Con tres décadas de trayectoria y una larga lista de clientes exigentes satisfechos, la firma uruguaya Kolher ofrece un notable catálogo de creaciones. Muebles para todos los ambientes que conjugan materiales de excelencia, diseño vanguardista y tecnología en la confección.
Este año, Kolher está cumpliendo tres décadas de vida. Una reconocida trayectoria que comenzó en Montevideo, en 1990. Y, desde el primer momento, se ha caracterizado por sus diseños vanguardistas de alta calidad y por ofrecer las últimas tendencias en mobiliario.
“A través de la búsqueda de productos de la mejor calidad y diseño, y con el asesoramiento de nuestro equipo de profesionales, buscamos hacer de tu espacio un lugar único”, dicen Eduardo y Gabriel Klinger, fundadores de la firma, que hoy tiene locales en la capital uruguaya, en Punta del Este y en Puerto Madero.
Butaca Karma con otomano, revestido en cuero color blanco. Mesa auxiliar Málaga, estructura de acero inoxidable con tapa de vidrio.
Desde sus inicios, los hermanos Klinger han viajado frecuentemente a Europa y Estados Unidos para conocer personalmente las tendencias más exclusivas y distinguidas, que luego llevaron a sus diseños con toques personales. Sus muebles, que abarcan todos los ambientes de un hogar, son productos modernos y novedosos, que combinan materiales tradicionales con la última tecnología y buscan atraer a un público con refinado gusto por el diseño y el confort. “En nuestros locales te brindamos asesoramiento personalizado para el diseño de tus espacios, con personal altamente capacitado que brinda las mejores soluciones para tus proyectos”, afirman. Junto a su oferta de mobiliario, Kolher dispone de una amplia colección de obras de arte de más de 100 autores, variedad de pisos y revestimientos, artefactos de iluminación, artículos de decoración y cortinas roller y clásicas en géneros de primera calidad.
Rinconero Marsella, revestido en cuero color blanco. Alfombra Marruecos, de cáñamo. Mesa de centro Bilbao, en acero inoxidable y vidrio. Banqueta artesanal, de ratán.
Sucursales Kolher
Buenos Aires: Aimé Painé 1342, Puerto Madero
+54 11.3784.5988 • madero@kolher.com.ar • www.kolher.com.ar
Montevideo: 21 de Septiembre 2765 • kolher.web@gmail.com
Punta del Este: Av. Roosevelt y Los Alpes• www.kolher.com.uy
A pesar del difícil panorama, es un buen momento para encarar una construcción. Las razones están principalmente en la caída de los costos en dólares. Y la firma CIBA tiene un plan para quienes están dispuestos a capitalizar esta situación.
Una de las buenas consecuencias de la pandemia es que mucha gente se ha dado cuenta de que no quiere vivir más hacinada en una gran ciudad. Tanto en Nordelta como en Puertos, en los últimos meses llovieron las consultas y se concretaron muchas ventas, sobre todo de lotes. Porque a las ganas de vivir en espacios abiertos y llenos de verde, se le suma que este es un gran momento para iniciar una obra. “El costo de la construcción está muy barato en relación a su nivel histórico en dólares, y eso la gente lo está aprovechando”, afirma Fabián Lagares, CEO de la firma CIBA, que tiene sus oficinas en Nordelta, donde ha edificado más de 80 casas. Además, es una de las empresas que hizo punta en Puertos, donde ha construido ya diez casas.
“En el marco de la cuarentena, las consultas se multiplicaron. Y la gente le perdió el miedo a la virtualidad, tanto que cerramos obras mediante encuentros por plataformas digitales. Tenemos doce proyectos en Puertos y otros tres en Nordelta listos para empezar a construir en cuanto las autoridades lo permitan”, detalla Lagares.
De los doce proyectos de Puertos, seis corresponden a casas tradicionales (una de ellas de más de 400 metros cuadrados) y seis a un nuevo concepto desarrollado por CIBA en estos últimos meses, al que denominan low cost. Así lo explica su CEO: “Diseñamos cuatro modelos, de estilos Clásico, Racionalista Clásico, Neoclásico y Santa Fe. Son casas de alrededor de 200 metros cuadrados, llave en mano, que tienen nuestros habituales estándares de calidad y permiten un ahorro de un 15 por ciento en los costos generales, porque el diseño y los cálculos estructurales ya están hechos”. Cada una de estas viviendas tiene tres o cuatro dormitorios, cuatro baños, un escritorio, muebles de cocina y lavadero. “En Nordelta también tenemos un proyecto low cost, además de dos casas de más de 500 metros”, agrega el fundador de CIBA.
La inversión y el contexto
Esta firma, que se define más como una empresa de servicios integrales de construcción que como un estudio de arquitectura, nació hace 20 años y en 2006 se instaló en la Bahía Grande de Nordelta.
“Para nosotros, el arquitecto debe adaptarse a lo que quiera el cliente, a lo que busca. Abordamos todos los estilos, respetando la esencia de cada uno de ellos; para ello buscamos bibliografía, estudiamos la cultura en la que surgió y lo acondicionamos a nuestro lugar. Cada casa, cada cliente, cada proyecto, representan un desafío único”, desarrolla Lagares
Otro aspecto que CIBA tiene muy en cuenta en todas las etapas de su trabajo es que una casa representa una importante inversión para el cliente. Y esto incluye no sólo aspectos de diseño y constructivos, sino también impositivos, legales y económicos. Además, la empresa brinda garantías de construcción por 10 años, un programa de garantía extendida y seguro de vivienda, junto a una carpeta con manuales. La garantía es la culminación del proyecto y forma parte del CIBA Concept, una propuesta integral que comienza en el asesoramiento previo a la concreción de la obra. Con esta idea, a lo largo de sus dos décadas de historia CIBA ha elaborado tres centenares de proyectos y construido más de 200 casas, siempre con la sustentabilidad como objetivo.
Datos útiles CIBA tiene su sede en Estudios de Bahía Grande, Av. Del Puerto 215, piso 7º, of. 723. Tel: 5252-1619. Página web: www.cibaarquitectura.com E-mail: info@cibasrl.com.ar
Consolidada y en crecimiento, la gran urbanización de Escobar tiene una identidad bien definida, que conjuga armónicamente naturaleza, sustentabilidad, vida cultural y deporte.
Esta pandemia que nos tiene adentro de casa y puso en vilo al mundo, vino además a hacer tambalear ciertos paradigmas. Uno de ellos es el de las ciudades en extremo densas; metrópolis donde la distancia social se vuelve impracticable, además de que el ruido manda y casi no puede ingresar el sol.
“Si hago home office, ¿para qué tengo que vivir cerca del centro?”, es lo que muchos piensan. Ahora bien: alejarse demasiado de la ciudad tampoco es una posibilidad para aquellos que, a pesar de todo, siguen disfrutando de la vida urbana: salir de compras en la cercanía, tener a mano una oferta gastronómica variada, poder elegir entre diferentes colegios para los chicos y, por supuesto, disfrutar de un buen programa cultural.
Está claro que mucha gente se quiere `escapar´ al verde. Lo que a veces les cuesta a los barrios cerrados, por una cuestión de escala, es ofrecer cantidad y calidad de servicios. En este contexto, se destacan los proyectos de urbanizaciones de grandes dimensiones y con recursos naturales y de infraestructura para acceder a una vida más confortable.
Deporte, cultura y vida al aire libre son el ADN de la ciudad de Escobar.
Puertos, la urbanización desarrollada en Escobar por Consultatio, crece en el marco de un entorno natural único, rodeada de verde y espejos de agua, con todos los servicios y el confort de una ciudad. Una urbe en la que se proyecta un estilo de vida diferente, con diversas propuestas de barrios, departamentos y townhouses; un centro comercial con oficinas, servicios, consultorios, tiendas y gastronomía; y que dispone de un lago de 200 hectáreas, playa y hasta una frondosa reserva natural junto al río Luján. Una ciudad activa, natural y cultural; una urbanización cuyo “ticket de ingreso” resulta bastante más accesible de lo que podría pensarse por la escala de este desarrollo.
El perfil de una ciudad activa
El proyecto completo abarca 1.400 hectáreas, para cerca de 70.000 habitantes. Una urbanización con tres tipos de densidades, que tiene una oferta de servicios diferente, pensada para la vida en movimiento. El Club Puertos promueve diferentes actividades deportivas, fundamentalmente náuticas (como vela ligera, canotaje, windsurf, kayak, remo, natación en aguas abiertas), pero también running, tenis, fútbol y hockey, en un espacio de cinco hectáreas y un gimnasio con equipamiento de última generación. Diseñada con más de seis kilómetros de bicisendas y con un sistema de alquiler de bicicletas propio, Puertos tiene una excelente interconexión para evitar el uso del auto y promover la circulación a pie, en bici o en bote. La movilidad de Puertos responde también a la idea de “comunidad activa”. Compartiendo la premisa del pedagogo italiano Francesco Tonucci, que dice que una ciudad apta para niños es apta para todo el mundo, el proyecto se pensó para que los chicos puedan circular en forma independiente con sus bicis, skates y patines, haciendo deporte, recorriendo la reserva o disfrutando del arte participativo. La idea es simple: si funciona para los chicos, funciona para todos.
Naturaleza y cultura
La Reserva de Puertos ocupa una franja de seis kilómetros por cien metros que, recostada sobre el río Luján, sobresale por su frondosa arboleda y sus senderos, que pueden recorrerse a pie o en bicicleta. Además, hay módulos de reinserción de especies nativas y existen ahí mismo claros y decks para sentarse a disfrutar del silencio.
La ciudad acompaña la vida natural fomentando las huertas orgánicas, el compostaje, la separación de residuos y la construcción sustentable. De hecho, se desarrolló un sistema para clasificar las casas de acuerdo con la calidad de las construcciones y los materiales utilizados, que premia a las más eficientes.
Las obras en Puertos avanzan hacia el diseño pensado desde su origen.
La idea de llevar el arte a la vida cotidiana se refleja en la nutrida agenda cultural (que será retomada ni bien sea posible) y en el diseño de diferentes espacios concebidos como grandes piezas de arte para disfrutar al aire libre. Es el caso de la “plaza cívica¨ del centro comercial, donde confluyen y dialogan una obra del artista brasileño Artur Lescher (“La aguja”), el diseño paisajístico del estudio argentino Bulla y la mirada conceptual de Torrado Arquitectos.
En síntesis: la materialidad de las construcciones, el fuerte acento en la sustentabilidad, la concepción arquitectónica y los recursos tecnológicos y de conectividad configuran un urbanismo renovado, accesible y súper actual, que proyecta una nueva forma de vivir y habitar la ciudad, en sintonía con la naturaleza.
A la profesora universitaria y multideportista amateur Ángeles Montes de Oca la pandemia la sorprendió en Villa La Angostura. Inicialmente, la situación la llenó de incertidumbre, pero con el paso de los días se fue acostumbrando y hoy no planea regresar a Buenos Aires. Una relato íntimo que nos toca a todos.
A veces me pregunto qué hizo que yo estuviera acá en Villa la
Angostura pasando la cuarentena en soledad, rodeada de una naturaleza
increíble, en medio de montañas y lagos, pero lejos de mis afectos. El destino
lo quiso así y, si hay algo que pude entender, es que debo asumir el lugar y la
situación que me tocó en este tiempo de pandemia y tratar de aprender algo de
todo esto.
En mi vida anterior, esa vida que cada cual tenía hasta que se
desatara la pandemia del Covid-19, repartía mis días entre la docencia y el
deporte. Soy profesora universitaria de matemática y deportista amateur. Iba
dos veces por semana a la UADE y tres a la UBA. A contra turno de mis clases,
salía a correr, jugaba al golf, entrenaba en el gimnasio, remaba o andaba en
bicicleta. Siempre entrenaba con algún objetivo.
Mi calendario deportivo para 2020 comenzaba con una XK Race (carrera
que combina trekking, mountain bike y kayak) que se iba a realizar en abril en
Villa la Angostura. Como para ese momento iba a estar en el primer cuatrimestre
de clases, no iba a poder venir más que por el fin de semana; entonces, en
febrero, decidí sacar dos pasajes: uno para esos días de abril y otro para
venir una semana en marzo, para entrenar y descansar en este paraíso. No suelo
viajar sola, pero realmente lo necesitaba.
Llegué el 17 de marzo. En Argentina se había producido la primera
víctima fatal por Coronavirus. Si bien la gente ya empezaba a cuidarse y
algunas empresas planificaban home-office para sus empleados, los vuelos
seguían sus cronogramas habituales. A pocas horas de aterrizar en Bariloche, y
aún sin haber llegado a La Angostura, se conoció que, por ese fin de semana
largo de marzo (del 20 al 24) se suspendía el transporte de media y larga
distancia. Mi vuelo de regreso para el 25 no se veía afectado…
Acá se respiraba un aire extraño. Se controlaba mucho al turista.
Había varios negocios cerrados y, los que estaban abiertos, exhibían carteles
en donde se exigía entrar de a una o dos personas. A la tarde salí a caminar
rumbo al puerto, en la península Quetrihué, que ya estaba desolada. Al día
siguiente alquilé una bicicleta para recorrer varios kilómetros de la ruta 40 y
a la noche comí en un restaurant, que hoy ya no existe.
El 19 se comenzó a rumorear que se decretaría la cuarentena e intenté,
sin éxito, comunicarme con la aerolínea para conseguir lugar en algún vuelo. No
me quedaba otra que quedarme acá, aunque reconozco que no tenía ganas de volver
a Buenos Aires a tan solo dos días de haber llegado.
Cuando a la tarde se anunció la cuarentena, el hotel tuvo que
cerrar, por lo que me trasladaron a una cabaña. Fui al supermercado a comprar
provisiones para esos primeros días de encierro y, al volver, me quebré en
llanto en el colectivo al pensar en quedar encerrada.
Era verano y el clima ayudaba para pasar gran parte de los días en
el jardín tomando sol, almorzando con vista a la montaña o haciendo clases de
entrenamiento que aparecían en Instagram. Me prestaron una bicicleta con la que
daba vueltas alrededor de la cabaña, divirtiéndome con algunos desniveles del
terreno, pero lejos de los 200 kilómetros semanales a los que estaba habituada.
La ambulancia pasaba todos los días con un megáfono, recalcando la
obligatoriedad de seguir encerrados. Valoré el hecho de que el supermercado más
cercano quedara a más de cinco kilómetros de distancia , lo que me habilitaba a
salir a caminar. Disfrutaba del paisaje montañoso y, aunque sabía que el lago
estaba cerca, no lo veía en el trayecto.
Unos días pasaron hasta que descubrí que podía salir a correr por
un sendero que está detrás del complejo y que sube por un bosque hasta la
cascada del río Bonito. Sólo me cruzaba con unas vacas, aunque yo fantaseaba
que, en algún momento, iba a aparecer algún policía entre los árboles para
advertirme; tremenda paranoia..
Por suerte había traído la computadora, la manotée a último
momento porque el día anterior a viajar habían suspendido las clases
presenciales y tenía que modificar los cronogramas. Me vi obligada a armar
material y aprender a dar clases virtuales. La computadora también me sirvió
para poner música, para entrenar y hasta para celebrar, en familia, las Bodas
de Oro de mis padres.
La cuarentena se extendía, yo chequeaba la página de la aerolínea para
ver si había algún vuelo de rescate. El encierro complicaba todo. Estados de
ánimo cambiantes: añoraba la libertad, extrañaba
a mis afectos. Había que llenar los días, las clases en la UBA aún no
comenzaban. Si el día era lluvioso, se complicaba aún más. Y fueron varios los
días de lluvia en abril.
Estar sola hizo que comenzara a hacer videollamadas: me contacté con
amigos y primos con los que hacía bastante que no hablaba. Además, en el jardín
de la cabaña hay un manzano, por lo que comencé a hacer apple crumbles.
Otoño patagónico
El otoño trajo unos colores increíbles. Los árboles se vistieron
de amarillos, ocres y anaranjados y apareció una gran variedad de hongos. Me
entretenía fotografiándolos. Me acuerdo del primer día que fui al centro en
bicicleta. Pude hacer doble recorrido, porque al llegar me informaron que, a
partir de ese día, se exigía tapaboca. ¡Pedaleé feliz esos 11 kilómetros para
buscar uno y volver con lo exigido!
Un día de mediados de mayo caí en la cuenta de que mi vida, tal
como la tenía armada, por varios meses no iba a volver. Me sentí vacía, sin rumbo.
Ese día me puse a dibujar, y descubrí que sabía hacerlo. Pude conectar con mi
parte creativa, una asignatura que tenía pendiente.
Mientras tanto, la situación en el AMBA iba empeorando mientras
acá en La Angostura, con cero casos, empezaron a flexibilizar: habilitaron
algunos comercios (lo que me permitió ir a la peluquería), unos días después permitieron
salir a caminar y, una semana más tarde, deportes individuales, lo que
aproveché al máximo: el sábado pedaleé cinco horas por la ruta 40 y el domingo
salí a correr hasta una cascada.
En junio comenzaron las “clases” en UBA. Se había atrasado el inicio
del año lectivo para ver si las clases podían empezar de manera presencial,
pero esto no pudo ser. A partir de ese
momento, mi vida se asemejó bastante a lo que yo estaba acostumbrada: un buen
mix entre trabajo y deporte. Ya se podía moverse libremente en la naturaleza,
por lo que todos los días planificaba algo.
La nieve y la angustia
A mediados de mes, todo se vistió de blanco. Fue increíble empezar
a correr por la nieve. Tan entusiasmada estaba que subí trotando por las pistas
de esquí del cerro Bayo. Al bajar, en el estacionamiento, había una persona haciendo
un muñeco de nieve. Era un ruso, de unos 35 años. Me contó que, al comienzo de
la cuarentena, estaba en una carpa y fueron a buscarlo las autoridades locales para
trasladarlo a una cabaña ya que, como había estado en Chile, debía estar
aislado. Le llevaban comida y le pagaron todos los gastos hasta que se cumplieran
los 14 días de aislamiento. Desde entonces está en un hostel, ya sin tanto lujo
y, si bien podría iniciar trámites para regresar a Rusia, al igual que yo
prefiere quedarse aquí disfrutando del entorno, alejado del coronavirus.
Unos días después llegó la autorización de Parques Nacionales y
pude, finalmente, salir a remar. ¡Qué felicidad! El Lago Nahuel Huapi para mí,
en soledad y paz absoluta.
En esos días, dos perros se sumaron a mis paseos, con una
fidelidad sorprendente. Alquilé un par de esquíes y salí a trepar cuestas con
ellos al hombro, siempre acompañada por los perros. Tomé exámenes vía Internet
y todo iba bien hasta que el último día de junio me llamaron para avisarme que
la madre de un gran amigo había muerto de Coronavirus. Lo que veía en la
televisión ya no era lejano, me había tocado muy de cerca. Me invadió la
angustia, la impotencia; desde aquel día, todo tomó otra dimensión.
En las próximas semanas, el segundo cuatrimestre también comenzará
de forma virtual. Por mi parte, aquí me quedaré hasta que pase la tormenta.
A 30 años de su inolvidable papel en el Mundial Italia ´90, Sergio Goycochea repasa su trayectoria y reflexiona sobre los momentos inesperados de la vida. Ya es abuelo y vive cerca de Nordelta, donde disfruta de la vida como lo hacía en su pueblo natal.
Como millones de chicos en la Argentina y
el mundo entero, Sergio Goycochea pasó casi todas las tardes de su infancia
jugando al fútbol, soñando con llegar a Primera. Lo que seguramente nunca llegó
a imaginarse es que, de manera fortuita, iba a convertirse en protagonista
central de una de las grandes epopeyas de la Selección. Todavía hoy, cuando lo
llaman de medios de prensa internacionales, lo presentan como un campeón del
mundo, sobre todo este año que se cumplen tres décadas de aquel recordado
Mundial Italia ´90. Campeón no fue, aunque estuvo a centímetros de atajar el
penal ejecutado por el alemán Andreas Brehme en la final, cuando la pelota
entró bien pegada a su palo derecho. Goyco
todavía tiene el mítico buzo que todo niño de los ´90 deseaba que su mamá le
comprara, y un coleccionista le ofreció hasta 50 mil dólares por el original.
Goyco alza a Diego tras la definición por penales frente a Yugoslavia (foto FIFA).
¿Dónde
lo tenés guardado?
Está
acá en casa, en la habitación que hoy es de mi hijo menor, que tiene una
cantidad de camisetas que he cosechado en mi época de jugador y después también
en mi tarea como periodista, de varios jugadores. Lo tengo en casa y es muy
importante, porque en Italia ´90 jugué con una sola camiseta, ese mítico buzo
era uno, lo lavaba después de cada partido para usarlo en el siguiente.
El Vasco Goycochea, que comenzó su
carrera profesional en River y se retiró en Newell`s, vive desde hace seis años
en un barrio cercano a Nordelta con su mujer y su hijo más chico. En este año
tan particular por la cuarentena, suele entrenar en la entrada de su casa y
jugar al squash en una cancha que improvisó en el estacionamiento.
Goyco,
¿cuáles fueron los momentos de tu vida que te hicieron crecer?
Cuando
fui papá. Ahí crecés porque tenés otra responsabilidad por la que luchar en la
vida. Después algunas situaciones feas que me tocaron en mi época de
futbolista, cosas que te dan otro punto de vista y te hacen parar en otro lado.
Todos tenemos momentos difíciles en la vida y esos son los que te hacen crecer
si sos inteligente y los sabés aprovechar.
Parecés
una persona que va siguiendo las pistas en la vida. Un día, cuando menos lo
esperabas, debutaste en la Selección y te convertiste en héroe. Una vez
retirado del fútbol, la vida te llevó a ser conductor de televisión,
periodista… ¿Creés que la planificación es necesaria o seguís el destino?
No
tengo tan claro si hay que ir planeando o ir preparándose, pero al menos uno
tiene que ir hacia un gran objetivo o un punto final. Yo debuté en la Selección
porque de chiquito supe que quería ser jugador de fútbol e hice un camino para
llegar a eso, no es que de repente me levanté y me dijeron ‘vení a jugar el Mundial’.
Y cuando dejé de jugar, no planeé mi profesión en los medios de comunicación, pero
dije “esto me gusta hoy” y seguí esa intuición de prepararme y empezar a hacer
una vida después del fútbol. Por suerte elegí bien. No es que uno anda por la
vida dejándose llevar, creo que lo mejor que puede hacer uno es ver las señales
y prepararse, porque sino esas señales te pueden poner en el lugar que querías
estar… y no estás preparado.
La histórica camiseta de la Copa del Mundo 1990. Es una sola, que el arquero usó en todos los partidos en Italia hace 30 años (foto Flia. Goycochea).
Cuando
eras chico, ¿qué soñabas con ser de grande?
Siempre
soñé con ser jugador de fútbol, no recuerdo haber pensado otra cosa. A los 16
años ya era profesional. Y aunque de chico siempre estudié,siempre en mi cabeza había una cancha, un estadio lleno, el sueño
de jugar en un equipo de Primera.
Sergio Javier Goycochea tiene 56 anos. Tuvo un paso por erl modelaje y hoy se dedica al periodismo deportivo.
¿Hay
cuentas pendientes en tu vida?
No
me gusta hablar de cuentas pendientes. Me gustaría hacer muchas cosas más, pero
lo que pasó ya pasó y es imposible recrear los mismos momentos, tener la misma
edad, estar en el mismo contexto, en la misma situación. Seguramente como toda
persona si me darían la posibilidad de cambiar algunas cosas que decidí o hice
en el pasado, las cambiaría. Pero en definitiva, como ya no las puedo cambiar,
le sacaría el título de cuentas pendientes y apostaría con optimismo a decir
que me gustaría hacer muchas cosas más en el futuro.
Dos
hechos inesperados en tu vida: tu debut en un Mundial y la cuarentena que
estamos atravesando.
El
primero fue inesperado porque era muy difícil que pudiera jugar en Italia ´90:
un Mundial es un torneo corto y estaba muy claro que el titular iba a ser Pumpido,
las posibilidades de jugar se reducían a que Nery se lesionara o a que lo
expulsaran, esa es la realidad desgraciadamente. Pero después llegó lo que es
casi un cuento de hadas para mí, porque también podía haber jugado y pasar por
el Mundial sin pena ni gloria. Y en cuanto a la cuarentena, esta situación
especial tocó justo en los 30 años de Italia´90, y la estoy llevando… gracias a
Dios estoy trabajando, gracias a Dios no tengo las necesidades de sostener una
empresa como les pasa a otros, tampoco tengo necesidades de primera mano, entonces
la angustia es mucho menor. Igualmente, esta cuarentena te modifica
emocionalmente y ese es el gran calvario que uno tiene que pasar, porque
realmente fue de un día para el otro, y aquí sí inesperadamente nos modificaron
la vida. Pero nos sorprende a todos porque nadie sabe bien cómo va a terminar esto,
este virus, cómo va mutando…
Cuándo
volviste de Italia ´90 te encontraste con una fama repentina, el acoso de la
gente… ¿Alguna vez pensaste cómo sería volver a ser un desconocido?
Cuando
llegué no esperaba que me fuera a cambiar la vida tanto. Pero me empezó a
conocer todo el mundo, había una excitación hacia mi persona que llevaba a la
gente a perseguirme, a pedirme autógrafos, fotos, un montón de cosas… No me
harté, pero me sobrepasó la situación porque no estaba acostumbrado y no la había
vivido jamás. Nunca se me cruzó por la cabeza querer volver a ser un
desconocido, no porque me guste la fama, sino porque disfrutaba del afecto de
la gente.
¿Sos
una persona que vive el presente y lo disfruta, o la vorágine diaria no te lo
permite?
Vivo
bastante el presente. Trato de adaptarme a la realidad y al mismo tiempo trato
de respetar mis momentos y mi calidad de vida. Estoy por cumplir 57 años y creo
tener la inteligencia como para poder hacerlo. Sino estaría fallando, porque no
poder encontrar el equilibrio a esta altura, sería preocupante.
¿Disfrutas
de la zona donde vivís?
Sí,
disfruto mucho de mi casa, de la tranquilidad, de la seguridad. Y, antes de la
cuarentena, también del deporte: este es un barrio muy deportivo, que va muy de
la mano con mi perfil. La cercanía de todo me facilita la vida y en general la
zona me parece bárbara, compro bastante en el centro comercial de Nordelta, con
todas las facilidades y cosas que ofrece.
¿Cómo
está compuesta tu familia, hacen actividades juntos?
En
casa quedamos tres: mi esposa, mi hijo más chico (Bautista) y yo. Los otros dos
ya emigraron hace tiempo, de hecho ya soy abuelo, Paloma me hizo abuelo. Somos
muy familieros, pasamos mucho tiempo juntos, somos de vacacionar todos, con mi
nuera, nos juntamos y pasamos el rato juntos.
Volviendo
al fútbol, ¿curaste la sed de venganza contra Codesal, el árbitro que cobró el
penal en la final?
Nooo,
con Codesal ya está (ja ja)… Haya estado equivocado o no, no conviene convivir
con tanto rencor después de tantos años, así que… para mí ya murió hace tiempo
Codesal, ja ja.
La pandemia no frena la creatividad de Ricky Pashkus. El reconocido coreógrafo, docente y director de teatro expresa su opinión sobre el nuevo escenario y avanza con nuevos proyectos.
Cuando era chico, el living de Ricky
Pashkus se transformaba en un gran teatro donde jugaba, bailaba y actuaba junto
a su hermano. Admiraba a los artistas de las películas argentinas y las
norteamericanas, pero sobre todo los musicales. Nació en el seno de una familia
de inmigrantes, de clase media, que no aspiraba a tener un hijo artista. Sin
embargo, en la adolescencia Ricky descubrió el teatro gracias a la necesidad de
expresarse, sentirse más sociable y ser aceptado por su grupo de amigos. “La vida me parecía aburrida sin el teatro”,
recuerda este multifacético director, quien hoy -lejos de las tablas debido al
aislamiento social- no para de gestar propuestas solidarias, siempre
relacionadas con el arte.
¿Cómo ves el
panorama del teatro en la actualidad y su futuro, a causa de la “nueva
normalidad” que vendrá?
Me cuesta mucho lo
de la nueva normalidad. Para algunos significa que no podremos besarnos, o que
los adultos mayores no podrán acercársenos. Pero para otros alude a que no
habrá teatros o cines, salvo butacas de por medio. No veo nuevas normativas
peligrosas, lo que veo son más pobres y una peor vida.Desde que comenzó la pandemia, los humanos pasamos de creer que
esta era una oportunidad para que mejore la naturaleza del mundo y el medio
ambiente, hasta que nos dimos cuenta de que se avecina la miseria, la peor de
las crisis. Por ende, creo que el problema del teatro será la falta de dinero,
como será para todo el mundo. En la Argentina vendrán obras más vinculadas a la
diversión, comerciales, con entradas más accesibles y grandes figuras
convocantes. Habrá una menor experimentación y menos trabajo en general, pero
no puedo decir que eso me guste.
Exitoso director y productor, además de
coreógrafo y docente, la pandemia interrumpió las presentaciones de “Kinky
Boots”, su nuevo musical, protagonizado por Martín Bossi y Fer Dente. Pero
también la nueva gira de “Argentina Baila”, el espacio abierto a
todas las expresiones artísticas del folclore de nuestro país, que él dirigía y
se emitía por la TV Pública.
Pashkus con el reconocido actor Julio Chavez.
¿Cómo estás
viviendo este momento a nivel personal?
Es un momento duro,
pero soy un privilegiado. Sé inventar trabajo. Tengo gente que confía en mí y
le da bolilla a las cosas que invento. Tengo una productora, Rimas Producciones,
que puede afrontar con dignidad la situación. Pero en lo personal, lo que más
me duele es cómo reaccionamos los seres humanos frente al virus, como si fuera
necesario vivir una escena de locura generalizada, a nivel mundial. Somos una
mezcla de panic attack con una sensación de sinsentido. Nos pueden decir de
todo y todo lo escuchamos. Toleramos la sobreinformación que recibimos, de
parte de las autoridades del mundo, sin haber enloquecido todavía. Un día nos
dicen una cosa y al día siguiente otra, con el temor como vía del mensaje y la
comunicación.
Ricky afirma que el virus creó
incertidumbre y que el ser humano demostró no tolerarla. Por eso, lo que más le
duele son los momentos inhumanos que vive la sociedad, casi como encarnando la
ley por motu proprio y no debido al
virus. “Al inicio de la cuarentena, cerca
de mi casa, con un altoparlante y desde su balcón, un hombre delataba a los que
se movían: ´Una señora a la izquierda´, ´Un coche dobla por la calle Guido´…
No me gusta el modo enloquecido en que reaccionamos, pero el poder y los medios
supieron muy bien cómo aprovecharlo”, comenta.
Kinky Boots II. Ricky Pashkus, Sofía Morando, Martín Bossi, Fernando Dente y Florencia Masri.
Estás muy
comprometido con proyectos sociales pero siempre relacionados con la cultura,
como el festival solidario virtual “Un abrazo por la 31”, realizado
para recaudar fondos para el barrio Padre Mugica (ex Villa 31). ¿Qué te
movilizó a organizar este evento?
Me llamó el cura Willy
Torre, de la parroquia del barrio, y me lo propuso. Me dio la libertad de
hacerlo como quisiera y fue un momento muy especial para él, porque se había
infectado de Coronavirus. Estaba aislado, vivía en un hotel, y me llamó desde
ahí. ¿Cómo decirle que no a quien, desde su propio momento doloroso, igual
seguía pensando en lo necesario y solidario? No dudé ni un instante.
Ahora estás
produciendo el ciclo de entrevistas “Siempre es Teatro”, a beneficio
de la Casa del Teatro, con renombrados artistas que se suman al proyecto. ¿Cómo
surgió la posibilidad de hacerlo?
Con mi productora
pensamos que sería ideal crear estas entrevistas con grandes figuras, a
beneficio de La Casa del Teatro. La imagen de aquel emblemático programa
“Inside actor’s studio”, que conducía
James Lipton, fue el espíritu deseado. Julio Chávez, Luis Brandoni, Fer Dente,
Natalia Oreiro, Juan Minujín, Puma Goity, Julieta Diaz y Laurita Fernández
fueron, entre tantos otros, las figuras que respondieron inmediatamente de una
forma increíble.
Pashkus lleva el teatro en la sangre y lo difunde por todo el país. Aquí se lo ve en las audiciones de Kinky Boots, junto a Martín Bossi.
En la actualidad,
algunas obras de teatro se proyectan de forma online. ¿Pensás que el uso de las
plataformas de streaming puede ser una tendencia, de ahora en más, para el
teatro?
No, no creo que las
obras online sean una tendencia. Serán una vía para músicos, cómicos,
humoristas o stand up, pero no para obras teatrales, eso no le interesa a la
gente. Nadie imagina que a alguien le pueda gustar más el Lollapalooza Online
que en vivo, o que sea más divertido ver a los Rolling Stones a través de una
pantalla. Estar en el lugar es lo esencial.
El ciclo
“Argentina Baila” te llevó a recorrer muchas provincias argentinas.
¿Qué destacarías de la gente de nuestro país?
La gente de nuestro
país es bella, humilde, y -en general- la diferencia entre Capital y el resto
del país todavía es notoria. La humildad del interior y el cancherismo de la
Capital es una verdad pero, a diferencia de lo que muchos creen, una gran
cantidad de artistas han nacido en el interior. Y esa humildad, cuando se aúna
con la valentía, crea grandes proyectos.
Humildad y sumisión es errar el camino, pero humildad y valentía es crear
cambios.
SET Ricky Pashkus
Perfil
Ricardo Pashkus nació el 23 de febrero de
1955 en Buenos Aires. Fue distinguido como “Personalidad destacada de la
Cultura” y galardonado con varios premios ACE, Trinidad Guevara, Estrella de
mar y otros reconocimientos de renombre. En noviembre de 2018 diseñó la
coreografía de “Argentum”, el musical federal que fue presentado en el Teatro
Colón, durante la 13º Cumbre del G-20, frente a los jefes de Estado de los
principales países del mundo. Del espectáculo participaron artistas emergentes
y grandes referentes, como Julio Bocca y Mora Godoy.
También es el creador de grandes certámenes
y galardones como los premios Hugo y Chúcaro, y del programa y certamen
televisivo “Argentina Baila”; mientras que en teatro dirigió obras como “Los
productores”, “Hairspray”, “Sweeney Todd”, “Te quiero, sos perfecto, cambiá”,
“Chorus Line” y “La jaula de las locas”, entre muchas otras.
Rodrigo Bauni es el creador de uno de los chocolates más innovadores que se hacen en el país. Productos de excelencia, que lograron captar el gusto y la atención de personajes como Emmanuel Macron, presidente de Francia. Aquí cuenta sus secretos.
Rodrigo Bauni no la pasaba mal. Viajaba
por Estados Unidos con amigos, pintaba, se sumergía en diversos proyectos y
frecuentemente visitaba los bares under
del jazz neoyorquino. Pero al regresar a Buenos Aires sentía que aún tenía una
deuda con su gran pasión: la gastronomía. Ya había pasado por Bellas Artes,
diseño gráfico y arquitectura. Había trabajado en agencias de comunicación y de
publicidad. Pero el insistía en que la gastronomía era “el lugar en el que estaba a gusto, mi lugar de pertenencia”.
Fue por eso que con un amigo decidieron
abrir una pastelería, que fue creciendo con el correr de los años y en la que
se interiorizaron en el chocolate. La relación de Rodrigo había nacido de chico
a través de su tío, que se dedicaba a este rubro en el sur del país. “Me conectaba emocional, sensorial y afectivamente,
por el vínculo que me transmitió mi tío”, asegura.
Y fue así que nació Purocacao. El gran
proyecto de Bauni, su gran apuesta.
Rodrigo Bauni en plena elaboración de sus singulares productos.
¿De
qué se trata Purocacao?
Purocacao
es el sueño de un testarudo. Hacer algo que tiene que estar bien. Bien desde la
concepción. Apuntamos a tocar la fibra íntima.
¿En
qué se destacan?
Para
lograr conmover hay que trabajar ese efecto. Hay un trabajo desde el diseño y
el packaging, en donde es muy sutil. Tratamos de trabajar con la mejor materia
prima que se pueda conseguir y cuidarla. Esto es trabajar la parte artística,
la presentación y también hacerlos ricos y memorables.
Entre las medallas que ostenta Rodrigo está
haber participado junto a Purocacao en ferias en Europa, en el Teatro Colón y
en la embajada de Francia, en donde lograron cautivar a un cliente particular.
Los bombones con quesos finos que Puro Cacao elaboró para una recepción en la embajada de Francia.
¿Qué
devoluciones han tenido?
Tuvimos
suerte también de conectarnos con buena gente. De trabajar con Chandon. Macron
(Emmanuel, presidente de Francia) nos escribió una carta para felicitarnos, logramos
movilizarlo. Y esas cosas te reconfortan, el esfuerzo va tomando sentido. Pero
más allá de estos ejemplos, siempre me intriga la reacción de los clientes. Ver
las expresiones en la cara cuando los ven, cuando los prueban. Es una grata
sorpresa. Como que bajan la guardia.
¿Qué
es lo que van a probar?
No
va a ser un chocolate más. Los va a sorprender. Cuidamos mucho el producto, con
qué lo acompañamos, cada uno tiene su propia huella, su ADN. Tratamos de contar
la historia de cada producto según cómo la interpretamos.
Uno de los bombones únicos de Purocacao se hace con whisky Macallan.
¿En
qué se diferencian del resto?
Hay
grandes exponentes de chocolate en Argentina. En nuestro caso queremos contar
una historia integral. Diseñar nuestro propio packaging: sofisticado pero
simple. Y que cuando abras y veas los bombones, cada uno tenga una identidad
muy marcada, con diferencias que no sólo estén en la estética, sino también en
el producto.
¿Y
qué identidades se pueden encontrar?
Tenemos
bombones de distintos varietales de vino, de distintas regiones, cada uno muy
diferente al que está al lado. Tenemos un bombón de peras de un destilado que
se llama cristalino y la idea es capturar la esencia de ese producto, sabor y
aroma, y que te movilice sensorialmente. Tenemos un bombón de roquefort que lo
ves y ya sentís esa presencia de los colores del queso. La idea es sorprender.
¿Qué
otras variedades tienen?
Un
bombón notable es el de mandarina y rocoto, que es entre dulce, ácido y
picante. Tenemos los del whisky Macallan, que son impresionantes. También una
colección en la que hacemos tragos con ese whisky, un old fashion en un bombón.
Nuestro proyecto no es tímido, sorprende. Por supuesto que tenemos también los
sabores tradicionales. Siempre con el objetivo de tocar la fibra íntima. Es
nuestra pasión. La pasión del equipo con el que trabajo, es lo que nos
caracteriza. Tratamos de mantener una consistencia en el producto.
Seleccionamos nuestro cacao, que es exclusivamente de origen americano, por ser
la cuna del cacao.
¿Cómo
los ha encontrado la crisis ocasionada por la pandemia?
Me
bajé del avión el 5 de marzo para abrir un local, con un montón de planes.
Tuvimos que clavar los frenos, recalcular y potenciar todo lo relacionado a las
redes. No somos un producto masivo y si bien está muy difícil, contamos con
mucha gente que nos elige. Nosotros estamos subsistiendo, trabajando un montón
de acá para allá, y también cuidándonos mucho.
Cuando Diego Schwartzman irrumpió en el circuito de tenis profesional, su estatura llamó la atención del mundo entero. A todos les caía simpático que un chico de apenas 1,70 intentara triunfar en un ambiente de gigantes. Hoy es el mejor tenista argentino y, mientras pasa la cuarentena en Nordelta, se prepara para su próximo objetivo: ser Top Ten.
Diego
Schwartzman no la tenía servida para convertirse en tenista profesional. En
2005, cuando apenas tenía 13 años, en la familia la plata no alcanzaba para que
viajaran todos con él a los torneos, y empezó a moverse solo para ir a certámenes
juniors en Perú, Ecuador… lloraba en el avión, extrañando a su familia. Tampoco
la tuvo fácil con su estatura. Con sólo un metro setenta, le decían que iba a
tener un panorama muy complicado. Sin embargo, sobre la base de esfuerzo,
dedicación y confianza en sí mismo, llegó. Hoy tiene 27 años y es el mejor
jugador argentino, ocupa el número 13 en el ránking mundial y acumula más de
ocho millones de dólares en premios. En este inédito parate del deporte en el
planeta, está pasando la cuarentena en su casa de Nordelta, donde vive con su
novia (la modelo Eugenia de Martino) y sus dos perros.
Hace 10 años quedaste afuera del US Open
Juniors en primera ronda y creías todo perdido. Hoy sos el mejor jugador
argentino y estás arañando el Top Ten. ¿Cómo saliste adelante?
Aquel
momento fue duro. Creo que en toda carrera individual, hagas lo que hagas, hay
altibajos, y quizás lo malo te afecta de más. Me pasó de llegar a la habitación
del hotel y decir: “Quiero dejar todo, quiero volver a mi casa, estar con mi
familia, con mis amigos…”. Pero mágicamente al día siguiente algo te dice que
hay que buscar soluciones hasta donde no las hay. Hoy me encuentro en una
situación que quizás en ese momento no veía… quizás esos momentos malos a lo
largo de los años, piedras que tuve en el camino, tanto en resultados como en
distintas situaciones, me hicieron un mejor jugador. Me ayudó respetar el día a
día, el esfuerzo, el entrenamiento y escuchar a los que tengo al lado y saber
que tenía todavía mucho para aprender.
En su casa de Nordelta junto a sus dos perros.
Siempre te preguntaban (y algunos lo siguen
haciendo) cómo ibas a salir adelante en el tenis midiendo 1,70…
Mucha gente me dijo que
iba a ser difícil, ¡y no me mintieron! Hoy los tenistas miden un promedio de 1,90,
son físicamente muy muy grandes. Al principio fue muy dificil para mí, tuve que
aprender un montón de cosas, otras virtudes que por suerte pude asimilar,
mejorar y me hicieron estar hoy en la posición del ranking que ocupo.
Un saludo con Rafa Nadal
¿Te perjudica este parate?
Venía muy bien,
había arrancado muy bien el año, pero a la vez me había lesionado en Buenos
Aires y tuve que parar unas semanas por lesión. Creo que a todos nos perjudica,
pero los que hayan entrenado y se hayan cuidado bien seguro les irá mejor. Yo tengo
muchas ganas de volver a la competencia.
¿Qué podés destacar de bueno de la cuarentena?
Es
difícil encontrar algo bueno, sobre todo en un país que tiene tantas
dificultades económicas, y el encierro es muy duro. Ojalá que en el futuro
aprendamos a ser más solidarios o respetarnos un poco más y cuidarnos entre
todos, eso sería algo positivo.
¿Cómo estás aprovechando este tiempo ?
La cuarentena me
hizo leer, aprender sobre cosas que me gustan, cocino mucho, aprovecho mi casa,
mis perros (a los que no tenía pensado ver tantos meses seguidos). Así que
disfruto de estar del aire libre, de estar en casa una época del años que no
suelo estar en Buenos Aires por las giras. Estoy aprovehando eso. Tengo la costumbre
de tomarme los mates a la tarde, desayunar, estar tranquilo, relajarme acá en
mi casa, jugar a la play… Y ahora que a los atletas clasificados a Tokio nos
permiten entrenar, estoy haciendo mucho físico.
El Peque se viene abriendo camino en el tour mundial y, tras el parate por la pandemia, aspira a llegar al Top Ten.
Contame de Maradona, ¿tenes buena relación con
él?
Con Diego se armó
una relación medio de la nada. Yo lo conocía de cuando era sparring de Copa Davis
hace muchos años, él venía a ver los partidos y yo le pedía fotos. Después, cuando
le gané a Cilic en el US Open, me había hecho llegar un audio de un minuto y
pico en el que me decía que ya no era más Dieguito, que me había convertido en
Diego después de esa gran victoria en la que pasé a jugar la segunda semana de
un Grand Slam. A partir de ahí cruzamos mucho diálogo por WhatsApp. Siempre
tuvo palabras muy buenas para mí, tanto en privado como públicamente, es muy
lindo tener un referente deportivo así que pueda hablar bien de uno.
Cuando vuelva el tenis, ¿cuál es tu objetivo: entrar
al top ten , ser número 1? ¿O sentís que tenés un techo ?
Ojalá que todavía no haya encontrado el techo, uno nunca sabe cuál es… Eso lo analizas después de que termina tu carrera. Ojalá pueda entrar al top ten, ese es mi próximo objetivo.
En el banco de la Copa Davis, con el capitán argentino, Gastón Gaudio.
Una iniciativa solidaria
“Seamos
Uno es un iniciativa que surgió hace mucho tiempo con un grupo de personas que
se plantearon un objetivo que parecía imposible, que era llegar al millón de
cajas de productos alimenticios y de higiene. Llegaron a 600 mil y para darle
envión a lo que faltaba, se fue sumando más gente, artistas empresas, sponsors,
deportistas… hasta que se contactaron con Manu Ginóbili, que juntó un grupo de
gente, a mí me comunicó lo que era el proyecto y sin pedir ayuda públicamente me
sumé. Hoy estamos en eso, tratando de llegar al millón de cajas. Los que lean
esta nota y quieran ayudar en este momento tan complicado pueden contactarse
con www.seamosuno.com.ar o con el
perfil de Instagram @seamosuno2020
El Mercedes-Benz GLB el Mini John Cooper Works GP y el BMW Serie 3 M340i xDrive son tres vehículos de lujo recién presentados en la Argentina. Características principales de cada uno.
El nuevo SUV de Mercedes
Mercedes-Benz lanzó en la Argentina una de sus novedades más importantes
del año: la GLB. Combina un moderno aspecto exterior, una gran versatilidad
interior y un habitáculo con un increíble volumen. Es robusta y al mismo tiempo
transmite una especial elegancia por sus terminaciones y líneas redondeadas. Llega
a nuestro país en su versión 250 Progressive 4MATIC.
Con siete plazas, es
un vehículo ideal tanto para una familia como para hacer viajes con amigos. La segunda y la tercera fila de asientos se pueden rebatir total o
parcialmente. La regulación
eléctrica de las butacas delanteras y la regulación en altura y profundidad de
la columna de dirección permiten encontrar la postura perfecta.
El eficiente
motor tiene dos litros y cuatro cilindros, con una potencia de 224 CV y un
bajísimo nivel de emisiones.
Posee
tracción integral 4MATIC con distribución de par variable, lo que asegura confort tanto en ruta como en offroad. Acelera de cero a cien kilómetros por hora en
menos de siete segundos y consume algo más de siete litros cada cien
kilómetros.
Dentro del paquete de seguridad se destaca el
frenado activo de emergencia que trabaja por proximidad y contribuye a evitar
accidentes. Ofrece siete airbags: frontales, laterales y de rodilla para
conductor, y windowbags completos.
En el puesto de conducción, el manejo y la
visualización se basan en el sistema MBUX (Mercedes-Benz User Experience). El
modelo 4MATIC dispone del paquete técnico offroad, que
incluye un programa adicional de conducción y asistente inteligente para
descenso en pendientes pronunciadas.
El súper Mini
El imponente frente del GLB.
Apenas seis
meses después de su lanzamiento mundial, llega a la Argentina la tercera
generación del Mini John Cooper Works GP. Es el modelo de producción en serie
más rápido que jamás haya fabricado la marca británica, del que saldrán a la
venta apenas 3000 unidades en todo el mundo.
Con un modernísimo
motor de dos litros, cuatro cilindros en línea y la última tecnología Mini Twin
Power Turbo, este pequeño alcanza los 306 hp y, desde cero, llega a los 100
kilómetros por hora en sólo 5,2 segundos, con un sistema de escape que genera
un sonido único.
La transmisión
es una nueva Steptronic de ocho velocidades, con bloqueo mecánico del
diferencial. La suspensión y el sistema de frenos también son de carácter
deportivo: garantizan una alta estabilidad aún en las curvas más dinámicas.
La carrocería,
que se ha modificado en detalle, optimiza principalmente el equilibrio
aerodinámico del vehículo y el suministro específico de aire de refrigeración a
las unidades de propulsión y al sistema de frenos. El gran alerón del techo (con
contornos de doble ala), el diseño específico del borde del faldón delantero
conocido como Blackband y el borde del alerón delantero forman un paquete
coordinado con precisión, diseñado para reducir la elevación.
La cabina incluye
dos butacas y tiene un aislamiento acústico reducido, con el fin de optimizar
el peso. En el volante de cuero, las levas de cambio están impresas en 3D en
metal.
En la ruta, la performance del nuevo Mini muestra la eficacia de sus 306 Hp.
El Serie 3 más deportivo
BMW también
trajo al país un modelo recién presentado en el mundo entero. Es el M340i
xDrive, la opción más potente, deportiva y equipada de su Serie 3, impulsada
por un motor TwinPower Turbo de tres litros y seis cilindros en línea cuya
potencia alcanza los 387 Hp y 500 Nm de torque. A él se adicionan la suspensión
y el diferencial M Sport, el diseño y características exteriores M con propiedades
aerodinámicas optimizadas, un paquete completo diseñado para maximizar el
rendimiento. La transmisión, en tanto, es Steptronic Sport, de ocho velocidades,
con cambios de marcha extremadamente deportivos.
El sistema inteligente de
tracción total permite una distribución totalmente variable de la potencia de
transmisión entre las ruedas delanteras y traseras. Reacciona a los cambios en
la situación de conducción con gran precisión y en una fracción de segundo,
maximizando la tracción, la agilidad y la estabilidad de manejo en todas las
condiciones climáticas y de la superficie de la carretera.
Mini siempre sorprende con tableros muy llamativos.
En cuanto a confort, está
equipado de serie con climatizador automático de tres zonas, iluminación
ambiental, Parking Assistant con sensores en la parte delantera y trasera, BMW
Live Cockpit Professional completo con sistema de navegación y una pantalla de
control de 12,3 pulgadas.
En lo que respecta a
seguridad activa, presenta Sistema Anti-Bloqueo de frenos (ABS), Control
Automático de Estabilidad (ASC), Control dinámico de estabilidad (DSC), Control
de tracción dinámico (DTC) y Control del bloqueo del diferencial electrónico
(EDLC).
A los 28 años, el diseñador Santiago Artemis es uno de los más reconocidos de la Argentina y su talento desprejuiciado triunfa en el mundo. Sinónimo de personalidad y provocación, ya ha vestido a figuras internacionales como Kate Perry, Britney Spears y Lana del Rey.
“Diseñador de moda, artista
visual, autor, director de arte y actor”. Así se define Santiago Artemis:
como un innovador artista conceptual cuya obra parece trascender más allá de
sus elegantes vestidos de sobresalientes hombreras. A los 17 años llegó de las
heladas tierras del fin del mundo a la ciudad de Buenos Aires, para romper con
los estereotipos y los prejuicios de la moda argentina. Hoy, con 28, no sólo
triunfa en las pasarelas y diseña para renombradas personalidades de nuestro
país -como Griselda Siciliani, Pampita, Tini Stoessel o Nicole Neumann-, sino
que también vistió a artistas internacionales de la talla de Katy Perry, Lana
del Rey, Cyndi Lauper y Britney Spears. “Soy
un chico muy atrevido, muy lanzado, pero sin ser irrespetuoso. Siempre tuve una
fuerte convicción de que podría llegar a ser alguien y ese pensamiento tan
fuerte me ayudó a creer en mí”, recuerda Artemis.
Su extrovertida personalidad, fresca e irreverente, es la que tambíen se
destaca en “No hay tiempo para la vergüenza”, la serie que protagoniza en Netflix
para mostrar su día a día. Y así también lo expresa en su libro autobiográfico,
“El chico del fin del mundo” editado por Ediciones B, donde afirma: “Descubrí que si quería lograr algo en esta
vida, dependía solo de mí. Nadie me iba a dar nada…”. Actualmente es,
además, jurado del programa de Canal 13 “Corte y confección”.
De Ushuaia al mundo
En el seno de una familia conservadora y de religión mormona, Santiago
Navarro -nombre real de Artemis- creció curioso e inquieto en Ushuaia, una
ciudad llena de fábricas y aserraderos que poco entendían del mundo de la moda.
“Mi infancia no fue la más felíz de todas,
perotampoco fue miserable. Cuando
crecí, y recolecté mis recuerdos, me di cuenta de que la pasé mal en mi niñez, pero
en esos momentos no era muy consciente. Me bancaba lo malo sin ponerme en
víctima, y recién ahora estoy preparado para decirlo, pero también muy
agradecido porque todo lo que viví me formó para ser quien soy hoy”.
A los 17 años se mudó a Buenos Aires para emprender con sus diseños,
mientras cursaba en la Escuela Argentina de Moda y la Facultad de Arquitectura,
Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (FADU). Sin embargo, su carrera
fue rápidamente en ascenso y a los 19 años ya diseñó para Katy Perry y
confeccionó el vestido de 15 años de Lisa Cerati, hija de Gustavo.
¿Qué te inspiró a elegir tu
profesión?
Me gustaba mucho leer las
revistas Burda y los libros de moda en la casa de mi abuela. Ese fue el
puntapié a mi creatividad, pero elegí mi profesión sin dudar. Soy muy
improvisado y tampoco pensé mucho en mi elección. Recuerdo haber hecho un test
vocacional alguna vez, pero la respuesta fue muy evidente: tenía que estudiar
una actividad relacionada con la creación.
¿Cómo vivías la experiencia de
diseñar para alguien famoso?
Las oportunidades llegaban y me
sentía muy agradecido y contento. Siempre intentaba dar lo mejor de mí, como
ahora. Igual no creo en la suerte, yo trabajé mucho para que todo lo que me
pasó se diera. Luego el universo me colocó en el lugar en donde justo tenía que
estar, pero siempre tuve mucha fe, orden divino y bendiciones. Y hoy, famosas o
no, tengo una relación excelente con mis clientas, son personas muy dadas, igual
que yo con ellas. Soy como un psicólogo.
¿Cuándo te diste cuenta de que te
habías convertido en un diseñador renombrado?
Cuando comencé a salir en
televisión. A los 18 años ya quería llamar la atención, tenía mucha hambre por
existir. Nunca me interesó figurar ni ser famoso, pero sí ser conocido por mi
trabajo. Y este sentimiento lo tengo desde muy chico, siempre supe que tenía
algo para compartir y no sólo por el hecho de llegar y decir: “Hola, tengo
hombreras”.
Retro e innovador
Del glamour de la alta costura a comprar telas caras en el barrio de Once, o
pasear por las grandes ciudades del mundo con tacos altos, Santiago Artemis se
mueve en cualquier ámbito como si fuera el suyo. “Soy popular, no discrimino, y ser así me encanta, no es una fachada,
es mi naturaleza. Soy como Xuxa, me siento muy identificado con ella, me
entrego a mi público”, cuenta el diseñador.
Como una conexión entre el pasado y el presente, sus diseños retro conquistan
pasarelas: desde el London Fashion Week, apenas comenzó con su carrera, hasta la
última edición del BAFWeek, donde desplegó I
found me, su nueva colección, con entradas agotadisímas.
¿Por qué te inspira la moda de
los ´80?
No solo la moda, sino la cultura.
De chico miraba los videos VHS con los programas de Xuxa, grabados por mis
hermanas. ¡Sus trajes y botas bucaneras me encantaban! Otras que me gustaban
eran Sailor Moon, y de ese animé saqué el nombre de mi avatar: Artemis, que hoy
uso como apellido, como mi alter ego. Y también los dibujos de Jem and The
Holograms, con sus brillos y hombreras. Además, investigo tendencias, me
inspiro en mis viajes y escucho a mis clientas para volcar mi creatividad al
diseñar.
¿Cómo ves el gusto de la mujer
argentina?
Todavía tiene mucho miedo a
mostrarse. No faltan ideas, conceptos ni creatividad, sino personas que se
animen. Pero no la juzgo, tengo compasión y supongo que no lo hacen por miedo.
En lugar de enfocarse en ellas, las mujeres critican a otras, compiten o
piensan en el qué dirán. Hablan de igualdad pero todavía hay mucha envidia,
arrogancia y vanidad entre ellas. No siempre son amigas y eso recién pasará
cuando se agarren de las manos sin enfocarse en la crítica. Y no lo digo por
ser gay, ¡amo a las mujeres!, pero observo su lado humano. Por eso la nueva
generación tendrá que crecer con más amor y cuidando sus palabras, para que se
note un poquito más el cambio.
¿Qué diferencia a tu estilo del
resto?
Todos los diseñadores somos
diferentes, por eso hay lugar para el trabajo de todos y el éxito de uno no es
el fracaso del otro. Yo soy muy extrovertido e histriónico y me diferencio por
mezclar indumentaria de hombre con la de mujer. Al final, todas esas cosas por
las que me burlaban de chico hoy me distinguen, son mi sello y busco romper con
las estructuras. Te lo digo con total orgullo y sin censurarme, porque confío
en que mi trabajo no lo hace nadie. Estoy en la mía y vivo en mi propio
planeta, el planeta Artemis.