Sabor local, calidad internacional

Luciano García abrió su ambicioso proyecto gastronómico, con su apellido como nombre, en Officia. Una propuesta sustentable, consciente, simple y de calidad.

El recorrido de una vida y la conjunción de culturas que se encuentran gracias a migraciones internas y externas. De todo eso se nutre y a partir de allí alimenta García, una nueva propuesta gastronómica de Nordelta, impulsada por Luciano García y ubicada en el edificio sustentable Officia.

Con dieciocho años de carrera profesional, y un vínculo con la comida como punto de encuentro y demostración de afecto que se remonta a su infancia (abuelos y tíos maternos de origen italiano, con fábrica de pastas; y abuelos paternos españoles, todos creadores de grandes momentos alrededor de la cocina), Luciano llegó a Buenos Aires desde Entre Ríos a los 17 años. Con el proyecto de armar una familia, uno de los animadores del ciclo televisivo Cocineros Argentinos decidió poner en pausa los viajes por el mundo y asentarse en la zona norte del Gran Buenos Aires. El director del OTT College de Buenos Aires fue vecino de Nordelta y hoy se radica en Villanueva.

“Para llevar un proyecto adelante seriamente, la presencia del alma del proyecto es fundamental. Un negocio se rige y crece en proyección cuando uno está ahí, inmerso en la cocina, recibiendo y despidiendo a los clientes. La manera de lograrlo es estando geográficamente cerca”, explica.

El nombre del restaurante no busca homenajear a sí mismo ni a su familia, sino que sirve como símbolo de la simpleza y la cercanía, la centralidad de lo local y lo cotidiano que son protagonistas de esta historia.

“Le doy mucho valor al kilómetro cero. Trabajo directamente con muchos productores, logro comunicar la trazabilidad de la materia prima de la manera más transparente posible y por eso el concepto de un restaurante tan vidriado y transparente, con la cocina a la vista, con el taller de panadería y pastelería a la vista. Todo eso genera un concepto muy consciente de trabajo y de cuidado de la materia prima”, comparte acerca de su visión.

En ese marco, se aprovecha a la hora de armar el menú de cada temporada los productos de estación; en lo posible, agroecológicos. Trabajan con pequeños productores y trabajadores de la tierra. Esa tarea requiere un mayor que el que implica trabajar con lo que la industria presenta.

—¿Trabajan de esta manera por lo que implica ambiental y socialmente? ¿O esto también impacta de una forma diferente en el resultado final?

—Es un principio de vida, una filosofía. Es la cultura del tener la huerta en casa, un compost, de reciclar los residuos. Mi profesión me exigió adaptarme a ese nuevo modo de ver el planeta. Todo es mucho más consciente. Entendí que en la industria tenemos un peso y somos un eslabón muy importante en ese cuidado. Y claro que impacta en el resultado final, porque trabajar con productos de estación o agroecológicos quiere decir que estamos comiendo más saludable, sano, que volvemos a los tomates con sabor a tomate. El tomate natural es carnoso, con poca agua, con mucho sabor. Son productos que uno se fue olvidando con el tiempo. Trabajar con pequeños productores que le dan mucho valor al tratado de la tierra, que fertilizan con abono orgánico y no usan agroquímicos, tiene un impacto directo en el producto final. Uno de los platillos de verano, de hecho, fue tomate con pimienta y aceite de oliva virgen. Es un espectáculo. Eso es revalorizar y volver a darle el lugar que se merecen la materia prima y los trabajadores de la tierra.

García abre de martes a domingos de 8 a 00, con una propuesta especial que se puede disfrutar en cada momento del día, desde el desayuno hasta la cena.

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