Domingo de Acassuso no es el único responsable del nacimiento de la primera población de la actual Zona Norte bonaerense. En este interesante informe, el prestigioso historiador Jorge F. Lima González Bonorino rescata la figura del presbítero Fernando Ruiz Corredor, creador de la capellanía de San Isidro Labrador.
Texto: Jorge F. Lima González Bonorino
En los orígenes de San Isidro hay un nombre injustamente olvidado por los historiadores, hasta el punto en que es prácticamente desconocido por sus habitantes ni es recordado con alguna calle ni fecha en su memoria. Se trata del sacerdote Fernando Ruiz Corredor.
La creación de la capellanía y capilla de San Isidro fue un proyecto conjunto entre Domingo de Acasusso y Ruiz Corredor, ambos antiguos soldados del fuerte de Buenos Aires, cuyos caminos fueron muy distintos, ya que el primero eligió el comercio y el segundo la carrera eclesiástica.
Sin desmerecer la figura de Acasusso, quien aportó el dinero para la compra de las tierras y dotó a la capellanía con dinero para su fábrica y ornamentación, vale resaltar que Ruiz Corredor en su condición de clérigo presbítero en la Catedral porteña, se encargó de obtener el permiso del obispo de Buenos Aires para la creación de la capellanía.
Desde principios de 1706 hasta febrero de 1708 estuvo a cargo de ella y de las tierras que comprendía, ocupándose de la creación de la capilla mediante la modificación de los ranchos preexistentes, adaptándolos para el culto.
Luego de un corto período entre 1709 y 1711, durante el cual pasó a ejercer funciones en la Catedral, regresó a San Isidro como capellán, cuando las lluvias habían erosionado las tierras de la barranca, lo que ocasionó el derrumbe de parte de la capilla, por lo que era necesario edificar una nueva.
A cargo del cuidado y conservación de los ornamentos sagrados, ejerció durante veinte años más la función de capellán, ejecutando todas los funciones inherentes y determinantes de la fundación: la asistencia espiritual de los vecinos y la administración de sacramentos; así como también la administración y cuidado de las tierras, instalando colonos o chacareros que las hicieran producir, y llevando los libros de cuentas correspondientes.
Una larga historia
Nacido entre 1658 y 1665 en la villa de Andújar, obispado de León, hijo de don Manuel Ruiz Corredor y de doña Luisa de Lara, entró a Buenos Aires en la flota del capitán don Francisco de Retana el 6 de enero de 1691, como parte de la soldadesca destinada al reino de Chile con motivo de las guerras de Arauco. En el registro de la Armada dice: “Fernando Ruiz Corredor, hijo de Manuel, de la ciudad de Andújar, alto, señal de herida junto a la ceja izquierda”.
Abandonó luego la leva del Ejército y se quedó en Buenos Aires, donde realizó estudios eclesiásticos y obtuvo la licenciatura en cánones, ejerciendo como clérigo presbítero domiciliario en la Catedral de Buenos Aires.
En 1694 fue designado sacristán mayor de la Catedral y secretario privado del obispo, don Antonio de Azcona Imberto. Cinco años más tarde, siendo presbítero, compra un solar y casas al capitán don Juan de San Martín. En 1704, el Cabildo lo nombra fiscal eclesiástico, colector de rentas del Obispado y capellán del santuario de Luján. En 1707, ya en San Isidro, colaboró en la creación de la Cofradía de San Isidro Labrador.
Trascribimos parte de sus memorias, donde se encuentra un informe sobre Instrucciones y diligencias que se hicieron en la fundación de la capilla de San Isidro Labrador, el cual en 1823 se encontraba en poder del capellán don José Eduardo de Arévalo. En las notas de este documento, Ruiz Corredor hace relación a las obligaciones que conlleva su nombramiento como capellán y queda clara la fecha de fundación de la capilla: 31 de octubre de 1706.
“Que a la obligación de decir preces yo diga siempre las que pone el ritual Ad postulandum seremitarem, hay que añadir que el día de Todos Santos, por la mañana prevenía a los vecinos y que era costumbre que aquella tarde, acompañado de los que voluntariamente quieren venir, me ponía sobrepelliz y estola morada, y a caballo íbamos hasta una loma que está sobre el monte de Juan de Illescas, y en el mismo camino que viene del pueblo, porque dando allí derecho … pasar de poblaciones que están al lado del pueblo, donde echaba la bendición de los términos, y desde allí y siguiendo el camino por detrás de dicho monte y propasados hasta alturas de la chacra de Juan de Tirado poco más se descubre la parte de tierras que hay a la parte de Las Conchas, donde echaba otra bendición, y en uno y otro se entendía mi intención, a lo que abandonaba la visita y de allí nos volvíamos a la capilla”.
“Después del sábado 27 de noviembre llevamos la imagen del Santo sin más aparato que un coche, acompañado del Patrono y el capitán Sebastián Delgado y el capitán Jerónimo López de Higueras, colocándole en el oratorio, y lo bendiga así la imagen, como al oratorio, cuando diga misa del día, que se celebró la fiesta de Todos Santos del orden de Nuestro Padre San Francisco”.
Para concluir con este breve relato, es destacable su participación en la fundación de la Cofradía de San Isidro Labrador y su inscripción en España, pero mucho más importante para nuestra historia es que fue el fundador de la primera escuela de San Isidro: el 30 de marzo de 1730 presentó un petitorio al Cabildo para solicitar la creación de una escuela, ofreciendo el edificio y el maestro, próximos a la capilla de San Isidro Labrador.
Falleció en junio de 1745.