viernes, julio 18, 2025
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“El artista se libera de los códigos anteriores”

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Luis Felipe Noé está tan vital como hace medio siglo. A los 84 años, inauguró una gran muestra en Bellas Artes que no es una retrospectiva: muy por el contrario, es una prospectiva, una mirada al futuro. Una charla imperdible con un artista que, como siempre, sigue huyendo de las etiquetas.

Es una fría tarde de este invierno intermitente en Buenos Aires. Luis Felipe Noé nos recibe en su casa-taller de San Telmo. A través de la enorme puerta de hierro vidriada lo vemos descender las escaleras de mármol, rodeadas por pinturas suyas. Prueba con una llave, busca otra, nos indica que ingresemos por la puerta de al lado, subimos. Yuyo se disculpa por estar aún ocupado y nos invita a pasar. Ultima detalles de su reunión con Cecilia Ivanchevich, curadora de “Mirada Prospectiva”, la exposición que inauguró el 11 de julio en el Museo Nacional de Bellas Artes y que, sin duda, hasta septiembre mantendrá su agenda un tanto más colmada.

Lo esperamos en la sala. Llega unos minutos después, pero lo interrumpe el celular: “Hola, hola…”. No hay señal. Lo apaga. Comenzamos con la entrevista: “Sé que pronto va a publicar un libro al respecto, pero a modo de adelanto: ¿Qué es el caos para Noé? ¿Qué significa tomar el caos como estructura?”, pregunta esta cronista.

Suena otro teléfono. Yuyo escucha y se inquieta, porque no suena tres sino cuatro veces antes de cortarse… Corre a la otra sala a desconectarlo. Regresa también corriendo: “¿El caos me preguntás? ¡Este es el caos!”. Luego, sí, toma asiento y se explaya: “El libro se llama `El caos que constituimos´, y lo dedico al caos, mi viejo compañero. Yo no asocio caos a desorden. Caos lo asocio a vida, pero a la vida en general, incluso no a nuestra propia vida, sino a la vida desde que la vida existe. Nosotros somos apenas una pequeña partícula. Creo que caos no tiene contrario, como tampoco lo tiene el tiempo, porque la eternidad está fuera del tiempo. Y el tiempo es el gran escenario del caos. En el caos acontecen momentos de orden y de desorden, pero todo va cambiando permanentemente en un fluir de cosas que se intercalan. El libro está dividido en dos etapas: Asunción del caos, y El caos como estructura”.

— ¿Qué lugar ocupa la pintura en ese caos? Cómo es ese vínculo?

— La pintura es una de las tantas artes. La música, la literatura, el relato, la poesía, la danza, todas son artes del tiempo, por lo tanto pueden reflejar casi naturalmente el caos -cuando son hechas por grandes poetas, grandes músicos, no cualquier músico, no cualquier poeta-. La pintura, en cambio, es un arte estático y por ello es más complejo para ella. Como es un arte de conjunto, de panoramas, de estructuras de cambios, se habla de composición, pero composición es la unión de varias cosas distintas. Yo creo que enseñar composición, como hacen en la academia, no tiene ningún sentido porque es como imponer lo que uno tiene que decir. La composición sale de la misma expresión de la persona. Ahí se enuncia el caos como estructura.

— ¿Cómo definiría a un buen artista?

— Los artistas que siguen obedeciendo a los profesores no son artistas, tienen oficio de pintores, pero no son artistas. El artista se libera de los códigos anteriores. Le sirven como experiencia, pero se libera para entenderse él en relación a su mundo. Yo no creo que el arte sea expresión. Hay muchas maneras de ser un buen artista. Yo creo en el acto de creación.

— Como artista, ha rechazado las etiquetas a lo largo de los años, ¿qué opina de la gran categoría que es el arte contemporáneo?

— Yo creo que es una etiqueta que de por sí define que no sabe definir nada. Porque el arte contemporáneo, ¿cómo se va a llamar cuando deje de ser contemporáneo? Hay un gran desoncierto, pero al mismo tiempo empieza a haber conciencia de que las vanguardias han sido gratas experiencias y que el campo no solamente se cierra al campo mismo de un lenguaje artístico, sino que se intercala con los otros lenguajes artísticos. Entonces comienza el período de la experiencia de manejarse en la libertad. La libertad de posibilidades. Y eso es magnífico. Si yo le pusiera un nombre al arte contemporáneo le pondría “arte cocktelero”, porque hace cocktails. Para mí es eso. Si hay algo que aprecio y valorizo mucho es la experiencia juvenil, pero si hay algo que sé es que los viejos no pueden hablar de los jóvenes: siempre se equivocan. Por lo tanto de los jóvenes no voy a hablar. Cuando hablo de arte contemporáneo no hablo sólo de arte joven, yo me incluyo en el arte contemporáneo, y hay jóvenes que no los pondría en el arte contemporáneo porque repiten fórmulas anteriores.

— Usted se ha dedicado a lo largo de su vida a la pintura, pero también al pensamiento y la crítica. Ese cruce de disciplinas, ¿lo vivió como un acto de libertad?

— Forma parte de mi caos personal. Antes de que yo naciera, mi padre había publicado dos antologías de la poesía argentina, que fueron muy consideradas en esa época. Mi padre también fue secretario de la revista Nosotros, que mostraba el reflejo del movimiento literario de la Argentina. También fue secretario de la organización Amigos del Arte, hacían exposiciones y convocaban a hablar a gente muy importante. Yo me crie en eso, era un señor que me hablaba de literatura y me abría al arte. Para mí las dos cosas vinieron parejo. Cuando termino el bachillerato, mi padre quería que yo siguiese algo profesional, él era abogado y me dijo de entrar a Derecho, aunque nunca se negó a que yo estudiara pintura. Estudié Derecho hasta que decidí abandonar la facultad porque para mí era un plomazo. Estuve cuatro años, lo que no quiere decir que haya llegado hasta cuarto año. Pero debo haber aprobado 10 materias. Abandoné en el ‘55, cuando cayó Perón. Y Perón tenía una cantidad de diarios intervenidos. En esa época no había escuelas de periodismo, y con la experiencia de haber estado en Derecho, entré en el diario, y fui periodista antes de hacer una exposición. Mi primera exposición la hice a fin del ‘59, en octubre más o menos, y ahí comienza otra etapa mía: dejo de hacer periodismo y me dedico a la pintura.

El ser nacional, una de las obras contemporáneas del inagotable Yuyo.

— ¿Es verdad que usted aprendió a pintar con Perón?

— No. Yo venía de una familia muy antiperonista, como era la mayor parte de la clase media de ese momento, pero a mí me impresionaban mucho las manifestaciones peronistas, me seducían, tal vez en su carácter antiestético, caótico. Yo iba a las manifestaciones como observador, y tengo experiencia de la vida así. Entonces cuando me hablan de orden, de unidad, ¿de qué me están hablando? Yo lo que creo es que todo es un gran despelote. Lo que pasa es que a veces hay ficciones de orden, pero hay un permanente cambio. Los órdenes se evaporan, cambian constantemente. Y eso me encanta, es la vida. Ahora, hay caos como para temerle -las guerras- pero en ese fluir caótico de la vida hay también cosas hermosas: el amor, la creación artística en el sentido de entender todo eso. Incluso hay cosas que la gente puede decir “Oh, qué caos”, y ese caos puede ser la protesta social, pero la protesta social es una enunciación también del progreso y la conciencia de lo que está pasando. Si hay algo que no me asusta es el caos, lo que sí me asusta es la guerra, esos elementos del caos.

— ¿Cómo es el contexto caótico con el que dialoga Noé hoy?

— En la muestra hay una obra que se llama “Hoy, el ser humano”, y que es como mi respuesta a todas las cosas que estoy viendo pero al mismo tiempo lo relaciono con la cultura general. Creo que esa es la única obra que he hecho en mi vida que la concebí, porque cuando comienzo una obra no sé lo que voy a hacer, lo voy sabiendo a medida que lo voy haciendo, y ahí me nace el nombre y demás. Pero ésta sí, ésta la tuve en mi cabeza, sin hacer bocetos ni nada. El cuadro tiene una tonalidad roja. Ese es un modo de decir cómo yo veo el mundo contemporáneo.

— La muestra está planteada en clave prospectiva, ¿qué implica eso?

— Es un concepto que charlamos mucho con Cecilia, una propuesta de ella de no hacer una retrospectiva, sino poner el acento sobre el hoy, sobre lo que hago hoy relacionado a mi experiencia de vida, hacer un panorama de distintas experiencias mías, relacionando cuadros de distintas épocas. Yo creo que eso le da una gran vitalidad a la exposición. Prospectiva es una ironía en cierto modo, prospectiva en un hombre de 84 años quiere decir que no todo es para mirar el pasado, sino como para mirar el presente como proposición para el futuro. El criterio de la exposición tiene que ver también con que yo estoy harto y reharto de que me relacionen permanentemente con los años ‘60, me hace sentir una viuda de un pintor de hace cincuenta años, ¡y yo estoy vivo!! Pero la gente clasifica, ¿y qué pasa con la vida? Uno se va mudando de casa, se va mudando de todo. Yo cuando alguien me llama por teléfono y me dice: “Quiero comprar un cuadro de los años ‘60”, le cuelgo.

Reflexiones sobre el amor, uno de los asuntos más hermosos del caos generalizado, al decir de Noé.

Vivir con estilo

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Como desde hace más de tres décadas, Casa FOA muestra lo mejor que hay en materia de  arquitectura, diseño interior y paisajismo. Este año, la tradicional exposición se instaló en una casona del barrio de Belgrano, bajo el lema Habitar, con propuestas diferenciadas para todas las generaciones.

Casa FOA inauguró su edición número 34 con una nueva sede, “Luis María Campos”, en pleno corazón del barrio de Belgrano. La casa elegida, una típica construcción en altura de los años ´50 que personifica de manera impactante el espíritu ecléctico de aquella época – con reminiscencias inglesas, elementos franceses y una disposición de plantas racionalista- es el punto de encuentro que reúne a los 45 expositores, representantes del mejor diseño nacional.

En esta edición, desde el interiorismo, la muestra fue pensada como un recorrido ascendente por las distintas tendencias generacionales, bajo el concepto de Habitar, con espacios destinados a los millenials, las parejas jóvenes y también las adultas.

La inspiración, para que los expositores plasmen sus ideas, fueron las distintas etapas de la vida, reflejando una nueva mirada que atrapa al público tradicional y también a las nuevas generaciones que visitan la muestra.

Loft para una pareja millennial
Bajo la convocatoria de MercadoLibre, los diseñadores Malena Perkins y Tomás Magrane diseñaron este loft para una pareja de millennials, optimizando al máximo el espacio. Un mueble integrador recorre todo el lugar y alberga las distintas funciones que una casa exige, mientras un contraste de distintos elementos, como hierro, madera, vidrio, gres, lino, plantas, cerámica, granito, barro y lana, conviven como materiales nobles.
Baño Público (by Roca)
“Versace on the floor” es el nombre del proyecto del arquitecto Jorge Abecasis, inspirado en la moda, el arte, la música, el diseñador de moda italiano Gianni Versace y el músico estadounidense Bruno Mars. Su idea era lograr un abanico de sensaciones efímeras y para ello recurrió a las superficies brillantes, combinadas en negro y dorado, con la transparencia del agua y la tecnología.

“El entorno define todo en cada proyecto”

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Augusto de la Piedra es un joven arquitecto peruano que ha desarrollado una notable obra en ambientes de campo, cerros y playas. Su opinión sobre la sustentabilidad, la cuestión estilística y la identidad de la arquitectura latinoamericana.

— ¿Cómo definís tu arquitectura?

— Podría decir que es funcional, contemporánea, esencial.

— ¿Qué importancia le das a la sustentabilidad en tus obras?

— Privilegio el espacio justo, porque el área desperdiciada no sólo genera el costo innecesario de construcción, sino costos de energía a futuro. No pasamos por alto la orientación, en función de la mejor ventilación y el asoleamiento, como tampoco la selección de materiales amigables con el medio ambiente. Actualmente utilizamos paneles solares para la calefacción de las piscinas, materiales reciclados en pisos y enchapes.

— ¿Cuánto juega el entorno natural y cultural a la hora de definir un proyecto?

— Estas dos variables definen el proyecto en todo sentido. Uno debe tener claro en qué ámbito se sitúa el lote, de qué clase de proyecto se trata, quién es tu cliente, cuál es su perfil, y cuál es el de los vecinos y el de los predios alrededor, cuál es el recorrido del sol, cómo pega el viento, etc.

Cuando se diseña una casa de campo, como una de playa, el entorno cobra una importancia aún mayor que en la ciudad. Se debe considerar además del clima y de los lineamientos reglamentarios de altura, estilo, color, etc., cuál es la mejor vista hacia el mar o a la montaña, cuál es la historia del lugar, y cómo emplazar la edificación de forma armoniosa con la topografía. En nuestro último proyecto de campo, el  bosque vecino ingresaba al terreno y generaba la idea del patio interior de la casa. En otro de nuestros encargos, la cercanía de restos arqueológicos respecto al lote nutre la propuesta arquitectónica en forma de un patio hundido, estilo precolombino.

Cada cliente le imprime a su proyecto un sello personal, sea por la libertad que te da o por ejemplos que te expone o por su propia experiencia o cultura. El recuerdo de la cocina en casa del abuelo o el jardín en casa de los padres puede ser parte de la experiencia arquitectónica que los clientes te transmiten a veces y son puntos que uno debe interpretar y quizá emular en cada proyecto.

— En las casas particulares, ¿cómo encarás el trato con tus clientes? ¿Qué idea suelen tener ellos al llegar a tu estudio y cuánto intervenís vos para sugerirles un proyecto?

— Siempre iniciamos con una visita al terreno junto a los clientes, que es una buena oportunidad, tanto para percibir el lugar, analizar la mejor vista y el contexto donde se halla, como también para oír sus requerimientos, y finalmente proponer algunas ideas del proyecto, generalmente ligadas al emplazamiento.

Hay clientes que te dicen: “Tú eres el experto, propón lo que quieras”, como también hay los que te dan una memoria extraíble con fotos de decenas de referenciales. En el primer caso, el reto puede ser mayor porque el espectro de posibilidades es ilimitado, mientras que en el segundo caso ya tienes un sendero que recorrer.

Cuando los clientes tienen una idea rígida y uno quiere cambiarla, lo mejor es salir y visitar con ellos algún lugar que muestre otra posibilidad. La arquitectura en el papel es distinta a la de la experiencia y la gente te entiende mejor a través de algo tangible.

Líneas puras, sustentabilidad y funcionalidad caracterizan a cada proyecto del joven limeño.

— En la Argentina, sobre todo en las urbanizaciones privadas, se suele hablar de los estilos que predominan, pero muchos arquitectos desestiman el término. ¿Qué opinión tenés vos al respecto? ¿Existen hoy los estilos, cuánto influye la mano del arquitecto en ese contexto?

— En Lima existen condominios con rígidos reglamentos de construcción que parametran la tipología y el estilo. En muchas de las playas del Sur, donde se desarrollan los balnearios modernos de la ciudad, predomina la obligatoriedad del color blanco, y sólo permiten porcentajes mínimos para otros colores o texturas. Pero el condicionamiento no sólo es de color, sino también puede ser de: altura, retiro, tipo de ventanas, radio de las aristas, prohibición de curvas, frisos, molduras, voladizos, etc. Es quizá debido a estos reglamentos que la gente tiende a etiquetar la arquitectura como «minimalista», porque entienden el estilo del condominio como uno solo, con tendencia a los volúmenes rectos, blancos, y sin ornamentación.

El reglamento de construcción busca en general el orden y la homogeneidad en cada lugar, y el reto del arquitecto está en crear un proyecto novedoso y único dentro de esos parámetros, porque las reglas no atentan ni limitan el espacio y su calidad en ningún caso.

— ¿Qué relación entablás con tus obras, cómo te sentís al finalizarlas?

— Es una relación muy íntima desde el inicio. Si bien cada encargo es distinto, diseñamos cada uno como propio y al cerrar cada obra se produce un período de desapego. El vínculo va desde el primer trazo o esquema en la etapa de diseño hasta que el cliente se muda… De cierta manera, uno se apropia de sus obras.

— ¿Se puede hablar de una arquitectura latinoamericana? ¿Qué rasgos tendría?

—Yo me referiría a la arquitectura latinoamericana como aquel conjunto de obras que se producen en el territorio latinoamericano, pero no me podría referir a una sola o común en función a la forma o la estética.

Debido a que el contexto físico y cultural definen cada proyecto, y que este es muy diverso entre cada pueblo y mucho más diverso entre cada país o región, e incluso entre cada arquitecto, es difícil referirse a la arquitectura latinoamericana como un conjunto similar o amalgamado de forma o estilo. Creo que es más justo hablar de arquitectura global y destacar las similitudes latinoamericanas.

Lo que puedo notar a nivel regional, sobre todo en obras públicas donde ha habido un concurso de por medio, es que hay una pérdida del estilismo y hay un compromiso mayor en la búsqueda de la identidad, de la cultura y del entorno. La arquitectura latinoamericana es en el presente racional en su forma y elementos, debido a la tradición moderna del siglo pasado, pero ahora no tiene la rigidez de los preceptos del movimiento moderno, sino que es libre al proponer nuevos temas ligados a cada lugar y a su gente.

Perfil

Augusto de la Piedra Sánchez Aizcorbe nació en Lima el 20 de agosto de 1977. Es arquitecto egresado de la Universidad de Ciencias Aplicadas (2002) y dirige desde hace 14 años Augusto de la Piedra Arquitectos, estudio de diseño y construcción. Ha desarrollado proyectos de casas en la ciudad, playa y campo, además de edificios, condominios, restaurantes,  oficinas corporativas y proyectos de interiores.

En 2010 ganó el primer puesto del concurso para el Show Room de Cerámicas San Lorenzo, luego del cual ha sido jurado invitado de otros concursos. Algunas de sus obras han sido publicadas en diversos medios, y pueden ser visitadas en sus páginas web, de Facebook o Instagram: www.augustodelapiedra.com, Augusto de la Piedra Arquitectos y augusto_de_la_piedra_arq, respectivamente.

Una década del mejor golf

Nordelta Golf Club cumplió 10 años de vida, en los que se erigió como uno de los símbolos más destacados de este deporte en el país y América Latina. Ha sido sede tres veces del Abierto de la República y hoy tiene 500 socios jugadores.

El 18 de agosto de 2007 fue el gran día en el que Nordelta Golf Club abrió los 18 hoyos de su notable cancha, y para celebrar estos diez años, el sábado 19 de agosto pasado se desarrollaron un torneo y una cena en el club house.

Muchas cosas han pasado en esta década, el club ha vivido varios eventos y grandes campeonatos, como dos veces el Campeonato Argentino de Aficionados (2008 y 2017) y tres veces el Campeonato Abierto Visa de la República Argentina (2009, 2012 y 2013), las dos últimas como cierre del PGA Tour Latinoamericano.

Además, desde 2008 se juega el Campeonato del Club y el equipo de Interclubes de Caballeros se encuentra en este momento en la tercera de seis categorías. La escuela de menores, en tanto, ha crecido y sigue creciendo gracias a la incorporación hace unos años del profesional Santiago Junco; hoy cuenta con más de 50 chicos, diez de los cuales ya tienen hándicap nacional y tres de ellos (Augusto Oliva, Félix Villamil y Tomás Scolavino) representarán al club en el Interclubes que se jugará en octubre.

En cuanto a los socios, Martín Lonardi, Director de Golf del club, explica: “Han pasado muchos socios por el club, y un gran número de ellos se inició en el golf acá. Hoy contamos con más de 400 membresías y un total de 500 socios golfistas, que pueden disfrutar de un club ya encaminado, donde tratamos de brindar un servicio diferencial al de otros clubes de golf. Por supuesto que para ello es clave nuestra cancha de 18 hoyos Nicklaus Design, construida por Jack Nicklaus, y además ofrecemos un driving range con tres plataformas de tiro, un putting green y chipping green, vestuarios de damas y caballeros, casilla de palos y una flota de 66 carros eléctricos EZGO”.

También hay que resaltar que, en esta época del año, la cancha de Nicklaus tiene una particularidad muy marcada, con greens en perfecto estado y rodamiento, y fairways que drenan casi al instante, lo que permite que se pueda jugar al golf todos los días. “Vale destacar el trabajo de Diego Maidana, Superintendente de Mantenimiento de la cancha, y su equipo de trabajo”, agrega Lonardi.

El club abre de martes a domingos y se realizan torneos internos los miércoles, viernes, sábados, domingos y feriados.

Una ceremonia multisensorial

El indio Kurush Bharucha, sommelier y Tea Master de Lipton, estuvo en la Argentina para brindar una masterclass sobre el mundo del té. Sus recomendaciones para preparar y disfrutar de las diferentes variedades.

Cuenta la historia que en 1890, el comerciante y empresario escocés Sir Thomas Lipton tuvo un anhelo: todo el mundo debería poder disfrutar de un té, sin importar la clase social. Porque, lo que hoy es una rutina para todos, en esa época parecía imposible, ya que el té era caro y sólo podían consumirlo los ricos. Así que el plan de Lipton consistía en democratizar el té, mediante un negocio innovador. Compró plantaciones de té en Ceylán y Kenia, revolucionó el mercado y, las hojas que en su momento fueron tan codiciadas, por fin llegaron al alcance de todos.

Hoy, el consumo de té se ubica en el segundo lugar en el mundo, sólo después del agua, y es reconocido por ser una fuente de hidratación. Su aroma único y característico se debe a las sustancias que se encuentran en sus hojas que, combinadas en un blend junto a frutas, especias o flores, no solo pueden crear inéditas variedades, sino también despertar nuevas sensaciones. 

“Cuando vas a cualquier parte del mundo lo primero que te ofrecen es una taza de té. Y eso me encanta, porque, al ser una bebida cálida, conecta a las personas y rompe fronteras”, afirma Kurush Bharucha, sommelier y Tea Master de Unilever que, debido a la llegada de Lipton a la Argentina -la marca de té más vendida del mundo-, estuvo en Buenos Aires para brindar una masterclass y un tea tasting, con el fin de revelar los secretos y virtudes del té. “Porque catar no es sólo probar y listo, se trata de un acto multisensorial”, afirmó.

Kurush Bharucha nació y se crió en India, justamente uno de los países destacados en la producción y elaboración de diferentes variedades de té. Se introdujo en el mundo del té por casualidad. “Para ser un sommelier llegué a tomar 100 tazas por día para entrenar mi paladar”, comentó. Y, cuanto más conocía del deslumbrante mundo de las infusiones, más se enamoraba de lo que hoy en día considera su vocación.

Un té para cada gusto

Según Kurush, existe un estilo de té para cada persona. Sin embargo, entre sus favoritos, él destaca dos: “El Oolong, por su sabor naturalmente dulce y floral; y el Darjeeling, una variedad cultivada en el Himalaya y a la que muchos llaman el champagne del té, por su delicado aroma y carácter. Estas variedades son muy especiales, a los que sólo tengo acceso por ser un sommelier, pero si algún día quedo varado en una isla desierta, son los que me encantaría tener”.

Entre las variedades más tradicionales que podemos tomar a lo largo del día, el especialista recomienda: por la mañana, el English Breakfast, un té potente, con gran cuerpo, de especial sabor y aroma. Para ahuyentar el cansancio, el Earl Grey es ideal, un blend de té negro, con sabor floral, herbáceo y de notas cítricas. Por la tarde, nada mejor que celebrar la hora del té, con un suave té verde, que incluye un toque de amargor, gracias a sus hojas seleccionadas de Oriente. Por la noche, un té de menta o una infusión suave y delicada de manzanilla, son ideales para el momento del descanso.

¿Cómo prepararlo?

“Ante todo, se debe comprar un té de buena calidad y usar agua de primera, cuidando que la temperatura sea la ideal”, afirma Kurush, ya que uno de los errores más frecuentes es hervir demasiado el agua, o recalentarla. “Si el agua tiene mal sabor, el té también lo tendrá. Por eso debe ser fresca y rica en oxígeno”. Para un té negro, el agua debe estar casi en su punto de ebullición; en cambio, el té verde es más delicado y necesita una temperatura de entre 80 y 90 grados, a la que debemos dejar enfriar 30 segundos antes de volcarla a la taza.
Por otro lado, el té debe estar muy bien guardado, en un lugar seco y en un envase hermético, alejado de los productos de limpieza, ya que absorbe los olores muy fácilmente.

Asimismo, el tiempo que debe permanecer el saquito en la taza depende de la variedad: el té verde solo necesita dos o tres minutos; mientras que al té negro podemos dejarlo un poco más. Con respecto a las infusiones, el saquito se puede dejar hasta seis minutos, ya que necesitan de más tiempo para liberar su gusto.
Más allá de su sabor, lo cierto es que el té contiene flavonoides, cuyas propiedades son antioxidantes, antibacterianas y antivirales, por eso una rica taza de té también hace bien a la salud.

Viajar sin tiempo

En un recorrido por el norte ibérico, el alma se pierde entre marcas y señales que recorren trece siglos de historia. Monasterios, rutas, puentes y museos, con el Camino de Santiago como denominador común.

Caminando por lugares del norte de España, algunos de estos atravesados por el Camino de Santiago de Compostela, me resulta imposible evitar que mi pensamiento no remita una y otra vez a mis clases de filosofía.

Desde Platón hasta el presente, innumerables pensadores han intentado explicar el concepto del tiempo. A medida que intento avanzar en su comprensión, más me alejo de ella. Sin embargo, cuando estoy parado frente una ermita que data del siglo VIII, ubicada a tan sólo unos minutos de una moderna autopista construida a la perfección, y desde la cual fui guiado por una voz anónima que simula ser de un humano y hasta parece enojarse conmigo si no cumplo con su consigna correctamente (para finalmente decirme: “Ha llegado al destino”), puedo advertir por unos segundos que no debería perder “más tiempo” en intentar comprender “el tiempo”.

Por eso prefiero compartir esta experiencia, y elijo hacerlo con imágenes, que seguramente podrán acercarme un poco más a lo que deseo transmitir.

LA CUNA DEL CASTELLANO
En San Millán de la Cogolla, dentro la comunidad de La Rioja, hay dos antiguos monasterios (el de Yuso y el de Suso), donde se encontraron antiguos textos en latín con anotaciones en una suerte de castellano antiguo, que datan del año 1000, aproximadamente. Se los considera el primer registro escrito de la lengua que finalmente se extendió por toda España.

El Camino de Santiago

Dice el libro bíblico de Los Hechos de los Apóstoles que, tras la resurrección de Cristo, el Espíritu Santo visitó a sus discípulos más cercanos y los envió a predicar la nueva religión a los distintos rincones de Europa y el cercano Oriente. La tradición católica dice que el apóstol Santiago el Mayor partió rumbo a la península Ibérica. Se supone que el apóstol recorrió buena parte de la Hispania, logró cierto reconocimiento y luego regresó a Jerusalén, donde fue decapitado por orden de Herodes Agripa. Se cree que algunos de sus discípulos llevaron sus restos por mar nuevamente a Galicia, donde los enterraron.

No se supo más de Santiago hasta el año 813, cuando un ermitaño afirmó que una estrella lo había llevado hasta un antiguo sepulcro en una zona utilizada como necrópolis desde los tiempos de los celtas. Se lo comunicó al obispo de la zona, quien encontró allí un esqueleto con la cabeza bajo el brazo, por lo que determinó que se trataba del protomártir cristiano. El reino de Asturias era en aquel momento el único bastión cristiano que resistía la dominación mora en toda la península, y su rey, Alfonso II, mandó construir una iglesia sobre el sepulcro. Y así, en el Noroeste de la antigua provincia romana de Hispania, Occidente vio una luz para comenzar a recuperar su supremacía política, religiosa y territorial.

El primer peregrino al sepulcro del “campus stellae” (campo de estrellas) fue el propio rey Alfonso II, quien llegó hasta allí con toda su corte. Eran los últimos años de vida de Carlomagno y también de la máxima expansión musulmana en la península Ibérica. En consecuencia, Alfonso II, con el apoyo de Carlomagno y de sus sucesores, trabajó para instalar la supuesta tumba de Santiago como un centro de peregrinaje.

LAS HUELLAS DE UNA MARTIR
Santa Juliana, o Santillana, fue una misionera cristiana martirizada en el siglo III en lo que hoy es Turquía. Sus restos fueron traídos a Cantabria en el siglo IX, y 200 años más tarde se erigió el templo y colegiata de Santillana del Mar, que aún subsiste.

Así nació el Camino de Santiago de Compostela (palabra derivada de campus stellae, campo de estrellas), que comenzó a consolidarse durante el siglo X y alcanzó su apogeo una centuria más tarde, gracias a la progresiva construcción de puentes, monasterios y hospedajes para peregrinos. Además, hacia el 1130 arribó con fuerza a la región la Orden de los Pobres Caballeros  de Cristo, más conocida como Orden de los Caballeros del Temple o Templarios, organización militar-religiosa que había nacido apenas un par de décadas antes con el fin de participar en las Cruzadas a Jerusalén y proteger a los peregrinos a Tierra Santa. Con la aprobación de los reyes locales, los Templarios edificaron castillos y capillas a lo largo de las diferentes vías que conducían a Compostela, tanto en el Norte de España como en Francia, y con su presencia el peregrinaje jacobeo se volvió más seguro y popular.

Todo siguió sin demasiados cambios hasta el final del siglo XIV, cuando por diversas razones (luchas contra los moros, sequías, hambrunas y pestes) el número de peregrinos fue en franco declive, hasta que Santiago cayó prácticamente en el olvido, lo que se mantuvo durante cinco siglos. Recién en 1962 hubo un primer intento de revitalizarla, cuando un grupo de maestros decidió señalizar el camino. El año santo de 1971 marcó un primer número alentador, con 451 caminantes… pero siete años después la cifra bajó a ¡13! En la segunda mitad de la década del ’80 la cantidad comenzó a subir exponencialmente, pero el verdadero despegue llegó en el año santo de 1993, cuando el gobierno autónomo gallego enfocó todas sus energías para promocionar el Camino. Y vaya si le resultó: ese año lo recorrieron nada menos que 99.436 personas. Seis años después superó por primera vez los 150.000, y desde 2004 que no baja de los 100.000, con un récord de 272.703 en 2010.

Así cobraron vida nuevamente centenares de pueblitos, volvieron a brillar antiguas capillas, refugios y albergues, y, como mil años atrás, los peregrinos comenzaron a caminar buscando las vieiras que marcan la dirección correcta. Desde los tiempos celtas, la vieira era el testimonio de que uno había llegado hasta el Atlántico.

La hora de los deportivos premium

Jaguar, Ford y Audi presentaron recientemente en el país nuevos modelos de alta gama, con un fuerte carácter deportivo, prestaciones superlativas y los sistemas tecnológicos más avanzados del mundo.

Favorecido por la baja de impuestos, el segmento automotor más exclusivo del país ha experimentado un fuerte impulso en el último año, lo que ha impulsado a los importadores a incrementar la oferta de marcas y modelos. El reciente Salón del Automóvil de Buenos Aires sirvió para el lanzamiento de varias novedades destinadas al target consumidor más elevado, como el súper deportivo Ford Mustang Shelby GT 350R y los nuevos integrantes de la división Sport de Audi. Además, días antes del Salón, se presentó oficialmente en nuestro país el impactante Jaguar F-Pace, el primer SUV de la firma británica.

Con acento londinense

El nuevo F-Pace captura el ADN de Jaguar, surgido de sus más de 80 años de historia dentro del segmento de autos deportivos, e incorpora importantes avances tecnológicos, novedosas capacidades de conducción dinámica y un diseño imponente. Se trata de un SUV deportivo perfilado para la ruta, pero capaz de llegar a cualquier lugar, con 80 por ciento de su estructura de aluminio, lo que lo hace mucho más liviano, rápido y flexible.

En el diseño exterior, la parrilla frontal refuerza el potencial de todas las superficies del nuevo F-Pace, contribuye a la eficiencia aerodinámica y enfatiza las credenciales de rendimiento del vehículo. El interior, en tanto, es sumamente cómodo y amplio. Los materiales son de primera calidad, las terminaciones limpias y las tecnologías de última generación. Las butacas delanteras deportivas brindan una buena contención y un confort espectacular, gracias a 14 tipos de ajuste, sistema de calefacción y refrigeración. En la parte trasera, los asientos fueron diseñados para ofrecer el máximo espacio para sus tres ocupantes. Su posición, junto con la altura del respaldo, hace que incluso los niños tengan una buena visión.

El nuevo Jaguar F Pace el mejor y mas lindo del año

También hay que destacar que el F-Pace mantiene el corazón deportivo de Jaguar e incorpora características prácticas para los usuarios, como la suspensión avanzada y la tecnología de tracción. La suspensión delantera es de doble trapecio de aluminio, la cual logra una respuesta instantánea de la dirección gracias a su fabricación ligera y rígida, mientras que los brazos inferiores de la suspensión son más resistentes, lo que da protección contra los golpes. En la parte trasera se ha utilizado el sistema de suspensión Integral Link, lo que ha permitido separar la elasticidad vertical y lateral para ofrecer un rendimiento mucho mejor que el de los sistemas convencionales, ya que absorbe aún más las irregularidades del terreno. También se ha desarrollado una mayor estabilidad lateral en frenadas repentinas.

La versión que llega a Argentina cuenta con tracción total AWD, una importante ayuda dinámica que cuenta con una caja de transmisión accionada por cadena, un 10% más eficiente y un 16% más ligera que las generaciones anteriores.

En lo que hace al sistema de información y entretenimiento, el SUV de Jaguar cuenta de serie con una pantalla táctil de ocho pulgadas, un interfaz intuitivo para el usuario que reconoce gestos realizados en smartphones y tablets como deslizar para cambiar de página o acercarse a mapas representados en gráficos 2D o 3D. Como opcional aparece el sistema In Control Touch Pro, dotado de una pantalla táctil de 10,2 pulgadas y dos sistemas de audio digital desarrollados con los expertos de Meridian, que incluyen 17 altavoces y 825W de sonido envolvente, que aporta una magnífica reproducción de sonido.

El mercado nacional contará con dos versiones, ambas de transmisión automática de ocho velocidades: R-Sport y Prestige. La primera está impulsada por un motor naftero de tres litros y 340 hp, que alcanza una velocidad máxima de 250 kilómetros por hora, acelera de 0 a 100 en 5,8 segundos y posee un consumo mixto de 8,9 litros cada cien kilómetros. La versión Prestige estará disponible con dos motorizaciones: el mencionado naftero y un turbodiésel de dos litros y 180 hp, que alcanza los 100 kilómetros por hora en 8,7 segundos y cuenta con un consumo mixto de 5,3 litros cada cien kilómetros. 

Corazón salvaje

El Mustang Shelby GT 350R es un Mustang de serie homologado para andar por las calles y listo para las pistas, equipado con un motor V8 de más de 500 cv, llantas de fibra de carbono, carrocería más liviana y una suspensión modificada. El foco de los ingenieros de Ford al diseñarlo estuvo puesto en crear un vehículo que integre una ingeniería avanzada que ahorre en peso, para mejorar su rendimiento en la pista. Cada sistema, componente y forma está perfilado y optimizado para que todas las piezas funcionen en gran armonía.

El origen de este modelo se remonta a 1965, cuando Ford y Carroll Shelby desarrollaron una versión de competición del popular Ford Mustang, el modelo Shelby GT350. El actual Shelby GT350R fue fabricado con el mismo espíritu, con innovaciones en aerodinámica, chásis y motor. Por ejemplo, es el primer V8 de Ford con cigüeñal de superficie plana, el motor naturalmente aspirado más potente jamás producido por la marca. La transmisión es manual, de seis velocidades.

Los ingenieros de Ford persiguieron el objetivo de reducir de peso en el Shelby GT350R, pero

para los clientes que quieren mayor comodidad, se ofrece un paquete electrónico opcional, que incluye aire acondicionado bi-zona, pantalla táctil de ocho pulgadas con navegador y sistema de audio con siete parlantes.

La excelencia aerodinámica se ve en detalles como un alerón trasero de alta eficiencia de fibra de carbono, que desplaza el centro de gravedad del vehículo hacia atrás y así aumenta la estabilidad a altas velocidades. Además, trae detalles de diseño de competición en la carrocería. En la cabina, se destacan los asientos con costura roja contrastante, el emblema Shelby GT350R y el volante en forma de “D” con una marca roja en el centro.

Exclusividad germana

“Audi Sport representa las grandes ligas en deportividad. Toda la experiencia y el conocimiento obtenidos por Audi en las competencias de automovilismo más exigentes fueron volcadas a una gama de productos que sobresalen por sus prestaciones”, dijo Conrado Wittstatt, Gerente General de Audi Argentina, al presentar en el Salón del Automóvil los modelos Audi RS 3 Sedán, TT RS Coupé y Audi R8 V10 plus.

El Audi R8 V10 Plus tiene nada menos que 610 cv de potencia.

El RS 3 Sedán 2.5 TFSI S Tronic Quattro tiene el motor de cinco cilindros más potente del mundo: 400 cv y un torque de 480 Nm. Acelera de 0 a 100 kilómetros por hora en tan solo 4,1 segundos y su velocidad máxima está electrónicamente limitada de 250, aunque a pedido la marca la puede llevar a 280. Además de estas prestaciones, el sistema Audi Drive Select permite ajustar las válvulas del sistema de escape RS, lo que intensifica el sonido único del motor. El consumo, en tanto, se optimiza gracias al Audi Valvelift, que otorga un control variable de las válvulas de escape.
Exteriormente, el perfil deportivo de este Audi luce reforzado gracias a la parrilla de panal tridimensional, un spoiler sobre la tapa del baúl (que mejora la separación del flujo de aire) y los grandes caños de escape ovales.

Entre el equipamiento de serie sobresalen el Audi virtual cockpit, el sistema de frenos RS , el Audi smartphone interface, el techo de cristal panorámico, el tren de rodaje deportivo RS, el sistema de audio Bang & Olufsen, el MMI Navigation plus con MMI touch, las luces delanteras Matrix LED, las luces traseras LED, los espejos retrovisores exteriores abatibles, térmicos, y antideslumbrantes, los sensores de estacionamiento delanteros y traseros con visualización selectiva, las llantas Audi Sport de diseño cuchilla de cinco brazos de 19 pulgadas, el volante de cuero de tres radios, multifunción plus, achatado, con levas de cambio, y las butacas deportivas RS con ajuste eléctrico, tapizados en cuero napa fina y costura contrastada.

La misma potencia y torque ofrece el TT RS Coupé, mientras que el R8 V10 Plus, con sus 610 cv y 700 Nm de torque, pone la vara en lo más alto de la industria automotriz mundial.

El Flaco, de La Boca a Nordelta

Rolando Schiavi llegó de grande al club del que era hincha desde chico. Sin embargo, en poco tiempo se convirtió en ídolo y se retiró cuando tenía casi 40 años, luego de ganar nueve títulos, incluida una Copa Intercontinental. Hoy es director técnico de la reserva xeneixe y disfruta de la vida en El Golf de la ciudadpueblo.

A los ocho años fue su primer contacto con Boca, cuando el xeneixe fue a jugar a Lincoln, su pueblo natal. Después de un entrenamiento, aprovechó y se sacó fotos con el Loco Gatti y el Tano Pernía, ídolos boquenses por ese entonces. Ya de más grande, mientras hacia las inferiores en Rivadavia de Lincoln, si jugaba Boca sacaba la tele afuera, prendía la parrilla, y miraba el partido con amigos en el patio. Eran los años de Giunta, Simón, Cabañas, Comas, Graciani… y el sueño de Rolando Schiavi era ponerse la azul y oro. Jugó primero en Argentino de Rosario y luego en Argentinos Juniors, y recién a los 28 años se le presentó la oportunidad tan anhelada cuando lo contrataron para reemplazar al Patrón Bermúdez. El Flaco se asentó bien en el área, se hizo querer y terminó conquistando nueve títulos en dos etapas en Boca, incluidas las copas Libertadores e Intercontinental en 2003.

Entre ambos períodos en La Ribera jugó en Gremio de Porto Alegre y Newell´s Old Boys de Rosario, donde se convirtió en el defensor más goleador de la historia del club, con 18 goles en 109 partidos; en esa misma época adquirió otro récord: el de jugador más viejo en debutar en la Selección, con 36 años, en un partido de 2009 por las Eliminatorias, contra Paraguay. Además, dice Rolo que él, junto con Nicolás Burdisso, vendió a Maxi López al Barcelona, tras un partido contra River en el que el rubio delantero fue la figura…

Por la puerta grande

El Flaco hoy vive en el barrio El Golf de Nordelta, junto con su mujer, Jimena, y sus tres hijos: Tomy, Santino y Alma. Desde allí sale todos los días para La Boca, donde desde 2014 es director técnico de la reserva. Y allí también charló con esta revista, entre recuerdos y reflexiones.

— Como defensor fuiste goleador, pero también un duro que no perdonaba a nadie…

— Y… Me acuerdo cuando vino el Kun Agüero a jugar a la Bombonera, con 16 años, pobre, nos turnábamos con el Negro Ibarra y Cascini. Nos divertía. La clave era ir fuerte a la primera pelota, y a la dividida. Cuando ves que viene pelota y jugador, pelota y pierna, no le podés errar, ja ja.

— En tu último partido en la Bombonera colgaron de la tribuna una bandera que decía “Gracias Flaco por defender la camiseta como los hinchas”. Un mensaje para pocos.

— Me retiré en el momento justo, como quería. Ganando, bien con la gente, una despedida que todo jugador quiere tener. Me fui por la puerta grande, cuando yo quise.

— Pero después jugaste un año en China y tu retiro definitivo fue en Rivadavia de Lincoln…

— Fue más para darle la mano al club en el que mi hermano era técnico. Viajar en auto hasta allá para jugar los fines de semana era muy difícil. Pero fue muy lindo volver adonde viví 19 años y donde hice las inferiores, volver al mismo vestuario donde me cambié de chico, la misma cancha, encontrarme con la misma gente que sigue estando, los de utilería… ¡Y encima dirigido por mi hermano! Fue algo más afectivo y familiar que deportivo.

— ¿Que recordás de la vez que con la camiseta de Argentinos Juniors te tocó jugar contra Maradona?

La Bombonera se venía abajo, todo el mundo gritando “Maradoooo”, nunca viví algo igual, que alguien genere nada semejante.

— ¿Como director técnico te das cuenta de los errores que tuviste cuando eras futbolista?

— Ahora veo que debería haber escuchado más a los técnicos cuando me decían que tenía que mejorar alguna que otra cosa, por ahí cuando sos joven pensás que las sabés todas. Hoy tratamos de mostrarles a los chicos que no es así, que todos los días se puede aprender. En mi caso, en general fui de hacer caso, de otro modo no hubiese jugado veinte años al fútbol, me hubiera peleado con todos los técnicos. La autoridad siempre hay que respetarla, aunque a veces no tenga razón.

— Igual vos no volvías con mucha bronca al vestuario porque te descargabas en la cancha, ¿no?

— Sí, una vez que entraba me sacaba todo, ja ja.

— ¿Cuál es la patada que diste que mas recordás?

— No tengo muchas… O tengo tantas que ni me acuerdo, ja ja ja.

— ¿Y de los goles? Hiciste más de 50…

— Los que más me acuerdo son los de los clásicos, como el que le hice con Boca a River en la Bombonera, en 2004, y  en Newell´s contra Central, un partido que se vive de manera más intensa que un Boca-River. Pero hay muchos goles para recordar.

— Fuiste convocado sólo a dos partidos de la Selección, ¿por qué?

— En mi mejor momento, en 2003 en Boca, estaban Fabián Ayala y Walter Samuel, creo que era imposible competir con ellos y no se dio la oportunidad. Después Maradona me llamó de grande.

— ¿Cómo se vive un clásico como DT?

— Me pongo más nervioso estando afuera que adentro de la cancha, porque jugando vos sabés las cosas que tenés que hacer, y desde afuera por ahí no lo podés lograr.

— Si Guillermo Barros Schelotto diera un paso al costado y te llegara la oportunidad, ¿estarías preparado?

— No está en mi cabeza dirigir la primera de Boca ahora. Creo que todavía tengo mucho para aprender, ir a otro lado a juntar experiencia y en otro momento si se da bien, pero por el momento no está la idea.

— ¿Qué directores técnicos admirás?

— Varios… Bielsa, Guardiola, Sampaoli me gusta mucho. Los técnicos que trabajan, a la larga tiene sus frutos.

— ¿Qué opinas de los cambios que hubo en la AFA?

— Espero que sean para mejorar, pero por lo visto si no hay un cambio muy profundo vamos a seguir estando en la misma, y creo que estamos cada vez peor.

— ¿Cómo comparás el fútbol de tu época con el actual?

— Creo que hoy es totalmente distinto, los representantes y los padres están muy pendientes de lo que puede llegar a generar un chico. Antes por ahí teníamos más sacrificios, o tal vez otro tipo de cabeza. Mi papá nunca fue a una cancha de fútbol y nunca me obligó a jugar. Lo único que me dijo fue que tenía que estudiar o trabajar. Hoy ya no tienen la cultura del trabajo como teníamos nosotros antes, y el hijo no ve al padre con cultura de trabajo, entonces especulan para ver si llegan.

— ¿Que te dejó haber trabajado en la carnicería de tu papá cuando vivías en Lincoln?

Me sirvió muchísimo para poder valorar lo que significa traer el pan a mi casa, hasta el día de hoy mi viejo sigue trabajando. Creo que yo con ese ejemplo no podía no hacerlo. Yo lo sigo haciendo hasta el día de hoy, y es un ejemplo para mis hijos, En la vida sin sacrificio no llegás a nada. Si no sacrificás cosas, no vivís el día a día y no entregás todo, no podés ser nadie en la vida.

— Viviste en China, España, Brasil, ¿cómo es vivir en Nordelta?

— Muy tranquilo, estamos muy contentos. Sabemos que es una burbuja por ahí para nuestros hijos, pero está en cada padre querer mostrarle otro tipo de cosas que existen más allá de esto.

— Vivías en Santa Bárbara y te mudaste acá nomás…

— Acá es más tranquilo, El Golf es mucho más abierto. En Santa Bárbara vivíamos en la troncal y con los chicos no podés salir a andar en bicicleta porque pasan autos todo el día, es un caos.

— ¿Jugás al golf acá en Nordelta?

— Si salimos a jugar a veces con Raúl Cascini, Carlos Tevez cuando está acá, Andrés Guglielminpietro… Es donde me puedo desconectar de todo, la paso bien, armé un grupo lindo y me puedo despejar un poco todos los días.

— ¿Cuál es tu lugar en el mundo?

— Todos los lugares donde viví. No soy de aferrarme a un lugar y decir “Acá me quedo”. Lincoln me encanta, pero para ir uno o dos días a visitar a mis viejos o ir al campo; Buenos Aires me gusta también, pero si tengo que ir a otro lado, no tengo problema, la pasé muy bien en todos los lugares que viví.

— ¿Y de vacaciones?

— Me gusta mucho la playa, todas las que pueda conocer, las mejores playas del mundo trato de ir, en julio y diciembre.

— ¿Te gustaría que tus hijos sean futbolistas?

— Que hagan lo que quieren, los voy a apoyar en lo que quieran hacer. Mientras estudien…

“Nos mudamos acá para tener una familia grande”

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El periodista y conductor Germán Paoloski y la actriz Sabrina Garciarena viven en El Golf desde hace tres años. Felices por la reciente llegada de su segundo hijo, aseguran que en Nordelta disfrutan de una vida tranquila y natural. Y Germán se explaya sobre su exitoso presente profesional.

“¿No les llueven pelotas acá?”, pregunta el cronista apenas se asoma al jardín de los Paoloski, en el barrio El Golf. “¿Sabés que no? -contesta Germán-. El otro día Sabri me dijo que encontró dos pelotitas, pero yo nunca vi ninguna. O juegan bastante bien, o estamos más lejos de lo que yo pienso”, concluye el dueño de casa, mientras desde el ventanal de la galería observa el hoyo 6, del otro lado de la laguna. El conductor y productor de TV vive en El Golf junto a su esposa y sus hijos: Beltrán, de tres meses, y León, de tres años. De pronto aparece en escena la dama de la casa, la actriz y modelo Sabrina Garciarena, quien hoy está dedicada a pleno a su rol de madre. Es más, está a punto de llevar a natación a León, a quien le puso así por un sueño que tuvo: “Antes nunca se me había ocurrido ese nombre”. Cuenta que siempre le gustó vivir en la ciudad de Buenos Aires y que no creía que se fuera a acostumbrar a vivir en Nordelta. Hasta que se instalaron: “Hoy me encanta la vida natural, sobre todo para los chicos”, dice, mientras justo aparecen dos cuises correteando por el jardín y Atilio, el perro de la familia, ni se inmuta. Sabrina se va y continúa el hombre de la casa, que la mayoría de los días de la semana no vuelve hasta la una de la mañana porque conduce “Vuelta y Vuelta”, por radio AM 630; “Todo Tiene un por qué”, por la TV Pública; y su preciado “NET (Nunca es tarde)”, el late night show que también produce con su productora G5 Contenidos.

— ¿Te costó mudarte de Buenos Aires a Nordelta?

— No, estaba muy convencido. Había comprado un terreno como inversión en los Sauces en 2005, porque ya en esa época me gustaba mucho, y tenía pensado construir ahí, pero después terminé vendiéndolo, seguí en CABA , pero siempre me quedó la idea de venir acá. Y en 2011 apareció la oportunidad de comprar en El Golf.

— No perdés el tiempo, tenés una agenda bastante apretada…

— Tengo un lugar como la radio para hablar de política y cosas más serias, tengo un lugar para entrevistar y divertirme como NET y tengo un lugar para hacer un programa didáctico y educativo y dejar algo a la sociedad, en la Televisión Pública. Es una abanico de cosas diferentes, no son tres programas iguales, te tenés que ir adaptando a cada formato.

— ¿Cuál es el concepto de un late night show como NET?

NET es un programa al estilo de los norteamericanos, que me gustan mucho, y es un programa más personal. Es el programa de Jimmy Fallon, Jimmy Kimmel, de James Corden. Yo, a diferencia de ellos, como considero mejor armar un equipo y que no sea el programa mío, no le puse “Este es el Show de Germán Paoloski”, sino “Nunca es Tarde”.

— ¿Sería exitoso en un canal de aire?

— En el cable encontré un bálsamo. La tele abierta es muy difícil y no respeta los tiempos y las voluntades, es más perverso el sistema, se rige mucho por el minuto a minuto, por lo que “vende”, por lo que teóricamente la gente quiere ver. Los programas de tevé abierta van al hueso y a las cosas del momento, los líos, y yo no tengo ganas de hacer un programa de ese estilo, sino poder disfrutar: hablar con Víctor Laplace como hice el otro día, disfrutar de charlar con un tipo que es un groso de la actuación, que hizo 80 películas, y que por ahí hoy los pibes no saben quién es, y me da bronca que no lo sepan, porque es muy interesante.

Paoloski acaricia a Atilio, el perro de la familia. De fondo se ve el hoyo 6 de la cancha de golf.

— Empezaste trabajando como periodista deportivo.

— Tengo que reconocer que uno necesita un poco de suerte. Entre los años ’95 y ‘97 fue el auge del periodismo deportivo. Hasta ese momento no era muy común estudiar esa carrera, yo fui la primera camada de la Escuela de Niembro y Araujo, y justo llegaron a la Argentina Espn, Fox, empezó TyC, salió el diario Olé… Tuvimos chances, las cosas se dieron naturalmente.

— Leí por algún lado que Matías Martín te había marcado bastante.

— Sí, porque Matías arrancó antes que yo. Mientras yo estudiaba Periodismo Deportivo con Niembro y Araujo y Comunicación en la UBA, él hacía “Fuera de Juego”. También admiro a Juan Pablo Varsky, Juan Alberto Badía, Nicolás Repetto, Tinelli, Julián Weich. Un montón de conductores que trataron de hacer programas entretenidos y para toda la familia, que es lo que me gusta a mí, ir por ese lado.

— Hay gente de los medios que hace siempre lo mismo, vos en cambio te reinventás constantemente.

— Cada uno tiene su estructura, su forma, su personalidad. Yo no critico a nadie, cada uno es feliz con lo que quiere, con lo que puede, con lo que tiene, y en el caso mío he tenido ganas de no quedarme en un lugar y de ir siempre por más, también por cierta curiosidad, y ciertas ganas de ver qué pasa, con muchas cosas, quedarte en un lugar cómodo no es lo mío. A mí me gusta exponerme, me puede ir bien o mal, pero siempre voy a emprender, hacer. Yo no creo que sentado en tu casa te vengan a tocar la puerta, creo que tenés que salir a buscar las cosas que querés hacer, porque de esa manera van a llegar más rápido y mejor. 

—¿Te aburrís después de un tiempo?

— Hice “Fútbol para Todos” desde 2003 hasta 2009, lo disfruté mucho, pero es inevitable repetirse, y en algún momento tenés que cambiar. “Pura Química” fueron cinco años y también es un ciclo cumplido. Se podría haber hecho cinco años más, pero también hay otras cuestiones que tienen que ver con la ambición personal, las ganas de tomar más decisiones… Entonces a veces uno tiene que dar un paso al costado. Lo mismo pasó en “Diario de Medianoche”, lo disfruté mucho, conduje el programa durante seis años, y fueron geniales, y hoy todo el mundo me dice “Cómo te veía en el noticiero, cómo me gustaba, ¿por qué te fuiste?”.

— ¿Cómo se logra un programa exitoso?

— Para mi el éxito de los programas es el equipo, el grupo, la gente que está delante y detrás de cámara. Si vos tenés un buen equipo de producción y buenos colegas es mucho más fácil, lo importante es que cada uno sepa qué tiene que hacer: uno conduce, otro hace chistes, otro se mete por este lado… y así vas construyendo.

— Volviendo al hogar y la familia, ¿cómo impacta ser padre de dos?

— El impacto más grande es el segundo, aunque hay una cuestión muy importante cuando tenés el primer hijo, todo es nuevo, pero cuando ya te estás acostumbrando, te cae el segundo y es como una revolución, un poco heavy, pero también es una felicidad increíble. Estoy feliz de la vida con los dos, contento con la familia que armamos y seguramente pensando que por ahí vendrá alguno más adelante. A mí me encantan los chicos y a Sabri también, y la idea de mudarnos acá y tener esta casa es tener una familia numerosa y poder disfrutarla.

— ¿Qué es lo que más les gusta de vivir acá?

— Que te despreocupás un poco. Sabés que los chicos pueden salir a andar en bicicleta, salir a correr, jugar, tienen espacio, jardín… Esta calidad de vida en Capital no la tenés, no hay manera, y además allá tenés inseguridad, acá hay más resguardo.

Una nueva mirada para pensar más

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Malba presentó la exposición Verboamérica, constituida por las obras de su colección permanente. ¿En qué consistió la novedad? En una nueva lectura, con parámetros propios de América Latina. “Es un nuevo modo de pensar la colección, no con referencias externas, sino con lo que las obras contenían en sí mismas, su lenguaje y sus temas”, explica la curadora, Andrea Giunta. Una propuesta a la que el público respondió con entusiasmo.

En agosto de 2014, cuando se radicó en Buenos Aires para asumir como Director Artístico de Malba-Fundación Costantini, el español Agustín Pérez Rubio anunció que uno de sus primeros objetivos iba a ser plantear una nueva lectura de la riquísima colección permanente del museo. Apenas un par de semanas más tarde, convocó a la curadora e historiadora del arte Andrea Giunta, y juntos encararon la tarea. El resultado fue Verboamérica, una exposición nueva con las obras que identifican a Malba desde su nacimiento, que fue inaugurada en septiembre de 2016.

Nueve meses después, cuando el numeroso público que habitualmente recorre los salones del célebre museo porteño ha dado muestras de su aprobación a esta original disposición, Giunta explicó con claridad las pautas que la construyeron.

-— Replantear y releer la colección de Malba fue uno de los primeros objetivos de Agustín Pérez Rubio cuando asumió la dirección artística del museo. ¿Qué análisis hicieron para el planteo general de Verboamérica?

— La colección había estado montada durante varios años con un criterio cronológico, siguiendo la historia de los estilos del arte europeo. Nosotros nos planteamos correr a un lado esta historia y comenzar con las obras mismas. Dedicamos muchas días, durante dos años, a analizar y discutir las obras en sí mismas. De estas conversaciones surgió un guión curatorial más cercano al significado de cada una de las obras que a los estilos que las catalogan. En verdad no teníamos ningún plan previo. Solo queríamos volver a mirar las obras de la colección para volver a descubrirlas. Así surgió una mirada nueva, que conecta las obras con los contextos específicos en los que fueron creadas, con la naturaleza, las ciudades y los problemas propios de América latina.

— ¿Por qué era necesario analizar la colección por fuera de las categorías y denominaciones europeas?

— En verdad no es que era necesario, fue lo que surgió del trabajo cercano con las obras. Conversamos mucho sobre cada una, sobre los artistas, sobre lo que cada uno pensaba y buscaba cuando realizaba esas obras, y así fuimos diseñando el nuevo guión. Por ejemplo, podemos entender la obra de Xul Solar desde las vanguardias europeas, desde Klee o el surrealismo, pero nunca descubriríamos por ese camino hasta qué punto con sus obras imaginaba ciudades o remitía a mitos originarios de América. Al volver a las obras pudimos encontrarnos con una perspectiva indigenista para entender las obras de Xul Solar, y pudimos ver la obra de Frida Kahlo no como surrealista sino como indigenista. En otras palabras: pudimos volver a pensar la colección. Esa es la riqueza de una obra: que puede ser pensada y sentida de muchas formas. No existe una única manera de entenderlas.

— ¿Qué dice la producción artística latinoamericana sobre la historia del continente y el contexto en el que se realizaron las obras?

— Cada obra compacta muchos mundos. Además del mundo del artista, sus conocimientos, sus experiencias, sus sueños. Pero también el momento en el que estaba trabajando, las especiales circunstancias que lo rodeaban, el momento político, social, las personas a las que conoció. Todos esos mundos están presentes en cada obra, que, a su vez, crea un universo nuevo. Porque en esa asociación de sentidos surgen sentidos nuevos que también impactan en el mundo en el que la obra actúa. Así, una obra no es un resultado de un conjunto de circunstancias biográficas o contextuales. La obra también incide en la realidad. Cuando la analizamos, tenemos que ir hacia la historia del continente y de cada país, de cada ciudad, de cada individuo y cada comunidad involucrados en ella. Los cuadros constructivistas de Torres- García nos permiten acceder al contexto parisino en el que él trabajaba en 1931, pero también a la ciudad de Nueva York, donde estuvo en los años ’20, o a la ciudad de Montevideo, a la que regresó en los años ‘30. Las tres obras de Torres-García que están juntas remiten a tres momentos, a tres ciudades. Si podemos entrar en cada uno de esos mundos descubriremos mil sutilezas que nos hablan de problemas distintos que a su vez están en contacto: la explosión urbana a comienzos del siglo XX, las multitudes, los puertos, el aceleramiento de las grandes ciudades.

Rompecabezas (1968-1970), de Jorge de la Vega, ocupa el centro de la escena en este sector de la muestra.

— ¿Se ha descontextualizado en ocasiones esas obras, con el fin de quitarles su lectura socio-política?

— No necesariamente. Sólo que cuando pensamos una obra realizada en América latina únicamente desde los marcos de la historia del arte escrita en Europa y en los Estados Unidos (la historia del arte del siglo XX es euronorteamericana y en muchos sentidos lo sigue siendo), perdemos las palabras, los sentidos, las paletas desde las que las pensaron los propios artistas latinoamericanos. Ellos no usaban solo términos como abstracto, surrealista o futurista, también crearon palabras para nombrar a sus obras, como universalismo constructivo, o antropofagia, o negritud, o indigenismo. Necesitamos conocer las vanguardias europeas, pero también necesitamos conocer las latinoamericanas. Entonces preferimos, en esta oportunidad, privilegiar las palabras latinoamericanas. Son opciones, una no substituye a la otra, sólo enriquecen la forma de entender las poéticas implícitas en cada obra.

—En una región con tantos matices e influencias como América Latina, ¿en cuánto ha contribuido el arte para entender los procesos históricos y las situaciones sociales?

— Las obras permiten una aproximación distinta a los procesos históricos y sociales. Como señalamos, en ellas se compactan mundos. ¿Cómo podríamos conocer sobre esos mundos sin las obras que permitieron pensarlos y expresarlos de maneras distintas, específicas, respecto de la política o la economía. Cuando Cándido Portinari pinta el morro nos muestra lo que esas personas que retrata están haciendo para vivir, cómo se relacionan, cómo se visten. Podríamos encontrar libros que nos expliquen las costumbres y las formas de vida en la ciudad de Río de Janeiro o de San Pablo en esos años. Pero lo que las pinturas de Portinari nos permiten entender es una forma sensible, pictórica, afectiva, para aproximarnos a ese período, a esas personas. Así, las obras son insustituibles, porque ellas nos permiten un contacto y una experiencia que no puede reemplazarse por un libro o por un diario. Es una experiencia distinta que enriquece nuestras vidas, nuestro conocimiento y nuestra sensibilidad. Desde el arte entendemos de otra forma el mundo.

— Para Verboamérica elaboraron ocho núcleos temáticos, ¿cuáles son los artistas que atraviesan en mayor medida esos núcleos? ¿Por qué?

— Están muy presentes Antonio Berni, Xul Solar, Jorge de la Vega, Ana María Maiolino. Básicamente porque están muy representados en la colección, pero también porque son artistas versátiles, cuya obra abarca un período extenso en el siglo XX y por ende intervinieron con sus obras en muchas problemáticas, se vincularon a distintos momentos, ideas y situaciones.

— ¿Cuáles son las rupturas más importantes en el arte latinoamericano que se observan en Verboamérica?

— Incuestionablemente la Antropofagia y el Universalismo Constructivo como movimientos radicales y propios del arte latinoamericano. También tienen presencia el Muralismo mexicano o el Indigenismo peruano. Pero la exposición propone otras aproximaciones: por ejemplo, cómo entendieron la sexualidad los artistas latinoamericanos, cómo se aproximaron al cuerpo y a sus formas de entenderlo, o al paisaje o a las ciudades. Quizás el momento más original de la exposición, en un sentido inédito, en el que encontramos un problema que no se había pensado desde la historia del arte, es el primer núcleo, “En el principio”, en el que situamos obras que proponen una manera inaugural de entender el mundo, el comienzo de la creación, el momento en el que el lenguaje tenía que imaginar las formas sin que éstas representaran algo específico. Las formas como materia, como movimiento centrípeto o centrífugo, como comienzo o como final: la vida, la muerte, las explosiones, la fuerza del viento y de lo más primordial en la naturaleza.

— Luego de varios meses, ¿cómo sienten que reaccionó el visitante asiduo de Malba ante esta relectura de la colección permanente?

— Todas las respuestas han sido increíbles. Lo que nos comentan recurrentemente es que parece una colección nueva. Y eso es lo que buscábamos. Al transformar el guión curatorial se crean fricciones nuevas entre las obras que las transforman, en un sentido. Nuevos contactos entre las obras crean para ellas un sentido, una vida nueva.