 20 años de gestiones y de obra, pero nunca declinó. Esto evidencia que sus obras no pueden escindirse de esa condición de gestor de proyectos, y de trabajar para que sus objetivos se cumplan.
Ese 3 de noviembre del 2022, fue su último paso por las aulas de la UBA. En esa presentación expresó su respeto a las ciencias exactas, y repitió un concepto ya manifestado en la entrevista realizada por el Ingeniero Pablo Bereciartua, presidente del Centro de Ingenieros, cuando lo nombraron Socio Honorario de esa institución. Ante la pregunta de la comparación entre la ingeniería y la arquitectura, Viñoly respondió: “La gran diferencia entre la ingeniería y la arquitectura es que en la ingeniería te podés equivocar, pero no mentir. En nuestra profesión se puede mentir”. Además, subrayó que “la arquitectura se hace a partir del vocabulario de la construcción, no surge de una voluntad artística, brava y real definición”.
La enseñanza
Su perfil académico comenzó en Buenos Aires, durante los años 70 en La Escuelita, de la que fue gestor junto a Tony Díaz, Ernesto Katzestein, Jujo Solsona y jóvenes arquitectos de esa época. Todos comprometidos en crear un espacio de discusión y producción académica independiente, que contrasta con la enseñanza pública de la arquitectura de los ´70.
Terminada ATC (hoy TV Pública) viajó a Nueva York a emprender su propio proyecto, abriendo su estudio Rafael Viñoly Architects, oficinas que años después se extenderían a Cupertino, Londres, Buenos Aires y Montevideo, y en algún momento, a Japón y Asia.
Su reseña profesional es vasta y única y se puede ver en todos los portales, pero lo que sí vale, es resaltar su dedicación responsable y creativa en cada una de sus obras donde, evidentemente, hubo un antes y un después a partir del Fórum de Tokio, inaugurado en 1992, luego de ganar el Concurso Internacional. Pero si hay otros aspectos de Rafael, que vale mencionar:
El piano: Viñoly fue un apasionado del piano, instrumento que interpretaba en sus momentos de relax y de maduración de sus ideas. En julio de 2022, fue el debut público de su diseño para el piano de conciertos Maene-Viñoly, en las manos del pianista Kill Gerstein, en el Gerstein Festival Verbier.
El piano, construido por Chris Maene, cuenta con un teclado ergonómico curvo que coincide con el alcance de los brazos del pianista, haciendo más fácil la interpretación. Sus dos grandes amigos, Marta Argerich y Daniel Barenboim, lo elogiaron.
El sable: Cuando tuvo la oportunidad de desarrollar el proyecto del monumento homenaje al General San Martín en Yapeyú, decidió, una vez más donarlo. Para realizar el mismo, durante dos meses se dedicó a profundizar su conocimiento de aspectos sobresalientes de la historia del General, y descubrió que el Sable Corvo que había comprado en Cádiz, era usado y lo había pagado con sus ahorros. La anécdota de la compra del sable lo inspiró para desarrollar su genial idea:
Hacer una réplica del Sable Corvo del General, de 250 m de altura en Yapeyú, a orillas del río Uruguay. Descubrió que San Martín era un argentino único, que solo pensó en el bien de la Patria, y nunca pidió nada en recompensa. Decía que, alrededor del General y de sus valores, podría llevarse adelante una nueva gesta que impulsará la recuperación de la Argentina. Viñoly pensaba que este homenaje podía plasmarse a través del apoyo económico popular, e impulsaba que así fuera. El egoísmo y la falta de interés político paralizó hasta hoy esta brillante idea.
Los colegas y los amigos
Los grandes profesionales, que han compartido trabajo y buenos momentos con Viñoly, así lo recuerdan:
“Rafael era un intelectual completo, te guste o no, en él había rigor y propuesta estética. Sus obras ayudaron a construir ciudad”. Jujo Solsona.
“Para los más jóvenes, Viñoly es la figura del arquitecto exitoso, triunfante en el exterior, alguien que miramos con gran respeto. En él se combinaban la capacidad para entender el juego en las grandes ligas con el buen gusto, el rigor, la propuesta estética, y el posicionamiento urbano. Viñoly es un clásico, el hombre con sus varios pares de lentes, fue una personalidad avasallante, que tenía un conocimiento muy profundo de la disciplina, del arte, y una formación muy exquisita”. Mauricio López, cofundador de MAPA, joven estudio de Uruguay.
“Hemos perdido a un prestigioso profesional, que ha demostrado al mundo una capacidad de innovación y creación deslumbrante, sus obras, en el mundo entero, hablan por si solas”. Estaño Kocourek, gran amigo de Rafael.
Los buenos arquitectos no necesitan nada más, solamente que podamos ver lo que fueron capaces de diseñar y lograr construir que, en el caso particular de Viñoly, no es poca cosa. Será difícil olvidar a Rafael, nos quedará para siempre el recuerdo de su pasión por lo que hacía, en la profesión, en el arte y la docencia, y su comprometida opinión, propia de su avasallante personalidad.
Para Rafael nada era imposible, si había algo que le molestaba es que le dijeran que no se puede. Seguirás estando presente mi querido amigo Rafael, tus obras se encargaran de ello.
(*) Arquitecto UBA. Amigo y socio de Rafael Viñoly, en el PLatín América Rafael Viñoly Architects.