Resurrección y gloria

Juan Martín Del Potro

Juan Martín Del Potro llegó a sentirse un ex tenista por las molestias eternas en su muñeca izquierda. Sin embargo, y cuando nadie lo creía, tuvo un 2016 inolvidable. Ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río y lideró al equipo que obtuvo por primera vez Copa Davis para nuestro país. Una charla a fondo con el hombre que hizo historia. 

Iban ya cuatro finales de Copa Davis. Y no se daba. Ni con Vilas y Clerc ante Estados Unidos en 1981, ni ante Rusia en 2006, ni aquí ni allá con España en 2008 y 2011 con Del Potro y Nalbandian. Ante los ibéricos, la primera vez, era la oportunidad más clara porque el rival llegaba a Mar del Plata sin su figura estelar, Rafa Nadal, lastimado. Pero en el partido definitorio Del Potro no pudo jugar por una lesión y todo terminó en una sorpresiva derrota para el equipo argentino y el comienzo de una dura interna entre Del Potro y Nalbandian… En la ciudad balnearia, al día siguiente de la traumática derrota, la Torre de Tandil quería hablar de cualquier cosa menos de tenis. Observaba perdido el horizonte desde las escalinatas de un hotel de Playa Grande. Sin embargo, al parecer avizoraba un futuro cercano mejor: al año siguiente fue campeón del US Open y se ubicó en el cuarto puesto del ranking mundial. Pero en 2012, los fantasmas aparecieron otra vez en la Davis, en la semifinal de local ante República Checa: se volvió a lastimar y no pudo definir ante Tomas Berdych. Cuando la Argentina perdió esa serie, la hinchada lo abucheó en todo el Parque Roca. Lo tildaron de “pecho frío” y hasta de “antipatria”, y a partir de ahí el tandilense se enfocó en su carrera personal. Hasta marzo de 2014 se mantuvo en el Top Ten, pero luego dejó de jugar casi dos años por problemas en su muñeca izquierda y descendió al puesto 590. Luego de tres operaciones, durante las vísperas de la Navidad de 2015 pidió un deseo: “Quiero volver a ser el de antes”.

No sólo se le cumplió, sino que “mejoró y se aumentó”, dice vestido con saco, elegante, sentado en un salón del Hotel Intercontinental de Buenos Aires. En febrero de este año, la Torre de 1,98 metros regresó a las canchas sin interrupciones y, un año que era para ponerse a punto, terminó siendo épico: se colgó la medalla plateada en los Juegos Olímpicos de Río y luego ganó con el equipo argentino la Copa Davis, de visitante, en Croacia, la primera para nuestro país. Como frutilla del postre fue elegido el mejor jugador del torneo y se adjudicó el Olimpia de Oro, como en 2009. De estar en el puesto 590 del ranking ATP, trepó al 38 en menos de dos años. “Fue uno de los mejores años de mi vida, y sin entrenador”, destaca.

— ¿Creías que podías tener una mejoría tan rápida tras tu regreso?

— No, y era muy frustrante para mí ir a un torneo y saber que mi físico y mi cuerpo aguantaban la primera ronda nada más y al otro día ya me costaba muchísimo y perdía con uno al que tenía que ganarle. Como a Wawrinka en Wimbledon, que le gané y fue una sorpresa pero al día siguiente no pude jugar, porque seguía con esos problemas físicos y no encontré nunca el ritmo. Eso me frustraba.

— ¿Cuál fue la clave para mantenerte firme y equilibrado en tu situación?

— En definitiva era pensar que estaba jugando al tenis otra vez, con eso me quedaba tranquilo. El tema de mi lesión me ha hecho madurar, como persona me ha hecho ver la vida de otra manera, me tomo las cosas de manera diferente. Cuando voy a la cancha me divierto entrenando y me divierto al ver cómo le pego al revés y cómo juego… y esas cosas me hacen muy feliz. Y el cambio definitivo lo sentí cuando llegué a los Juegos Olímpicos.

Juan Martín Del Potro
Juan Martín Del Potro

— ¿Cómo se logra en plena temporada la dinámica de recuperación que tuviste?

— Una de las virtudes que tuvimos fue armar un calendario inteligente. La prioridad siempre fue mi muñeca y mi estado físico. La gente en los torneos lo entendió, no me presionaba, al igual que los que me acompañan. Después de Wimbledon venía la Copa Davis en Pésaro, y mi situación en polvo en ladrillo no era buena. Ellos entendieron y yo quería estar para lo que necesiten. Me pude preparar bien para el dobles. Ganar y pasar de serie me dio un empujón anímico muy fuerte, que me preparó mejor aún porque venía Río y el Juego Olímpico era especial para mi, por la experiencia de Londres 2012.

— ¿Cómo fue cuando te enteraste que jugarías con Djokovic en el primer partido de Río?

— Por un lado cuando me enteré me puse mal porque no quería irme el primer día de Río, pero por otro lado era una gran experiencia jugar con Djokovic nuevamente, en un estadio lleno… Todos querían verlo a él ganar la medalla de oro. Pero había muchísimos argentinos y sentí que la gente confiaba en que podía pelearle. En dos días o un día y medio jugué lo que no había jugado en dos años.

— ¿Cómo sentiste el acompañamiento de la gente en los Juegos?

— La gente ha tomado un poco mi situación como experiencia de vida. A mí me tocaron unas piedras muy feas en el camino en mi mejor momento, pero a cualquier persona también le tocan cosas feas y hay que saber ser fuerte para ver la forma de salir adelante. Estuve muy cerca de no jugar nunca más y de sentirme un ex tenista, creo que el entorno que tuve a mi lado no dejó que bajara los brazos definitivamente y eso la gente lo notó.

— ¿Fue una revancha ganarle a Andy Murray en la semifinal de la Davis luego de la final que perdiste en Río?

— Me tenía mucha fe, desde el US Open me venía imaginando el partido con Murray, por eso creo que jugué tan bien.

— ¿Qué tiene que pasar para que el revés vuelva a ser el modelo 2009?

— Yo creo que una muñeca nueva, ja já… No sé si voy a tener ese revés que tuve, porque sufrió mucho durante mucho tiempo y es difícil volver a sentir esa confianza plena que le puedo pegar como quiera con el ángulo que quiera, pero poco a poco voy mejorando. A final de año terminé pegando casi un setenta por ciento de revés a dos manos y menos slice, lo cual es una señal que a mí un poco de motivación me da para el día de mañana saber que puedo contar con otro golpe.

— En la final de la Copa Davis remontaste un partido tremendo contra Cilic. De 0-2 a 3-2, ¿cuál fue la clave?

— Cuando perdí el segundo set, me quedé sentado tratando de entender la situación en la que estaba. Me cambié, empecé a caminar al estadio nuevamente y la gente me alentó de una manera muy particular, con una energía positiva y enseguida hice un punto con una Gran Willy, el estadio explotó, me empecé a reír y a liberar tensiones. A partir de ahí empecé a pegarle un poco más fuerte y de a poco le fui encontrando la vuelta al partido. Empecé a jugar con la tribuna, con el árbitro, buscándole la vuelta a lo tenístico, que por suerte apareció en el quinto set.

— ¿Qué tenés pensado para 2017?

— No sé qué voy a hacer en 2017, pero voy a seguir jugando al tenis seguro… Por lo pronto, tengo la tranquilidad de que la copa está en casa.

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