Una casona de los años ’40, situada en San Isidro, marca toda una época de las pampas argentinas. La rusticidad propia de una estancia se mezcla armoniosamente con una refinación evidenciada en pisos y muebles europeos, coronados por detalles que suman calidez y color.
Seguramente porque fue planificada para ser un casco de estancia, esta casa da la sensación de estar en medio de la pampa húmeda. Pero el proyecto finalmente se concretó en los años ’40 sobre un generoso lote en el partido de San Isidro, y hoy es una muestra del buen gusto que caracterizó a las primeras décadas del siglo XX en el campo bonaerense, con una atildada mezcla de rusticidad y refinación. De estilo colonial portugués, está pintada de un intenso color damasco, típico de tantas casonas de la zona de San Antonio de Areco.
Cada detalle, tanto constructivo como decorativo, es una invitación a la contemplación y el disfrute pausado, desde el mismo momento en que se traspone la imponente puerta principal. Los pisos, traídos de París, tienen un trabajo artesanal fabuloso, al igual que la boisserie del hall y el comedor.
En el living se destaca una gran chimenea de piedra, central para la vida de familia y amigos, que se sientan para pasar largos ratos frente a los gruesos troncos que entibian el ambiente en los inviernos. Tiene grandes ventanas de cedro, cubiertas hacia afuera con las características rejas coloniales, y hacia adentro con cortinas diseñadas por Alberto Carballo.
Una gran puerta de vidrio deja ver la galería cubierta que lleva a los dormitorios. El jardín se integra con la casa por la transparencia de los ventanales que dan al Oeste, dando la impresión de estar afuera, pero con la protección de la cálida casa.
El sobrio comedor, contiguo al living, está cubierto de la misma boiserie que el hall de entrada y sus pisos de marqueterie fueron traídos de París. Una gran mesa, diseñada por Ramón de Oliveira Cézar, permite que se sienten catorce personas alrededor. Un dressoir Queen Anne completa el conjunto. Las paredes están enteladas, en composé con las cortinas y tapizados del living.Un par de puertas ventana conducen directamente al jardín. Y dejan ver a lo lejos las macetas repletas de malvones que adornan las ventanas. La planta, extendida sobre el terreno, da la impresión de estar en una casa de campo. Lo mismo que el silencio, que es una característica de la casa.En la galería, sobre las paredes cuelgan conjuntos de imágenes fotográficas vinculadas al campo argentino. Un gran dressoir adornado con un zapallo de plata boliviana y un par de candelabros con tulipas transparentes completan la decoración casi monacal de los dos ambientes.
Tres edificios de lujo en Houston, Singapur y el Tirol italiano dan cuenta de un fenómeno notable: la proyección y construcción de enormes piscinas en altura, que dan la sensación de estar flotando en el aire, suspendido sobre grandes ciudades o imponentes escenarios naturales.
En algunos producirán miedo. En otros, una adrenalina irresistible, unas ganas de estar allí imposibles de dominar. Pero seguramente nadie permanecerá indiferente ante la visión de las fotos que ilustran esta nota. No hace falta explicar por qué. ¿O sí?
Los tres edificios que aparecen en estas imágenes son la más clara muestra del atrevimiento de algunos arquitectos y de la búsqueda permanente de los inversores inmobiliarios mundiales por llamar la atención de propios y extraños.
Houston, estamos en problemas
Aquellos que sufren vértigo seguramente se sentirán en problemas al pararse sobre el piso de resina de la pileta del Houston Market Square, porque la transparencia es absoluta y la transitada calle de la ciudad texana está 150 metros más abajo…
El edificio residencial, de 40 pisos, fue diseñado por el estudio local Jackson & Ryan Architects. Incluye una gran cantidad de amenities, desde los más habituales (sauna, espacio para juegos infantiles, sala de cine, etc.) hasta otros menos comunes, como un cuarto de simulación de golf y una cancha de básquet. Pero lo que más llama la atención, sin dudas, es su “piscina de cielo”, tiene otra, más convencional, en la terraza del cuarto piso, y específicamente su balcón, que sobresale tres metros gracias a una pieza curva de plexiglás transparente de 20 centímetros de grosor, ubicada entre dos vigas voladizas de concreto. La vista hacia abajo y hacia los costados es sobrecogedora, ya que está a la altura del moderno skyline de Houston.
Una pileta única para un hotel sin par en un ambiente deslumbrante.
Entre el cielo y los Alpes
El estudio Noa, formado por profesionales alemanes que trabajan principalmente en el noreste de Italia, tuvo a su cargo la reforma integral del Hubertus, un tradicional hotel ubicado en la provincia de Bolzano, en la cadena montañosa de los Dolomitas, parte de los Alpes orientales.
La obra de ampliación y remodelación concluyó pocos meses atrás, e incluyó la construcción de 16 suites, un nuevo sector de cocina y restaurantes, gimnasio, spa y una terraza panorámica verde. Todo ello se conecta con el sector existente mediante una impactante pileta en voladizo de 25 metros de largo, cuyas dos terceras partes sobresalen de la terraza, 12 metros por encima del suelo. Es una enorme estructura de hormigón, sostenida por grandes troncos de alerce, similares a los que adornan alternadamente la fachada.
“La piscina parece una roca flotante descansando en el sitio con vistas al valle. Sus bordes ocultos, mantenidos en piedra de color antracita, eliminan la brecha con el paisaje, creando la impresión de que el agua fluye hacia la nada. La piscina recuerda metafóricamente a un lago de montaña, enclavado en el asombroso paisaje montañoso de los Dolomitas, Patrimonio Mundial de la UNESCO”, dicen sus diseñadores. Esto da al nadador la sensación de flotar entre el cielo y la tierra, lo que se refuerza especialmente en el sector que mira al valle, por el frente de cristal y una ventana traslúcida en el fondo.
Lujo oriental
El estudio encabezado por el arquitecto israelí-canadiense Moshe Safdie es el autor del complejo Marina Bay, en Singapur, cuya construcción implicó una inversión de 5,7 billones de dólares. Es un hotel de lujo, conformado por 2560 habitaciones distribuidas en tres torres, casinos, dos teatros, área comercial y salones de eventos, que totalizan 265 mil metros cuadrados.
En su parte superior, las tres torres están unidas por una terraza de casi 10 mil metros cuadrados, situada a 200 metros de altura. Allí hay jardines con 250 árboles, restaurantes, un circuito aeróbico y una pileta infinita sin igual, de 1400 metros cuadrados de superficie, sostenida por una gran viga de hormigón voladiza de 65 metros de largo. Palmeras y reposeras dan la sensación de estar en una playa del Caribe o del sudeste asiático, inclusive por la forma curvada, que recuerda a una bahía.
Una vida panorámica aérea que permite admirar la impresionante obra del Marina Bay Singapur.
Con gran éxito se lanzó al mercado la primera etapa de La Balconada Villas & Houses, en el barrio Castaños. Los desarrolladores (CBI Real Estate y Costa Partners, de Eduardo Costantini (h)) se inspiraron en el notable Las Piedras, que cosechó premios y elogios en Inglaterra y Venecia.
Impulsados por el suceso internacional de Las Piedras, CBI Real Estate y Costa Partners lanzaron La Balconada Villas & Houses, un complejo de 106 propiedades distribuidas en once villas dentro de Castaños, un barrio de lotes que comenzó a desarrollarse a fines de 2013 y que está próximo al acceso principal de Nordelta. Son viviendas de dos, tres, cuatro y cinco ambientes, con amplios jardines o grandes terrazas, que cuentan con parrilla y cochera. En esta primera etapa se lanzaron 60 unidades, con un valor de venta que comienza en $ 2.400.000.
Al igual que en Las Piedras, el diseño es de la arquitecta Carla Bechelli. “Naturalmente, La Balconada está inspirado en Las Piedras. Partimos del mismo concepto. Su diseño arquitectónico y paisajístico recrea la sensación de una casa. La luz como factor fundamental y su foco en la diversidad y el colorido de su parque central. Pero a su vez incorporamos tendencias que nos fueron manifestando nuestros clientes, al agrandar suites, apaisar todos los estares y algunas otras cuestiones de funcionamiento diario de las unidades”, relató Agustín Benedit, de CBI Real Estate.
Las nueve villas centrales tienen la intención de asimilarse lo más posible a una casa. Las seis más cercanas a los lotes unifamiliares del barrio tienen cuatro unidades cada una. Allí se encuentran las más grandes, dos de cinco ambientes en planta baja y dos de cuatro ambientes en el primer piso, desarrolladas en dúplex. Las tres villas de enfrente son más horizontales, con 14 unidades cada una, de 3 y 4 ambientes. En este espíritu de recrear las sensaciones y prestaciones de una casa, cada uno de estas unidades tiene sus propias expansiones, jardines en algunos casos y grandes terrazas en otros. La iluminación natural, los estares apaisados con ventanales de piso a techo y las amplias suites fueron el punto de partida de su diseño.Las dos villas restantes están ubicadas en las cabeceras del lote y tienen 20 unidades cada una, de dos y tres ambientes, más compactas y asimilables al concepto de departamento.
“La Balconada es una propuesta única, por varias razones. La calidad de su diseño arquitectónico y paisajístico, que fue la prioridad desde el nacimiento del proyecto, permite que todas las casas tengan grandes expansiones, con jardines en las unidades de planta baja y amplias terrazas en las de primer piso. Por otro lado, su ubicación privilegiada en Nordelta, cercana a los colegios, a pasos de una futura área comercial y de la posible futura estación de tren, y con una rápida conexión a la ciudad de Buenos Aires por el Acceso Bancalari, es un valor distintivo. Además, los propietarios podrán utilizar todos los amenities que posee el barrio”, comentó Eduardo Costantini (h), Fundador & CEO de Costa Partners.
Los ventanales de piso a techo en los espacios de estar distinguen a cada unidad de La Balconada.
Tipologías
Las unidades de cinco ambientes, de alrededor de 120 metros cuadrados cubiertos, tienen galerías de 26, más una terraza frente a la suite y jardines propios de entre 60 y 70. Las de cuatro ambientes van desde los 100 hasta los 118 metros cuadrados cubiertos, con jardines o grandes terrazas. Las viviendas de tres ambientes tienen desde 68 metros cubiertos, hasta unidades más amplias de 95. Por último, sólo 12 unidades de dos ambientes en esta primera etapa tienen alrededor de 50 metros cubiertos y 20 de galerías, mientras que las de planta baja poseen un jardín de 40 metros cuadrados.
Los habitantes de La Balconada podrán disfrutar de su parque central de aproximadamente 3000 metros cuadrados, que será forestado con acers, fresnos, jacarandáes, liquidámbares, robles y aguaribays, entre otras especies, que darán color e intimidad a sus casas. También contarán con una pileta de natación semiolímpica (25 metros de largo), pileta para chicos y solarium, y tendrán acceso a las instalaciones deportivas del barrio Los Castaños: cancha de fútbol, canchas de tenis y club house sobre la playa al lago central del barrio, de más de dos hectáreas.
En el primer mes se vendió el 65 por ciento de las unidades. “El éxito de esta etapa se debe en parte a inversores que entraron en el sinceramiento fiscal y confiaron en nuestro producto, como una oportunidad rentable para el blanqueo de capitales“, comentó su fundador, y agregó: “Sin embargo, continúa siendo un proyecto altamente atractivo para familias jóvenes, que ven la posibilidad de ingresar en cuotas a una ciudad consolidada como Nordelta, con todos los servicios e infraestructura que ofrece”.
La Balconada Villas & Houses está dirigido a distintos targets, desde familias con hijos pequeños que valoran los servicios y la seguridad de Nordelta, hasta adultos que viven solos y aprecian la comodidad de la ubicación para sus traslados diarios.
Lucrecia Carabajal se destacó nítidamente en un mundo de hombres: fue jocketa durante 18 años, y se retiró justo después de romper el récord de carreras ganadas por una mujer, que había estado vigente nada menos que 27 años. Historia y sensaciones de una chica fuera de serie, que ahora se dedicará a… ser mamá.
Es muy difícil ser jockey. Pero mucho más difícil es ser jocketa. En Argentina hay cerca de 1500 jockeys corriendo, y tan sólo cinco o seis jocketas. Y el turf es probablemente el único deporte en el que la mujer compite de igual a igual con los hombres, ya que no hay dos categorías separadas. En ese contexto, Lucrecia Carabajal (36) compitió desde los 17 años y ganó 613 carreras en los hipódromos de La Plata, Palermo y San Isidro, cifra récord para una mujer. Lo curioso es que superó la marca anterior por tan solo dos carreras: eran 611, ganadas por Marina Lezcano en los años ’70 y ‘80. “Un viernes me enteré de que estaba embarazada, y el miércoles anterior había ganado mi carrera número 613. Siempre supe que la única razón por la que podría dejar de correr es la maternidad. Y ahora voy a ser madre”, confiesa Lucrecia en un stud del hipódromo de San Isidro, donde creció entre caballos. “Mi papá era entrenador de caballos y yo estaba siempre con él, desde chiquita”.
— ¿Cómo eran esas primeras experiencias?
— Desde chica venía con papá al stud, a la cancha de entrenamiento… Cuando operaban a un caballo en el hospital veterinario, yo ayudaba con la anestesia. Tendría 12 años. De hecho, al principio quería estudiar veterinaria, pero después me fue cambiando la cabeza y me empezó a gustar más la idea de ser jockey. A mí siempre me gustó el deporte y la competencia, y eso me fue motivando más a probar.
— ¿También hay una relación afectiva con el caballo?
— Eso es la base de todo. De ahí parte todo y eso no se cambió nunca. De hecho, mirá cómo está el día –diluvia –y yo estoy acá, aunque no pueda montar.
Lucrecia corrió su primera carrera a los 17 años. Fue en febrero de 1998, y ganó por primera vez un mes después, justo el día de su cumpleaños 18. Había empezado a estudiar veterinaria, pero se dio cuenta de que si hacía ambas cosas, las haría a medias. “Preferí estar pendiente de los caballos las 24 horas”, dice, y aclara que no es fácil ser jocketa.
Palermo y San Isidro la vieron ganar en un deporte en el que las mujeres compiten en igualdad de condiciones frente a los hombres.
— ¿Dónde radica la dificultad de ser mujer y jockey?
— Es una profesión arriesgada. Es cierto que hay mujeres que hacen deportes de riesgo, pero acá, además de animarte a hacer algo arriesgado, tenés que tener pasión por los caballos. Te tiene que gustar el deporte, la competencia, tener pasión por los caballos y saber que si mañana te ponés un caballo de sombrero, te vas a romper toda. El riesgo es alto: podés quedar en silla de ruedas.
El riesgo es alto, remarca. “Me rompí distintos huesos en diferentes caídas”, reconoce. Cuando estaba en uno de sus mejores momentos profesionales, a pocas carreras de pasar el récord de 611 carreras ganadas por una mujer, ese riesgo se materializó en un accidente. Fue el 3 de febrero de 2016, en San Isidro.
— ¿Qué te pasó?
— Tuve una rodada fuerte. El caballo con el que yo corría se rompió una mano y atrás venían tres caballos que también se cayeron. Fue la rodada más fuerte que tuve en toda mi carrera: perdí el conocimiento, estuve quince días internada, me fracturé siete costillas, me luxé la cadera, tenía líquido en un pulmón… No me acuerdo de nada. Encima, venía con una racha de carreras ganadas.
— ¿Y cómo fue la recuperación?
— Los médicos me dijeron que todas las lesiones eran curables. Yo estaba cerca de alcanzar el récord, y lo quería intentar… No sé por qué. Pero quería. Cuando vi que la recuperación era rápida, me entusiasmé. A los dos meses estaba montando otra vez. Y a los tres, ya estaba corriendo. El 1º de mayo reprisé en Palermo y gané (N. de la R.: Reprisar quiere decir volver a correr después de mucho tiempo). De a poco volví a correr con frecuencia. No a full, porque los caballos con los que yo corría ya tenían otros jockeys, pero con los pocos que pude correr en ese tiempo, gané las que me faltaban para el récord. Así que de mayo a junio pude hacer eso, y después quedé embarazada.
— ¿Cómo sigue tu carrera?
— No sigue… Mi mamá sufrió mucho cuando volví a correr. Ella siempre esperó el día que yo dijera que no correría más. Mi mamá no fue nunca a las carreras, siempre las vio desde casa. Y yo la re entiendo. Hoy estoy embarazada de una niña y lo que menos quiero es que corra. Me considero una persona con suerte: siempre que me rompí algo, me pude recuperar y volver. Hay jockeys que han quedado en silla de ruedas… Yo había prometido que después del récord, en algún momento dejaría de correr. Y ese momento era un embarazo. La única razón por la que dejaría de correr. Y bueno…
Guido Ojeda es un joven cocinero argentino que brilla como chef de The Grand Hotel, en Punta del Este. Asegura que una buena comida tiene el poder de trasladar a las personas en tiempo y espacio, y revela que para elaborar la carta del restaurante tuvo en cuenta los productos locales y el entorno. Y deja, de regalo, una receta exquisita.
Cuando Guido Ojeda llegó a Punta del Este para desempeñarse como nuevo chef del prestigioso The Grand Hotel no se imaginó que muchas vidas iban a cambiar. Por supuesto que la suya propia, pero también la de los pequeños productores locales, que pudieron difundir el fruto de su trabajo en un ámbito al que tradicionalmente no llegaban, y la de los comensales del restaurante del hotel, que con las innovaciones del joven cocinero pudieron descubrir los sabores propios de esta parte de Uruguay.
Un estilo de vida
Cuando era chico, este joven nacido en la Argentina hace 33 años soñaba con ser futbolista. Sin embargo, la pasión que sentía por el fútbol la volcó finalmente en la cocina. Se formó en el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG) y luego comenzó a trabajar en los restaurantes más destacados del país, como Primafila y Caesar Park de Recoleta, Central Market en Puerto Madero y Cucina Paradiso –el restaurante del chef italiano Donato de Santis- en Palermo. Incluso manejó el departamento de cocina del Ministerio de Relaciones Exteriores, en el Palacio San Martín; mientras que en Sevilla, España, trabajó como pasante en el Bulli Hotel.
Hoy, para Guido, cocinar es un estilo de vida. “Yo siempre digo que no trabajo de cocinero, vivo de cocinero. Y hacer lo que me gusta es maravilloso y estoy agradecido por eso. La cocina me hizo conocer gente, lugares, nuevas experiencias pero, sobre todo, me conectó conmigo mismo hasta descubrir un lado oculto que no sabía que existía”, cuenta el cocinero.
— ¿Quién te inspiró a ser chef?
— Mi entrada al mundo de la gastronomía fue muy curiosa. Yo no sabia cocinar nada hasta los 18 años. Llegué a la cocina gracias a una charla con un amigo y un viaje de egresados a Cancún, donde se despertó en mí la curiosidad por un mundo totalmente nuevo. Cuando me metí en la cocina confirmé que era para mí. Hoy, haciendo memoria, también recuerdo las tardes y noches compartidas con mi abuela en su cocina, jugando, mientras ella preparaba la comida. Eso también me marcó, en mi inconsciente generó amor por la cocina y me hizo querer ser un buen cocinero. ¡Todavía no me llevo muy bien con la palabra chef!
— ¿Considerás que la cocina es un arte?
— Para mí, la cocina es un oficio con toques artísticos. Esos toques lo ponen los cocineros cuya inspiración logran transmitir algo más a través de un plato que sólo un alimento. Hay grandes chefs que, con un solo bocado, te trasladan a un paisaje, te cuentan una historia o te generan experiencias llevándote a otro momento. Eso es arte: darte algo más que comida.
Consumo responsable
El desembarco de Guido en Uruguay se dio cuando el dueño de The Grand Hotel lo contactó para ser el sous chef de Michelle Chiaranda, un chef italiano. Sin embargo, el inicio se retrasó y el joven cocinero dejó la propuesta de lado. Un año y medio más tarde, llegaría una nueva convocatoria por parte del hotel, para ocupar el nuevo cargo de chef ejecutivo en su restaurante, Lighthouse, y Guido la aceptó inmediatamente.
El cambio en la cocina del Lighthouse llegó de la mano del joven chef, sumando alimentos autóctonos, de estación y de calidad, elaborados por productores locales. De esta forma, no sólo creó un nuevo menú con deleitables platos, sino que, con su acción, también fomenta la economía de la región y hasta el cuidado del medioambiente: “Para elaborar la carta, principalmente tuve en cuenta el entorno del lugar, su naturaleza, su materia prima y quiénes la producen. Luego de haber descubierto eso, realicé la comida que a mí me gustaría comer”.
— ¿Qué te motivó a incluir la cocina local en la carta?
— Me inspiró un viaje hacia la laguna de Rocha. Tenía mucho trabajo y un auto que apenas podía cruzar los caminos de tierra que conectaban la ruta con el pueblo, lo que me puso de muy mal humor. Sin embargo, al llegar me encontré con Pepe, el pescador, que me esperaba con una sonrisa y unos camarones espléndidos que había pescado la noche anterior. Ahí comprendí que la pequeña contribución que yo le podía hacer, a él lo ayudaría a pasar el invierno. Entonces me sentí el más egoísta del mundo por haberme enojado por nada durante el viaje, pero este sentimiento generó en mí una gran sensibilidad con el productor y su mercadería. Gracias a este encuentro decidí investigar más sobre lo que Uruguay tenía para ofrecer.
Cordero con puré de peras, ajos asados y salsa de tannat.
Para el chef, hoy los productos locales son lo más destacado de su cocina. “Son más frescos, sirven como una vidriera para el público extranjero -o local- que viene a un hotel cinco estrellas y, al trabajar en conjunto con los productores, también se genera un desarrollo económico en la región”, afirma.
Mientras cocina, las manos de Guido van y vienen, y un tatuaje se destaca en su brazo: “Stay hungry” (Mantente hambriento).
— ¿Qué significa tu tatuaje?
— Es una filosofía de vida que me lleva a tratar de no conformarme y mantenerme en movimiento. Siempre trato de buscar en qué mejorar y ver qué cosas nuevas puedo hacer y aprender. Me gusta ver todo lo que logré, y disfrutarlo, pero también está bueno mantenerme inquieto.
Sép7imo Día – No descansaré es el nuevo espectáculo del Cirque du Soleil, basado en la música de la inolvidable banda nacional Soda Stereo. “Este show es el summum, con la misma originalidad que tenían nuestros conciertos”, afirmó Zeta Bosio. Para sorprenderse, cantar, bailar y emocionarse.
“A veces, en la vida se dan encuentros mágicos que logran que cada uno sea mejor persona, y se sienta más vital que si estuviera solo. Lo mismo pasa entre una banda y su público, juntos no tienen límites, y el amor que comparten es eterno”. Con una voz en off, esta reflexión resuena en la oscuridad del Luna Park, colmado y expectante, durante la apertura de “Sép7imo Día – No descansaré”, el show que combina magia, despliegue físico y artístico, del Cirque du Soleil, con la energía explosiva del pop-rock de Soda Stereo. No obstante, la frase no sólo es parte del espectáculo, sino que logra describir con palabras la profunda conexión que la mayoría de los presentes siente con la banda argentina. Una especie de puntapié inicial que sumergirá a todos en su simbolismo y poesía, más allá de su música; por eso, cuando suenan los primeros acordes, la emoción también se hace presente.
Me verás volver
Formada en 1982, e integrada por Gustavo Cerati, Héctor “Zeta” Bosio y Charly Alberti, Soda Stereo marcó como pocas la historia del rock nacional, sobre la base de su talento, su inquietud, la audacia de sus raros peinados nuevos y la irreverencia de sus grandes y enérgicos éxitos pop. Su estilo musical traspasó lineamientos, reinventándose en cada uno de sus discos, incorporando nuevos sonidos y estilos que perduran hasta la actualidad, influyendo, incluso, en las nuevas generaciones, que no llegaron a verlos tocar en vivo.“La música de Soda Stereo fue, y continúa siendo, el soundtrack de la vida de millones de personas en América Latina. Lo que estamos celebrando en este show es el amor de la gente por la banda. ¡Es una forma de decir, con humildad y sinceridad ´Gracias totales´!”, aseguró Michel Laprise, escritor y director de Sép7imo Día – No Descansaré.
El espectáculo, codirigido por Laprise junto a Chantal Tremblay, directora de creación, comenzó a tomar forma en 2013, cuando los representantes de Soda se acercaron al Cirque du Soleil con la propuesta de crear un show basado en la música de la banda. La compañía canadiense vislumbró la relevancia y potencial de la idea argentina, y rápidamente comenzó el trabajo conjunto entre los miembros vivos de la banda -Charly Alberti y Zeta Bosio-, los familiares de Gustavo Cerati y el equipo creativo del Cirque, que se sumergió de lleno en la historia, la cultura y el particular mundo de Soda. Hasta los fans aportaron ideas, recuerdos y experiencias, y el propio Laprise visitó la casa donde Cerati creció y conversó con su madre.
“Con Zeta trabajamos muchísimo para lograr lo que la gente hoy puede ver en el show. Fue un proceso de aprendizaje, donde tuvimos que contemplar a la música en 360 grados para poder plasmar de la forma más fiel nuestra historia musical, dándole al Cirque, en tiempo y duración, todo lo que necesitaba para cada uno de los actos, sin desvirtuar lo que fue cada tema de Soda”, afirmó Alberti, baterista de la mítica banda, durante la presentación del evento.
La mágica historia
Durante el show, en el Luna Park, la misma voz en off que resonó al principio, recuerda que, en cada uno de sus shows, Gustavo, Zeta y Charly siempre formaban la misma figura sobre el escenario, un triángulo: “Aunque tenían músicos invitados, nunca nadie entró en él. Hoy, la música es más fuerte que todo, y por primera vez van a dejar que alguien entre en ese triángulo: ustedes”. En ese momento, un gran triángulo de luz se posa sobre el Movistar Zoom Zone, el sector similar al tradicional campo de los recitales. Como una innovación más de Sép7imo Día, es la primera vez que, además de las ubicaciones habituales del estadio, el público se queda de pie en un show del Cirque du Soleil. El fin de este espacio es lograr la sensación de proximidad y participación absoluta, en un entorno multimedia que cambia constantemente; pero, además, es el lugar para sentirse parte del espectáculo, cantar, emocionarse y bailar. Incluso, aquí, los actores del Cirque se mueven entre la gente que, fascinada, los admira en primer plano.
Zeta Bosio y Charly Alberti el día del estreno del espectáculo.
Mientras tanto, de fondo, la voz del ausente Gustavo Cerati se escucha en más de una oportunidad, y no sólo en sus canciones. Al inicio, en off, el ex cantante y guitarrista de Soda, que dejó de existiren septiembre de 2014, anuncia: “Estamos listos. Amigos, cercanos, íntimos y amantes de la música”. Su recuerdo cala los huesos de los presentes y revive nostalgias mientras, al escuchar su guitarra, estallan el fervor y la emoción. “Sép7imo Día es un homenaje a Soda y también un homenaje a Gustavo, a quien todos extrañamos. Seguramente, él estaría muy orgulloso de este espectáculo, porque tiene mucho que ver con todo lo que siempre hicimos: apostar a cosas nuevas, a nuevos formatos, y este show es el summum, con la misma originalidad que tenían nuestros conciertos. Además, es una forma de reencontrarnos con nuestro público, de esta forma, ahora la única posible”, comentó Zeta, bajista de la banda.
Sép7imo Día lleva vendidas más de 300 mil entradas en nuestro país, y un total de 500 mil tickets en la primera etapa de Latinoamérica. Luego de Buenos Aires, el espectáculo llegará a la ciudad de Córdoba y seguirá su gira por Lima, Perú; Santiago, Chile; Bogotá, Colombia; y D.F, Guadalajara y Monterrey, México. “Yo no esperaba esto -trabajar junto al Cirque Du Soleil homenajeando a Soda Stereo- pero es una sorpresa más que me dio la banda”, comentó Alberti.
La magia del Cirque envuelve, asombra y emociona, mientras de fondo suena “Terapia de amor intensiva”, uno de los hits de Soda Stereo que, con la voz de Gustavo Cerati, afirma que “no morirá lo que debe sobrevivir…”. Así parece ser.
Puertos alberga la edición 2017 de Estilo Pilar, la tradicional feria de decoración, paisajismo y arte. Este año, para estar en sintonía con uno de los pilares de la Ciudadpueblo de Escobar, la idea de la sustentabilidad atraviesa cada uno de los espacios preparados por los diseñadores.
Bajo la consigna de celebrar la vida al aire libre a través de un “Picnic”, la 15ª edición de Estilo Pilar llegó a Puertos, la Ciudadpueblo de Escobar, un escenario donde la naturaleza reina y la sustentabilidad es prioridad.
Para estar en línea con esa idea, Estilo Pilar puso al cuidado del medio ambiente como espíritu de la muestra, y así lo reflejan los 19 espacios – armados en containers- que albergan las actuales tendencias de diseño, paisajismo y decoración. En esta ocasión, nuevamente se suma el tradicional paseo de compras, incorporando los showrooms como parte de la deco, más los garden walks, espacios de decoración para el exterior.
En sintonía con la concepción de Puertos, Estilo Pilar busca complementar los valores de la propia naturaleza con la funcionalidad de la vida moderna. “Puertos es una ciudad que se destaca por su proyecto urbanístico y paisajístico, rodeada de un entorno natural, además de tener el cuidado del medio ambiente como una prioridad, lo que promueve la cultura sustentable”, afirmó tras dar la bienvenida a la muestra el director de Construcción de Puertos, Pedro Segura.
El arte también se hace presente en esta edición de Estilo Pilar, a través de un land art con esculturas y pinturas en el exterior e interior, y containers con formas de galería para recorrer y disfrutar de los famosos shops de arte.
Hogares ecológicos, sustentables y –sobre todo- habitables, y diseños que resaltan materiales nobles, reciclables y modernos, en armonía con el entorno. Así es la 15ª edición de Estilo Pilar, una verdadera vidriera de tendencias.
VIVERE ALLA GIO Analía López Angriman Inspirada en la consigna de esta edición, este espacio toma el concepto del picnic como reunión entre varios, para la excusa de un festín. Así lo refleja el comedor que invita a la ocasión, inspirado en los diseños italianos del actual Gio Pagani, y el gran referente de los años ´50, Gio Ponti. Una casa con mucho color en sus revestimientos y muebles, con una gama armónica, relajada y divertida a la vez.ÁFRICA MÍA Sandy Cairncross y Ernesto Marega El estilo de esta casa está basado en el film “África mía”, que narra la vida de la escritora Karen Blixen, protagonista de aventuras y de una gran historia de amor en el continente negro. Para los creadores del espacio, si Blixen viviera en la actualidad así sería su hogar: lleno de recuerdos de viajes, con tesoros locales -como la pava y el mate- y una combinación de estampados animal print con la calidez de la madera. El resultado es el encuentro de lo simple y lo sofisticado, para recibir a los que buscan un lugar cálido. Lo más destacable es que la casa también se puede transportar, en busca de nuevos destinos.Verde hoja Cuatro Elementos y Susana Piazza En búsqueda del confort y respetando el ciclo de vida de la Naturaleza se creó este amplio espacio, de calidad estética, donde se aprovechan la frescura y los recursos del entorno. Vista con una óptica orgánica, la decoración utiliza los principios de las 3R: reutilización, recuperación y reciclaje, con el fin de que sus habitantes se conecten con una forma de vida simple. Una paleta de colores neutros y la presencia del verde hoja son el vínculo directo entre el interior y el exterior.
El estudio RCR, formado por Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta, acaba de recibir el premio Pritzker 2017, el máximo galardón de la arquitectura mundial. El jurado destacó que, en sus obras, este trío de Cataluña busca lo universal a partir de las raíces propias de cada lugar.
En medio de una realidad mundial en la que lo genérico e impersonal parece aplastar las particularidades, el jurado del célebre premio Pritzker le otorgó recientemente la edición 2017 al estudio RCR Arquitectes, formado por tres catalanes que llevan tres décadas de trabajo a seis manos, luego de conocerse en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallès de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Ramón Vilalta, Rafael Aranda y Carme Pigem nacieron en 1960, 1961 y 1962, respectivamente, el primero en Vic y los dos últimos en un pueblo llamado Olot, en Girona, donde proyectaron su carrera y aún hoy tiene su sede el estudio.
Rafael Moneo era hasta ahora el único español que había obtenido el Pritzker, en 1996. Y esta es la primera vez que el galardón distingue a tres arquitectos. “El respeto por lo existente y la convivencia entre lo local y lo universal”, fue una de las razones que nombró el jurado para otorgar el trascendental reconocimiento. Un respeto que seguramente se origina en su arraigo en Olot, que hoy apenas supera los 30.000 habitantes. Cuando RCR comenzó a destacarse por sus obras (inicialmente casas particulares), varios les dijeron que tenían que salir al mundo, mudarse a una ciudad más grande. Vilalta, Pigem (que además son marido y mujer) y Aranda no hicieron caso a esas sugerencias, y hoy están muy conformes con aquella decisión: “Cuando vives en un pueblo has de tener claro qué aporta lo que construyes. Te lo tropiezas a diario. Se convierte en tu conciencia”, aseguran.
Fue Vilalta el que tomó la voz días después de recibir el premio, mediante una entrevista con ArchDaily, uno de los sitios web de arquitectura más importantes del mundo: “Hicimos la carrera rápido y después al salir fue cuando elegimos compartir un estudio; tomar la decisión de afrontar la arquitectura compartiéndola. Somos personas con personalidades diferentes, cada uno es de una manera, pero lo que sale de la química de los tres yo creo que nos hace especiales. Esto es lo que siento como una gran decisión que no fue fácil en su momento. Nosotros vivimos en Olot, y no era muy lógico acabar la carrera en Barcelona y volver a nuestro pueblo. Volvimos a nuestro entorno conocido y allí ambicionamos el hacer buena arquitectura, y empezamos con concursos. Fue una decisión no muy estudiada, sino más sentida, no lo pensamos mucho. Fuimos a la escuela, terminamos y comenzamos a compartir, conociéndonos y trabajando como un verdadero equipo. William Curtis [crítico de Arquitectura] hace muchos años nos dijo ‘Verdaderamente funcionáis como una banda de jazz’, en el sentido de que existe mucho diálogo; uno habla y el otro retoma lo que dices. Es una composición que no sabes donde va a llegar, porque no eres un individuo solo”.
El restaurante Les Cols, en Olot
— ¿Qué es lo que cada uno de los tres aporta?
— Lo interesante del compartir verdaderamente es cuando un poco logras diluirte en el conjunto. Desaparece esa parte más personal. De las conversaciones, de las valoraciones, se suman cosas y al final es un camino complejo, desarrollado en tiempos muy dilatados. Vas desapareciendo tú dentro de este conjunto y es difícil saber en qué parte tú estás. Te diluyes pero a la vez sientes que perteneces ahí. Somos diferentes, pero con el mismo interés. La parte que nos interesa mucho a los tres es la parte creativa, el mundo de las ideas, esto es lo que nos mueve a los tres. Es algo químico.
— ¿Qué los inspira? ¿Cuáles son las cosas que les llaman la atención, desde dentro o fuera de la arquitectura?
— Hemos ido pasando por etapas bastante diferentes. En la escuela, sales de la arquitectura y te interesan sobretodo, como no, los maestros y sus obras. Pero luego nuestro interés es bastante abierto. Por ejemplo, descubrimos Japón y nos sentimos vinculados a nuestro entorno, a nuestro paisaje. El paisaje de Olot es botánico pero muy frondoso, que tiene ciertas similitudes en gran parte a un jardín japonés.
Una vez que has entrado en la arquitectura vas marcando un camino de intereses, más que de ídolos. Nos interesan temáticas referidas al arte, a las culturas, a temas un poco más amplios; temas que vamos encontrando en nuestro camino y que cuando nos apasionan, nos gusta entenderlos y comprenderlos. Desde ahí vamos sacando cosas, desde un punto de vista muy interior, y luego nosotros hacemos nuestro camino propio.
El museo del artista Pierre Soulages, en Rodez, en los Pirineos franceses
Olot es una ciudad muy pequeña, y por eso quizás no hemos participado de las realidades que ofrecen las grandes capitales a niveles de relación entre los arquitectos. Y claro, esto te lleva a hacer un camino más genuino, más propio. Hemos labrado nuestro propio camino tal como lo hemos sentido, no siguiendo maneras determinadas de pensar o de hacer.
— En relación a su obra, ¿cómo conciben el paisaje como una obra de arquitectura?
— El paisaje ha sido uno de nuestros principales intereses, yo creo que nos ha enseñado mucho. Hemos aprendido a verlo, sea urbano, sea más natural o menos natural, sea fincado en un lugar muy alejado al nuestro, desierto, o un lugar muy frondoso. Lo que nosotros hemos intentado ha sido más comprender el paisaje, fijarse a ver y leerlo. Hemos intentado captar sus fuerzas y lo que es su valor principal. A partir de ahí nosotros intentamos hacer la arquitectura para que realmente se incluya al paisaje, no en relación ni de sumisión ni de superioridad sino realmente de diálogo con él.
— Hablando de la parte de la construcción, ustedes usan mucho acero, vidrio e incluso la tierra misma en su estado más primitivo. ¿De dónde viene este uso del material?
— Bueno ya llevamos varios años en esto. Yo, por ejemplo, me acuerdo que en un primer momento teníamos una gran apreciación por la precisión de las cosas. Luego vimos en la obra que esto era una tontería, pero para nosotros era importante y cuando empezamos a construir con hormigón no podíamos controlarlo mucho… entonces el acero nos proporcionó este control, estructuralmente hablando. Después en la medida que avanzamos no en material sino en el tacto que nosotros ofrecemos, siempre he sentido que es importante que los materiales sean auténticos o muestren su autenticidad.
— Nos llama la atención que, a lo largo de su obra, la tensión del acero ha sido un elemento clave.
— Sí, también nos dimos cuenta a lo largo de los años que utilizar un mismo material con diferentes registros te da por una parte homogeneidad y unidad, pero trabajando con pequeños matices daba registros diferentes, y esto lo enriquece. En el restaurante Les Cols utilizamos el acero en el suelo, en las paredes, uno con un tinte de oxidación, otro encerado, otro lacado. Al final coincidimos en que un restaurante es en un principio un lugar que tienes que buscar que sea confortable y cálido y utilizamos mucho acero pero, en conjunto, incluso la gente que no puede apreciar el diseño, realmente dice “he estado muy bien comiendo aquí”. Un tema muy importante para nosotros es la capacidad de crear una atmósfera. No se trata tanto del diseño de una parte sino de la parte espacial de crear una vivencia que te rodee y realmente te vincule.
Una vez más, los vecinos de Nordelta acompañaron la realización de la carrera más exigente del mundo y alentaron sin pausa a los competidores.
El Ironman 70.3 que se realizó el 12 de marzo en Nordelta volvió a mostrar el entusiasmo de los vecinos de la Ciudadpueblo por los deportes y las actividades en contacto con la naturaleza. Fueron varios los nordelteños que se entrenaron muy duro para participar de la competencia, y muchos más sus familiares y amigos que los alentaron desde muy temprano, tanto en los preparativos físicos y logísticos como en la carrera misma.
Alrededor de 15.000 personas presenciaron el Ironman en diferentes sectores, e incluso muchos de ellos se movieron para impulsar en varios tramos a sus amigos, hijos, padres, tíos, sobrinos, mujeres, maridos… Una nueva muestra de la pasión de los habitantes de Nordelta por los eventos de primerísimo nivel internacional que los involucran.
Por segundo año consecutivo, Nordelta fue sede del Ironman Buenos Aires, la competencia de resistencia más exigente que se realiza en esta parte del mundo. Hubo 2200 inscriptos de 35 países y todo salió como lo había planificado la organización. El público acompañó en gran número y alentó constantemente a los corredores.
Un año atrás, todo salía según lo planeado. Era la primera vez que un Half Ironman se corría en Argentina y todo salió perfecto. Este año, la organización volvió a elegir Nordelta para esta nueva edición de la carrera y, una vez más, las expectativas fueron superadas: clima inmejorable, entorno en estado absoluto de pulcritud, corredores excitados y miles de vecinos alentando en las calles. Fue el domingo 12 de marzo cuando se volvió a correr en Nordelta el Moto Ironman 70.3: 1,9 kilómetros de nado desde Puerto Canoas, 90 kilómetros de bicicleta y 21 de trote.
Hubo 2200 inscriptos y la prueba la ganó el canadiense Lionel Sanders, de 29 años, en un tiempo de 3 horas, 42 minutos y 47 segundos, según lo que decía el reloj digital del arco de llegada. Entre las mujeres, la estadounidense Haley Chura llegó primera, llorando de felicidad, en 4h17m42s.
Mientras se disputaba la competencia, Abayuba Rodríguez, director de Event Live, empresa organizadora de la prueba, reveló por qué habían vuelvo a elegir a Nordelta: “–Por varias razones– dijo, con su metro noventa de estatura y un handy por el que le hablaban todo el tiempo. Por un lado, por las normas de seguridad, los controles en los ingresos y demás. Eso es clave para este evento. Y por otro, porque a los corredores les ofrecemos un marco de homogeneidad, donde todo es bello, con vistas impecables, parques bien cuidados…”.
La largada de la etapa de nado, en el comienzo de la prueba.
Orgullo y pasión
La zona de Puerto Canoas era el centro de la acción. Allí estaba el parque cerrado de las bicicletas, que es el lugar donde los competidores dejan sus bicis antes de la competencia y, cuando salen del nado, las van a buscar allí. Al terminar esa etapa, las vuelven a dejar en el mismo lugar, se ponen las zapatillas y salen a trotar. El arco de llegada también estaba allí. Con lo cual, era el lugar indicado para los espectadores. De hecho, estaba lleno de gente desde la hora de la largada (7.00 AM) en la costa del lago, con mates y sacando fotos a la fantástica postal de los corredores y el amanecer. Luego vino más gente (se calcula que hubo unos 15.000 espectadores) y podían verse cientos de vecinos a los costados de la Avenida del Golf alentando sin parar, seguramente porque muchos habitantes de Nordelta corrieron. Por eso, era común escuchar gritos desaforados a cada rato. “¡Ahí viene Nacho! Este sale a rodar conmigo, ¡que orgullo!”, me decía Claudio, de cuarenta y largos, que suele pedalear por las calles de Nordelta.
De los 2200 inscriptos, 1600 eran de Argentina. Un dato no menor es que vinieron deportistas de 35 países. Pude ver a muchos de ellos asombrados por el clima que generaban los espectadores, siempre alentando, aplaudiendo, gritando. El mismo Sanders, el ganador, cuando llegó dijo: “El año que viene quisiera regresar porque me sentí muy cómodo en la Argentina, me trataron muy bien. Ya me habían contado del calor y el afecto que te brinda el público, pero vivirlo uno mismo hace que te sientas como en tu casa”.
Justo al costado del arco de llegada, había una grada larga, de unos cien metros. Sentarse allí era observar momentos emotivos a cada minuto. Y es que es en ese instante en el que se concentra todo: horas y horas de entrenamiento, a veces en doble turno, haberle restado tiempo a la familia, a los amigos, haberse esforzado al máximo… Por eso, para los amateurs, cruzar esa línea de llegada fue emocionante. Y para los que estábamos en la grada, inspirador. ¡Qué viva el deporte!
El esfuerzo de los competidores es titánico.
Celebrities de hierro
Esta segunda edición del Half Ironman contó con una categoría especial: se invitó a celebrities y deportistas reconocidos para que compitieran en postas. Así, por ejemplo, hubo un equipo integrado por Jorge “Pipa” Higuaín, Ronnie Arias y Fernando “Bahiano” Hortal. El más atractivo fue el de José Meolans, Oscar Galíndez (el mayor representante del triatlón de Argentina, ya retirado) y la maratonista Marita Peralta; ellos integraron el team Moto, y fueron los ganadores de la categoría. Vale aclarar que los tres son atletas olímpicos.
Todos los equipos de celebrities corrieron por siete desfibriladores, que fueron donados al sistema de salud del municipio de Tigre.