Ella, entre todos ellos

Jocketa Lucrecia Carabajal
Lucrecia en el stud, un día de lluvia. Toda una muestra de su pasión por el turf y los caballos.

Lucrecia Carabajal se destacó nítidamente en un mundo de hombres: fue jocketa durante 18 años, y se retiró justo después de romper el récord de carreras ganadas por una mujer, que había estado vigente nada menos que 27 años. Historia y sensaciones de una chica fuera de serie, que ahora se dedicará a… ser mamá.

Es muy difícil ser jockey. Pero mucho más difícil es ser jocketa. En Argentina hay cerca de 1500 jockeys corriendo, y tan sólo cinco o seis jocketas. Y el turf es probablemente el único deporte en el que la mujer compite de igual a igual con los hombres, ya que no hay dos categorías separadas. En ese contexto, Lucrecia Carabajal (36) compitió desde los 17 años y ganó 613 carreras en los hipódromos de La Plata, Palermo y San Isidro, cifra récord para una mujer. Lo curioso es que superó la marca anterior por tan solo dos carreras: eran 611, ganadas por Marina Lezcano en los años ’70 y ‘80. “Un viernes me enteré de que estaba embarazada, y el miércoles anterior había ganado mi carrera número 613. Siempre supe que la única razón por la que podría dejar de correr es la maternidad. Y ahora voy a ser madre”, confiesa Lucrecia en un stud del hipódromo de San Isidro, donde creció entre caballos. “Mi papá era entrenador de caballos y yo estaba siempre con él, desde chiquita”.

— ¿Cómo eran esas primeras experiencias?

— Desde chica venía con papá al stud, a la cancha de entrenamiento… Cuando operaban a un caballo en el hospital veterinario, yo ayudaba con la anestesia. Tendría 12 años. De hecho, al principio quería estudiar veterinaria, pero después me fue cambiando la cabeza y me empezó a gustar más la idea de ser jockey. A mí siempre me gustó el deporte y la competencia, y eso me fue motivando más a probar.

— ¿También hay una relación afectiva con el caballo?

— Eso es la base de todo. De ahí parte todo y eso no se cambió nunca. De hecho, mirá cómo está el día –diluvia –y yo estoy acá, aunque no pueda montar.

Lucrecia corrió su primera carrera a los 17 años. Fue en febrero de 1998, y ganó por primera vez un mes después, justo el día de su cumpleaños 18. Había empezado a estudiar veterinaria, pero se dio cuenta de que si hacía ambas cosas, las haría a medias. “Preferí estar pendiente de los caballos las 24 horas”, dice, y aclara que no es fácil ser jocketa.

Palermo y San Isidro la vieron ganar en un deporte en el que las mujeres compiten en igualdad de condiciones frente a los hombres.

— ¿Dónde radica la dificultad de ser mujer y jockey?

— Es una profesión arriesgada. Es cierto que hay mujeres que hacen deportes de riesgo, pero acá, además de animarte a hacer algo arriesgado, tenés que tener pasión por los caballos. Te tiene que gustar el deporte, la competencia, tener pasión por los caballos y saber que si mañana te ponés un caballo de sombrero, te vas a romper toda. El riesgo es alto: podés quedar en silla de ruedas.

El riesgo es alto, remarca. “Me rompí distintos huesos en diferentes caídas”, reconoce. Cuando estaba en uno de sus mejores momentos profesionales, a pocas carreras de pasar el récord de 611 carreras ganadas por una mujer, ese riesgo se materializó en un accidente. Fue el 3 de febrero de 2016, en San Isidro.

— ¿Qué te pasó?

— Tuve una rodada fuerte. El caballo con el que yo corría se rompió una mano y atrás venían tres caballos que también se cayeron. Fue la rodada más fuerte que tuve en toda mi carrera: perdí el conocimiento, estuve quince días internada, me fracturé siete costillas, me luxé la cadera, tenía líquido en un pulmón… No me acuerdo de nada. Encima, venía con una racha de carreras ganadas.

— ¿Y cómo fue la recuperación?

— Los médicos me dijeron que todas las lesiones eran curables. Yo estaba cerca de alcanzar el récord, y lo quería intentar… No sé por qué. Pero quería. Cuando vi que la recuperación era rápida, me entusiasmé. A los dos meses estaba montando otra vez. Y a los tres, ya estaba corriendo. El 1º de mayo reprisé en Palermo y gané (N. de la R.: Reprisar quiere decir volver a correr después de mucho tiempo). De a poco volví a correr con frecuencia. No a full, porque los caballos con los que yo corría ya tenían otros jockeys, pero con los pocos que pude correr en ese tiempo, gané las que me faltaban para el récord. Así que de mayo a junio pude hacer eso, y después quedé embarazada.

— ¿Cómo sigue tu carrera?

— No sigue… Mi mamá sufrió mucho cuando volví a correr. Ella siempre esperó el día que yo dijera que no correría más. Mi mamá no fue nunca a las carreras, siempre las vio desde casa. Y yo la re entiendo. Hoy estoy embarazada de una niña y lo que menos quiero es que corra. Me considero una persona con suerte: siempre que me rompí algo, me pude recuperar y volver. Hay jockeys que han quedado en silla de ruedas… Yo había prometido que después del récord, en algún momento dejaría de correr. Y ese momento era un embarazo. La única razón por la que dejaría de correr. Y bueno…

— ¿Y qué vas a hacer ahora?

— No sé… ser mamá.

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