domingo, septiembre 14, 2025
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El Flaco, de La Boca a Nordelta

Rolando Schiavi llegó de grande al club del que era hincha desde chico. Sin embargo, en poco tiempo se convirtió en ídolo y se retiró cuando tenía casi 40 años, luego de ganar nueve títulos, incluida una Copa Intercontinental. Hoy es director técnico de la reserva xeneixe y disfruta de la vida en El Golf de la ciudadpueblo.

A los ocho años fue su primer contacto con Boca, cuando el xeneixe fue a jugar a Lincoln, su pueblo natal. Después de un entrenamiento, aprovechó y se sacó fotos con el Loco Gatti y el Tano Pernía, ídolos boquenses por ese entonces. Ya de más grande, mientras hacia las inferiores en Rivadavia de Lincoln, si jugaba Boca sacaba la tele afuera, prendía la parrilla, y miraba el partido con amigos en el patio. Eran los años de Giunta, Simón, Cabañas, Comas, Graciani… y el sueño de Rolando Schiavi era ponerse la azul y oro. Jugó primero en Argentino de Rosario y luego en Argentinos Juniors, y recién a los 28 años se le presentó la oportunidad tan anhelada cuando lo contrataron para reemplazar al Patrón Bermúdez. El Flaco se asentó bien en el área, se hizo querer y terminó conquistando nueve títulos en dos etapas en Boca, incluidas las copas Libertadores e Intercontinental en 2003.

Entre ambos períodos en La Ribera jugó en Gremio de Porto Alegre y Newell´s Old Boys de Rosario, donde se convirtió en el defensor más goleador de la historia del club, con 18 goles en 109 partidos; en esa misma época adquirió otro récord: el de jugador más viejo en debutar en la Selección, con 36 años, en un partido de 2009 por las Eliminatorias, contra Paraguay. Además, dice Rolo que él, junto con Nicolás Burdisso, vendió a Maxi López al Barcelona, tras un partido contra River en el que el rubio delantero fue la figura…

Por la puerta grande

El Flaco hoy vive en el barrio El Golf de Nordelta, junto con su mujer, Jimena, y sus tres hijos: Tomy, Santino y Alma. Desde allí sale todos los días para La Boca, donde desde 2014 es director técnico de la reserva. Y allí también charló con esta revista, entre recuerdos y reflexiones.

— Como defensor fuiste goleador, pero también un duro que no perdonaba a nadie…

— Y… Me acuerdo cuando vino el Kun Agüero a jugar a la Bombonera, con 16 años, pobre, nos turnábamos con el Negro Ibarra y Cascini. Nos divertía. La clave era ir fuerte a la primera pelota, y a la dividida. Cuando ves que viene pelota y jugador, pelota y pierna, no le podés errar, ja ja.

— En tu último partido en la Bombonera colgaron de la tribuna una bandera que decía “Gracias Flaco por defender la camiseta como los hinchas”. Un mensaje para pocos.

— Me retiré en el momento justo, como quería. Ganando, bien con la gente, una despedida que todo jugador quiere tener. Me fui por la puerta grande, cuando yo quise.

— Pero después jugaste un año en China y tu retiro definitivo fue en Rivadavia de Lincoln…

— Fue más para darle la mano al club en el que mi hermano era técnico. Viajar en auto hasta allá para jugar los fines de semana era muy difícil. Pero fue muy lindo volver adonde viví 19 años y donde hice las inferiores, volver al mismo vestuario donde me cambié de chico, la misma cancha, encontrarme con la misma gente que sigue estando, los de utilería… ¡Y encima dirigido por mi hermano! Fue algo más afectivo y familiar que deportivo.

— ¿Que recordás de la vez que con la camiseta de Argentinos Juniors te tocó jugar contra Maradona?

La Bombonera se venía abajo, todo el mundo gritando “Maradoooo”, nunca viví algo igual, que alguien genere nada semejante.

— ¿Como director técnico te das cuenta de los errores que tuviste cuando eras futbolista?

— Ahora veo que debería haber escuchado más a los técnicos cuando me decían que tenía que mejorar alguna que otra cosa, por ahí cuando sos joven pensás que las sabés todas. Hoy tratamos de mostrarles a los chicos que no es así, que todos los días se puede aprender. En mi caso, en general fui de hacer caso, de otro modo no hubiese jugado veinte años al fútbol, me hubiera peleado con todos los técnicos. La autoridad siempre hay que respetarla, aunque a veces no tenga razón.

— Igual vos no volvías con mucha bronca al vestuario porque te descargabas en la cancha, ¿no?

— Sí, una vez que entraba me sacaba todo, ja ja.

— ¿Cuál es la patada que diste que mas recordás?

— No tengo muchas… O tengo tantas que ni me acuerdo, ja ja ja.

— ¿Y de los goles? Hiciste más de 50…

— Los que más me acuerdo son los de los clásicos, como el que le hice con Boca a River en la Bombonera, en 2004, y  en Newell´s contra Central, un partido que se vive de manera más intensa que un Boca-River. Pero hay muchos goles para recordar.

— Fuiste convocado sólo a dos partidos de la Selección, ¿por qué?

— En mi mejor momento, en 2003 en Boca, estaban Fabián Ayala y Walter Samuel, creo que era imposible competir con ellos y no se dio la oportunidad. Después Maradona me llamó de grande.

— ¿Cómo se vive un clásico como DT?

— Me pongo más nervioso estando afuera que adentro de la cancha, porque jugando vos sabés las cosas que tenés que hacer, y desde afuera por ahí no lo podés lograr.

— Si Guillermo Barros Schelotto diera un paso al costado y te llegara la oportunidad, ¿estarías preparado?

— No está en mi cabeza dirigir la primera de Boca ahora. Creo que todavía tengo mucho para aprender, ir a otro lado a juntar experiencia y en otro momento si se da bien, pero por el momento no está la idea.

— ¿Qué directores técnicos admirás?

— Varios… Bielsa, Guardiola, Sampaoli me gusta mucho. Los técnicos que trabajan, a la larga tiene sus frutos.

— ¿Qué opinas de los cambios que hubo en la AFA?

— Espero que sean para mejorar, pero por lo visto si no hay un cambio muy profundo vamos a seguir estando en la misma, y creo que estamos cada vez peor.

— ¿Cómo comparás el fútbol de tu época con el actual?

— Creo que hoy es totalmente distinto, los representantes y los padres están muy pendientes de lo que puede llegar a generar un chico. Antes por ahí teníamos más sacrificios, o tal vez otro tipo de cabeza. Mi papá nunca fue a una cancha de fútbol y nunca me obligó a jugar. Lo único que me dijo fue que tenía que estudiar o trabajar. Hoy ya no tienen la cultura del trabajo como teníamos nosotros antes, y el hijo no ve al padre con cultura de trabajo, entonces especulan para ver si llegan.

— ¿Que te dejó haber trabajado en la carnicería de tu papá cuando vivías en Lincoln?

Me sirvió muchísimo para poder valorar lo que significa traer el pan a mi casa, hasta el día de hoy mi viejo sigue trabajando. Creo que yo con ese ejemplo no podía no hacerlo. Yo lo sigo haciendo hasta el día de hoy, y es un ejemplo para mis hijos, En la vida sin sacrificio no llegás a nada. Si no sacrificás cosas, no vivís el día a día y no entregás todo, no podés ser nadie en la vida.

— Viviste en China, España, Brasil, ¿cómo es vivir en Nordelta?

— Muy tranquilo, estamos muy contentos. Sabemos que es una burbuja por ahí para nuestros hijos, pero está en cada padre querer mostrarle otro tipo de cosas que existen más allá de esto.

— Vivías en Santa Bárbara y te mudaste acá nomás…

— Acá es más tranquilo, El Golf es mucho más abierto. En Santa Bárbara vivíamos en la troncal y con los chicos no podés salir a andar en bicicleta porque pasan autos todo el día, es un caos.

— ¿Jugás al golf acá en Nordelta?

— Si salimos a jugar a veces con Raúl Cascini, Carlos Tevez cuando está acá, Andrés Guglielminpietro… Es donde me puedo desconectar de todo, la paso bien, armé un grupo lindo y me puedo despejar un poco todos los días.

— ¿Cuál es tu lugar en el mundo?

— Todos los lugares donde viví. No soy de aferrarme a un lugar y decir “Acá me quedo”. Lincoln me encanta, pero para ir uno o dos días a visitar a mis viejos o ir al campo; Buenos Aires me gusta también, pero si tengo que ir a otro lado, no tengo problema, la pasé muy bien en todos los lugares que viví.

— ¿Y de vacaciones?

— Me gusta mucho la playa, todas las que pueda conocer, las mejores playas del mundo trato de ir, en julio y diciembre.

— ¿Te gustaría que tus hijos sean futbolistas?

— Que hagan lo que quieren, los voy a apoyar en lo que quieran hacer. Mientras estudien…

“Nos mudamos acá para tener una familia grande”

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El periodista y conductor Germán Paoloski y la actriz Sabrina Garciarena viven en El Golf desde hace tres años. Felices por la reciente llegada de su segundo hijo, aseguran que en Nordelta disfrutan de una vida tranquila y natural. Y Germán se explaya sobre su exitoso presente profesional.

“¿No les llueven pelotas acá?”, pregunta el cronista apenas se asoma al jardín de los Paoloski, en el barrio El Golf. “¿Sabés que no? -contesta Germán-. El otro día Sabri me dijo que encontró dos pelotitas, pero yo nunca vi ninguna. O juegan bastante bien, o estamos más lejos de lo que yo pienso”, concluye el dueño de casa, mientras desde el ventanal de la galería observa el hoyo 6, del otro lado de la laguna. El conductor y productor de TV vive en El Golf junto a su esposa y sus hijos: Beltrán, de tres meses, y León, de tres años. De pronto aparece en escena la dama de la casa, la actriz y modelo Sabrina Garciarena, quien hoy está dedicada a pleno a su rol de madre. Es más, está a punto de llevar a natación a León, a quien le puso así por un sueño que tuvo: “Antes nunca se me había ocurrido ese nombre”. Cuenta que siempre le gustó vivir en la ciudad de Buenos Aires y que no creía que se fuera a acostumbrar a vivir en Nordelta. Hasta que se instalaron: “Hoy me encanta la vida natural, sobre todo para los chicos”, dice, mientras justo aparecen dos cuises correteando por el jardín y Atilio, el perro de la familia, ni se inmuta. Sabrina se va y continúa el hombre de la casa, que la mayoría de los días de la semana no vuelve hasta la una de la mañana porque conduce “Vuelta y Vuelta”, por radio AM 630; “Todo Tiene un por qué”, por la TV Pública; y su preciado “NET (Nunca es tarde)”, el late night show que también produce con su productora G5 Contenidos.

— ¿Te costó mudarte de Buenos Aires a Nordelta?

— No, estaba muy convencido. Había comprado un terreno como inversión en los Sauces en 2005, porque ya en esa época me gustaba mucho, y tenía pensado construir ahí, pero después terminé vendiéndolo, seguí en CABA , pero siempre me quedó la idea de venir acá. Y en 2011 apareció la oportunidad de comprar en El Golf.

— No perdés el tiempo, tenés una agenda bastante apretada…

— Tengo un lugar como la radio para hablar de política y cosas más serias, tengo un lugar para entrevistar y divertirme como NET y tengo un lugar para hacer un programa didáctico y educativo y dejar algo a la sociedad, en la Televisión Pública. Es una abanico de cosas diferentes, no son tres programas iguales, te tenés que ir adaptando a cada formato.

— ¿Cuál es el concepto de un late night show como NET?

NET es un programa al estilo de los norteamericanos, que me gustan mucho, y es un programa más personal. Es el programa de Jimmy Fallon, Jimmy Kimmel, de James Corden. Yo, a diferencia de ellos, como considero mejor armar un equipo y que no sea el programa mío, no le puse “Este es el Show de Germán Paoloski”, sino “Nunca es Tarde”.

— ¿Sería exitoso en un canal de aire?

— En el cable encontré un bálsamo. La tele abierta es muy difícil y no respeta los tiempos y las voluntades, es más perverso el sistema, se rige mucho por el minuto a minuto, por lo que “vende”, por lo que teóricamente la gente quiere ver. Los programas de tevé abierta van al hueso y a las cosas del momento, los líos, y yo no tengo ganas de hacer un programa de ese estilo, sino poder disfrutar: hablar con Víctor Laplace como hice el otro día, disfrutar de charlar con un tipo que es un groso de la actuación, que hizo 80 películas, y que por ahí hoy los pibes no saben quién es, y me da bronca que no lo sepan, porque es muy interesante.

Paoloski acaricia a Atilio, el perro de la familia. De fondo se ve el hoyo 6 de la cancha de golf.

— Empezaste trabajando como periodista deportivo.

— Tengo que reconocer que uno necesita un poco de suerte. Entre los años ’95 y ‘97 fue el auge del periodismo deportivo. Hasta ese momento no era muy común estudiar esa carrera, yo fui la primera camada de la Escuela de Niembro y Araujo, y justo llegaron a la Argentina Espn, Fox, empezó TyC, salió el diario Olé… Tuvimos chances, las cosas se dieron naturalmente.

— Leí por algún lado que Matías Martín te había marcado bastante.

— Sí, porque Matías arrancó antes que yo. Mientras yo estudiaba Periodismo Deportivo con Niembro y Araujo y Comunicación en la UBA, él hacía “Fuera de Juego”. También admiro a Juan Pablo Varsky, Juan Alberto Badía, Nicolás Repetto, Tinelli, Julián Weich. Un montón de conductores que trataron de hacer programas entretenidos y para toda la familia, que es lo que me gusta a mí, ir por ese lado.

— Hay gente de los medios que hace siempre lo mismo, vos en cambio te reinventás constantemente.

— Cada uno tiene su estructura, su forma, su personalidad. Yo no critico a nadie, cada uno es feliz con lo que quiere, con lo que puede, con lo que tiene, y en el caso mío he tenido ganas de no quedarme en un lugar y de ir siempre por más, también por cierta curiosidad, y ciertas ganas de ver qué pasa, con muchas cosas, quedarte en un lugar cómodo no es lo mío. A mí me gusta exponerme, me puede ir bien o mal, pero siempre voy a emprender, hacer. Yo no creo que sentado en tu casa te vengan a tocar la puerta, creo que tenés que salir a buscar las cosas que querés hacer, porque de esa manera van a llegar más rápido y mejor. 

—¿Te aburrís después de un tiempo?

— Hice “Fútbol para Todos” desde 2003 hasta 2009, lo disfruté mucho, pero es inevitable repetirse, y en algún momento tenés que cambiar. “Pura Química” fueron cinco años y también es un ciclo cumplido. Se podría haber hecho cinco años más, pero también hay otras cuestiones que tienen que ver con la ambición personal, las ganas de tomar más decisiones… Entonces a veces uno tiene que dar un paso al costado. Lo mismo pasó en “Diario de Medianoche”, lo disfruté mucho, conduje el programa durante seis años, y fueron geniales, y hoy todo el mundo me dice “Cómo te veía en el noticiero, cómo me gustaba, ¿por qué te fuiste?”.

— ¿Cómo se logra un programa exitoso?

— Para mi el éxito de los programas es el equipo, el grupo, la gente que está delante y detrás de cámara. Si vos tenés un buen equipo de producción y buenos colegas es mucho más fácil, lo importante es que cada uno sepa qué tiene que hacer: uno conduce, otro hace chistes, otro se mete por este lado… y así vas construyendo.

— Volviendo al hogar y la familia, ¿cómo impacta ser padre de dos?

— El impacto más grande es el segundo, aunque hay una cuestión muy importante cuando tenés el primer hijo, todo es nuevo, pero cuando ya te estás acostumbrando, te cae el segundo y es como una revolución, un poco heavy, pero también es una felicidad increíble. Estoy feliz de la vida con los dos, contento con la familia que armamos y seguramente pensando que por ahí vendrá alguno más adelante. A mí me encantan los chicos y a Sabri también, y la idea de mudarnos acá y tener esta casa es tener una familia numerosa y poder disfrutarla.

— ¿Qué es lo que más les gusta de vivir acá?

— Que te despreocupás un poco. Sabés que los chicos pueden salir a andar en bicicleta, salir a correr, jugar, tienen espacio, jardín… Esta calidad de vida en Capital no la tenés, no hay manera, y además allá tenés inseguridad, acá hay más resguardo.

Una nueva mirada para pensar más

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Malba presentó la exposición Verboamérica, constituida por las obras de su colección permanente. ¿En qué consistió la novedad? En una nueva lectura, con parámetros propios de América Latina. “Es un nuevo modo de pensar la colección, no con referencias externas, sino con lo que las obras contenían en sí mismas, su lenguaje y sus temas”, explica la curadora, Andrea Giunta. Una propuesta a la que el público respondió con entusiasmo.

En agosto de 2014, cuando se radicó en Buenos Aires para asumir como Director Artístico de Malba-Fundación Costantini, el español Agustín Pérez Rubio anunció que uno de sus primeros objetivos iba a ser plantear una nueva lectura de la riquísima colección permanente del museo. Apenas un par de semanas más tarde, convocó a la curadora e historiadora del arte Andrea Giunta, y juntos encararon la tarea. El resultado fue Verboamérica, una exposición nueva con las obras que identifican a Malba desde su nacimiento, que fue inaugurada en septiembre de 2016.

Nueve meses después, cuando el numeroso público que habitualmente recorre los salones del célebre museo porteño ha dado muestras de su aprobación a esta original disposición, Giunta explicó con claridad las pautas que la construyeron.

-— Replantear y releer la colección de Malba fue uno de los primeros objetivos de Agustín Pérez Rubio cuando asumió la dirección artística del museo. ¿Qué análisis hicieron para el planteo general de Verboamérica?

— La colección había estado montada durante varios años con un criterio cronológico, siguiendo la historia de los estilos del arte europeo. Nosotros nos planteamos correr a un lado esta historia y comenzar con las obras mismas. Dedicamos muchas días, durante dos años, a analizar y discutir las obras en sí mismas. De estas conversaciones surgió un guión curatorial más cercano al significado de cada una de las obras que a los estilos que las catalogan. En verdad no teníamos ningún plan previo. Solo queríamos volver a mirar las obras de la colección para volver a descubrirlas. Así surgió una mirada nueva, que conecta las obras con los contextos específicos en los que fueron creadas, con la naturaleza, las ciudades y los problemas propios de América latina.

— ¿Por qué era necesario analizar la colección por fuera de las categorías y denominaciones europeas?

— En verdad no es que era necesario, fue lo que surgió del trabajo cercano con las obras. Conversamos mucho sobre cada una, sobre los artistas, sobre lo que cada uno pensaba y buscaba cuando realizaba esas obras, y así fuimos diseñando el nuevo guión. Por ejemplo, podemos entender la obra de Xul Solar desde las vanguardias europeas, desde Klee o el surrealismo, pero nunca descubriríamos por ese camino hasta qué punto con sus obras imaginaba ciudades o remitía a mitos originarios de América. Al volver a las obras pudimos encontrarnos con una perspectiva indigenista para entender las obras de Xul Solar, y pudimos ver la obra de Frida Kahlo no como surrealista sino como indigenista. En otras palabras: pudimos volver a pensar la colección. Esa es la riqueza de una obra: que puede ser pensada y sentida de muchas formas. No existe una única manera de entenderlas.

— ¿Qué dice la producción artística latinoamericana sobre la historia del continente y el contexto en el que se realizaron las obras?

— Cada obra compacta muchos mundos. Además del mundo del artista, sus conocimientos, sus experiencias, sus sueños. Pero también el momento en el que estaba trabajando, las especiales circunstancias que lo rodeaban, el momento político, social, las personas a las que conoció. Todos esos mundos están presentes en cada obra, que, a su vez, crea un universo nuevo. Porque en esa asociación de sentidos surgen sentidos nuevos que también impactan en el mundo en el que la obra actúa. Así, una obra no es un resultado de un conjunto de circunstancias biográficas o contextuales. La obra también incide en la realidad. Cuando la analizamos, tenemos que ir hacia la historia del continente y de cada país, de cada ciudad, de cada individuo y cada comunidad involucrados en ella. Los cuadros constructivistas de Torres- García nos permiten acceder al contexto parisino en el que él trabajaba en 1931, pero también a la ciudad de Nueva York, donde estuvo en los años ’20, o a la ciudad de Montevideo, a la que regresó en los años ‘30. Las tres obras de Torres-García que están juntas remiten a tres momentos, a tres ciudades. Si podemos entrar en cada uno de esos mundos descubriremos mil sutilezas que nos hablan de problemas distintos que a su vez están en contacto: la explosión urbana a comienzos del siglo XX, las multitudes, los puertos, el aceleramiento de las grandes ciudades.

Rompecabezas (1968-1970), de Jorge de la Vega, ocupa el centro de la escena en este sector de la muestra.

— ¿Se ha descontextualizado en ocasiones esas obras, con el fin de quitarles su lectura socio-política?

— No necesariamente. Sólo que cuando pensamos una obra realizada en América latina únicamente desde los marcos de la historia del arte escrita en Europa y en los Estados Unidos (la historia del arte del siglo XX es euronorteamericana y en muchos sentidos lo sigue siendo), perdemos las palabras, los sentidos, las paletas desde las que las pensaron los propios artistas latinoamericanos. Ellos no usaban solo términos como abstracto, surrealista o futurista, también crearon palabras para nombrar a sus obras, como universalismo constructivo, o antropofagia, o negritud, o indigenismo. Necesitamos conocer las vanguardias europeas, pero también necesitamos conocer las latinoamericanas. Entonces preferimos, en esta oportunidad, privilegiar las palabras latinoamericanas. Son opciones, una no substituye a la otra, sólo enriquecen la forma de entender las poéticas implícitas en cada obra.

—En una región con tantos matices e influencias como América Latina, ¿en cuánto ha contribuido el arte para entender los procesos históricos y las situaciones sociales?

— Las obras permiten una aproximación distinta a los procesos históricos y sociales. Como señalamos, en ellas se compactan mundos. ¿Cómo podríamos conocer sobre esos mundos sin las obras que permitieron pensarlos y expresarlos de maneras distintas, específicas, respecto de la política o la economía. Cuando Cándido Portinari pinta el morro nos muestra lo que esas personas que retrata están haciendo para vivir, cómo se relacionan, cómo se visten. Podríamos encontrar libros que nos expliquen las costumbres y las formas de vida en la ciudad de Río de Janeiro o de San Pablo en esos años. Pero lo que las pinturas de Portinari nos permiten entender es una forma sensible, pictórica, afectiva, para aproximarnos a ese período, a esas personas. Así, las obras son insustituibles, porque ellas nos permiten un contacto y una experiencia que no puede reemplazarse por un libro o por un diario. Es una experiencia distinta que enriquece nuestras vidas, nuestro conocimiento y nuestra sensibilidad. Desde el arte entendemos de otra forma el mundo.

— Para Verboamérica elaboraron ocho núcleos temáticos, ¿cuáles son los artistas que atraviesan en mayor medida esos núcleos? ¿Por qué?

— Están muy presentes Antonio Berni, Xul Solar, Jorge de la Vega, Ana María Maiolino. Básicamente porque están muy representados en la colección, pero también porque son artistas versátiles, cuya obra abarca un período extenso en el siglo XX y por ende intervinieron con sus obras en muchas problemáticas, se vincularon a distintos momentos, ideas y situaciones.

— ¿Cuáles son las rupturas más importantes en el arte latinoamericano que se observan en Verboamérica?

— Incuestionablemente la Antropofagia y el Universalismo Constructivo como movimientos radicales y propios del arte latinoamericano. También tienen presencia el Muralismo mexicano o el Indigenismo peruano. Pero la exposición propone otras aproximaciones: por ejemplo, cómo entendieron la sexualidad los artistas latinoamericanos, cómo se aproximaron al cuerpo y a sus formas de entenderlo, o al paisaje o a las ciudades. Quizás el momento más original de la exposición, en un sentido inédito, en el que encontramos un problema que no se había pensado desde la historia del arte, es el primer núcleo, “En el principio”, en el que situamos obras que proponen una manera inaugural de entender el mundo, el comienzo de la creación, el momento en el que el lenguaje tenía que imaginar las formas sin que éstas representaran algo específico. Las formas como materia, como movimiento centrípeto o centrífugo, como comienzo o como final: la vida, la muerte, las explosiones, la fuerza del viento y de lo más primordial en la naturaleza.

— Luego de varios meses, ¿cómo sienten que reaccionó el visitante asiduo de Malba ante esta relectura de la colección permanente?

— Todas las respuestas han sido increíbles. Lo que nos comentan recurrentemente es que parece una colección nueva. Y eso es lo que buscábamos. Al transformar el guión curatorial se crean fricciones nuevas entre las obras que las transforman, en un sentido. Nuevos contactos entre las obras crean para ellas un sentido, una vida nueva.

La gran vidriera del mundo

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Hace un par de meses se realizó la 56ª edición del Salón Internacional del Mueble de Milán, con la elegancia contemporánea como consigna. Aquí, una selección de casas y productos destacados.

El Salone Internazionale del Mobile de Milán esencialmente quiere decir producto. Las piezas que se exhiben tienen en común la innovación, la investigación y una calidad de primer nivel: garantía misma del certamen. Aquí debuta lo que será tendencia mundial, triunfan los nuevos talentos. Y, paralelamente, se consolidan las posiciones y estrategias.

En abril pasado se realizó la edición número 56, y allí la novedad no fue ni un color ni un diseñador (al parecer, se acabó la era del color de temporada o del personaje famoso), sino un producto más y más flexible, exigente, hecho a medida para satisfacer las necesidades de cada cliente. De hecho, los criterios de la personalización orientan cada vez más las decisiones del consumidor.

Self se llama el sistema de interiorismo creado por Giuseppe Bavuso para Rimadesio. Ofrece composiciones infinitas. Está disponible con zócalo o con patas de aluminio, en versión colgante, de pared o free standing. Y con una puerta de aluminio extruido, con bisagras empotradas, sin juntas y con tornillos caras vista.

La consigna de este año fue la “elegancia contemporánea”, que oscila entre el minimalismo y lo funcional, y entre las técnicas artesanales, el know-how digital y la innovación tecnológica. Es una elegancia que, esencialmente, se propone suscitar emociones estéticas, superando las subdivisiones estilísticas. Se trata de una nueva interpretación, basada en la investigación y en el uso de materiales nobles. Así, la palabra lujo se transforma en sinónimo de exquisito, de decoración escenográfica y de una exclusividad mesurada. Es la calidad de la elegancia.

Funcionalidad, estética e innovación

Esos son los tres ejes que marcan cada obra en la que interviene Menta Arquitectos, un estudio que en más de 20 años de trayectoria se ha ganado un nombre como sinónimo de una fluida comunicación con sus clientes, lo que determina el éxito de cada proyecto que encara. Además,  construye casas a través del aporte de inversores particulares.

Más de dos décadas de trayectoria avalan el nombre de Menta Arquitectos. Una amplia experiencia, que en los últimos años se ha focalizado en el desarrollo de proyectos de viviendas unifamiliares, especialmente en urbanizaciones privadas en la zona Norte del Gran Buenos Aires. Un estudio de arquitectura completo, que brinda servicios integrales de diseño y arquitectura, y cuenta además con una unidad destinada exclusivamente a la construcción, tanto de proyectos propios como de terceros.

“En nuestro estudio priorizamos la buena y fluida comunicación con los clientes, es la base para el éxito de cualquier proyecto. Cada diseño y desarrollo es pensado minuciosamente y surge de escuchar y entender las necesidades del propietario para luego plasmar las ideas, que siempre contemplan tres ejes fundamentales: la funcionalidad, la estética y la innovación. Abordar cada proyecto como propio nos permite aportar valor y un alto grado de detalle, que siempre es muy bien percibido por el interesado”, asegura el arquitecto Marcelo Menta, uno de los dos socios del estudio.

En los últimos años, Menta Arquitectos ha construido más de 40 casas en distintos barrios cerrados y countries de Buenos Aires, como Nordelta (en barrios como Los Lagos y Los Alisos), Talar del Lago 1, Laguna del Sol, El Cantón, Puertos del Lago (en los barrios Vistas, Acacias y Ceibos), Maschwitz Privado, San Jorge, San Lucas, Villanueva (Santa Clara, Santa Teresa, San Francisco y San Marco), La Damasia y Los Potrillos, entre otros.


En cada uno de sus proyectos, Menta procura entablar una comunicación fluida y clara con sus clientes.

Cuidadas opciones para invertir

Por otro lado, el estudio ha desarrollado un área para inversores con proyectos especialmente pensados para obtener alta rentabilidad. Con un sólido conocimiento de la oferta y la demanda en materia de viviendas en barrios cerrados y countries, Menta cuenta con diversas alternativas de inversión para terceros, que garantizan un destino seguro para quienes quieran invertir en construcción.

“Cuidamos a nuestros clientes y buscamos diferenciarnos de la competencia mediante el aporte de valor agregado a nuestros servicios, pues consideramos que la recomendación es la publicidad más valiosa; mucho más en un sector como el nuestro, donde el cliente siempre busca referencias respecto de los estudios de arquitectura o empresas constructoras”, afirma el arquitecto Martín Menta, el otro socio del estudio. “Vivimos en la zona hace más de ocho años, lo que nos ha permitido entender el mercado y aconsejar desde la propia experiencia a quienes nos consultan”, resalta.   

Puertos del Lago es hoy un desarrollo inmobiliario importante, en el que Menta Arquitectos ya está presente, con tres casas en el barrio Acacias, dos en Vistas y una en Ceibos, algunas ya casi terminadas y otras en plena construcción. Todas están en venta y constituyen una excelente opción para familias que buscan un cambio de vida y eligen vivir en un ámbito natural de la mano de un concepto único, como el que Nordelta ha sabido desarrollar en Tigre.

Contacto:

Estudio Menta Arquitectos

Teléfono (rot): 4866-3888

E-mail: mmarq@arquitectosmenta.com.ar

Página web:  www.arquitectosmenta.com.ar

Nordelta tiene un corazón grande

El lago Central, alma de la Ciudapueblo, sumó recientemente la gran bahía del Centro Cívico. Así quedó prácticamente con su superficie definitiva: un total de 196 hectáreas. Un espejo de aguas limpias y saludables, centro de la vida recreativa nordelteña.

Desde la prehistoria de Nordelta, desde el primer bosquejo de su diseño y desde el primer movimiento de suelos cuando todo esto era una enorme zona baja y despoblada, los espejos de agua tomaron un protagonismo total. Y entre ellos, se destacó nítidamente el lago Central, corazón de la Ciudadpueblo y articulador de todo este nuevo espacio urbano. Este gran espacio lacustre fue modificándose y creciendo a lo largo de estos primeros 17 años de Nordelta, acompañando el desarrollo de los distintos barrios que se conforman sobre sus orillas. Es un componente clave y diferencial, por su paisajismo, porque brinda un escenario único para el desarrollo de actividades náuticas a vela y remo y también por ser un reservorio natural de flora y fauna autóctonos.

El mes pasado, casi dos décadas después desde que Nordelta comenzó a ser una realidad palpable, el lago Central quedó con su conformación prácticamente definitiva, debido a la incorporación de la bahía del Centro Cívico, que hasta ahora se encontraba separada del resto del gran espejo por el cauce original del arroyo Las Tunas. Los trabajos de reencauce de este arroyo, ya finalizados, permitieron unir la bahía con el lago. La obra requirió el movimiento de 100.000 metros cúbicos de tierra durante dos meses.

De esta forma se incorporaron 21 hectáreas a las 175 existentes, por lo que el espejo Central ahora tiene 196 hectáreas totales, con un corredor de 2.650 metros lineales de agua para la práctica de deportes náuticos.

La bahía del Centro Cívico tiene un diámetro de 380 metros entre sus costas, casi el doble del de Bahía Grande. Sobre ella se desarrollarán espacios públicos y habrá próximamente variadas actividades náuticas, que podrán ser disfrutadas por todos los propietarios.

Caminito, con acento árabe

El chef argentino Gabriel Agüero desembarcó en Qatar para hacerse cargo de la cocina de un lujoso hotel de Doha, que incluye dos restaurantes: uno de cocina árabe e internacional y otro centrado en los platos típicos argentinos, llamado Caminito. Allí deslumbra a todos con empanadas, asado y puchero, mientras indaga en los secretos de la comida local.

Cuando era muy chico, de la mano de su abuelo, Gabriel Agüero descubrió el placer de cocinar. El pequeño ayudaba como podía en el paciente amasado de las tradicionales pastas caseras para toda la familia, en Moreno, su ciudad natal. Sin embargo, la idea de transformar ese gusto en un medio de vida surgió muchos años después, casi de una forma inesperada, pero lo llevó muy lejos… Hoy, además de ser un profesional gastronómico, Gabriel es el chef ejecutivo del hotel Zubarah, en Doha, la capital de Qatar. “Primero estudié publicidad y después quise ser visitador médico. En un momento de mi vida necesité hacer una actividad para distenderme un poco, porque trabajaba en un banco y estaba muy estresado. Así que decidí darme el gusto y estudiar cocina, una ocupación que siempre me había gustado”.

En el lejano golfo Pérsico, Gabriel coordina los dos restaurantes del hotel: el Baraha, que tiene una cocina contemporánea de platos árabes, internacionales e innovadores; y Caminito, especializado en comidas típicas argentinas, donde el chef bonaerense se destaca con sus empanadas, asados y pucheros. Su oportunidad de trabajar en Doha llegó a través de la red social LinkedIn. “Recibí un mensaje de Omar Awad, el manager general del hotel. Después de muchas entrevistas, me hizo una oferta de trabajo y la acepté”, recuerda el chef, quien así disfruta de su primera experiencia internacional.

— ¿Cómo armaste las cartas?

El dueño del hotel es un apasionado de la cultura gastronómica argentina, tanto que uno de los restaurantes se llama Caminito. Así que intenté ser lo más criollo posible, pero siempre buscando que los platos tengan su toque fine dining.

— ¿Es bien recibida la cocina argentina en Doha?

Sí, muy bien recibida. Les encanta nuestra gastronomía y todo lo latino. Es que nuestras culturas se parecen, ya que fuimos influenciados por los españoles y ellos primero fueron influenciados por los árabes.

— ¿Fue difícil adaptarte a las costumbres del nuevo país?

— Sí, todo es muy distinto: las demostraciones de afecto públicas, como besos o abrazos, no están permitidas; hay un código de vestimenta muy estricto, y las leyes no son comunes para nosotros. Por ejemplo, si salís sin documento a la calle, y te para la policía, tenés una multa de 1.000 dólares más un día de cárcel.

— A pesar de lo bueno, aceptar este trabajo también conllevó varios sacrificios. Gabriel viajó solo, mientras su familia quedó en la Argentina, hasta que logró establecerse en Doha. Meses después, su mujer Valeria y sus tres hijas –las mellizas Renata y Bernardita (13 años) y Emilia (8) – viajaron a pasar las vacaciones, pero decidieron quedarse y compartir la vida juntos, en el nuevo país. “Al principio fue muy dura la ausencia de mi familia pero, gracias al trabajo, se me hizo más fácil. Tenía tanto por aprender, que me concentré en eso y el tiempo pasó rápido”, relata Gabriel. Hoy, sus hijas estudian a distancia con un plan nacional, mientras que su mujer atiende la casa.

El nombre del restaurante hace sentir a Gabriel Agüero como en el corazón porteño.

— ¿Qué los convenció de esta ciudad para decidir instalarse?

— Mantenernos unidos como familia. Doha es una de las ciudades más seguras del mundo, y también económicamente estable. Además, hay muchas actividades y lugares para que la gente pueda recrearse de forma gratuita: parques, playas y festivales. No fue fácil habituarnos al idioma, aquí viven casi dos millones de personas y la mayoría de los residentes somos extranjeros, por lo que se hablan diferentes lenguas, a pesar de que el árabe y el inglés son los oficiales. Nuestras hijas se adaptaron muy rápido, aunque a Valeria le costo un poco más, ya que debe comandar a toda la familia.

— ¿Qué aprendiste de la cocina en Doha?

— Muchas cosas. Son tantas las personas de diferentes países que circulan por la cocina, que cada día aprendo algo nuevo de estas múltiples culturas.

— ¿Qué plato es tu especialidad?

Junto a mi equipo, profesionales argentinos que convoqué para trabajar conmigo, tratamos de mantener nuestras raíces lo más intactas posibles. En Caminito cocinamos asado, empanadas y hasta un buen puchero… ¡a la gente le encanta!

— ¿Que extrañás de la cocina argentina?

— El dulce de leche, sin dudas.

— ¿Habías imaginado, alguna vez, trabajar en Medio Oriente?

— Sí, siempre fue mi sueño.

Adiós a una carta de triunfo

Luego de más de una década llena de grandes logros, la última capitana de Las Leonas dejó el seleccionado. Tuvo su emotiva despedida y homenaje, y tras ella, aseguró que el hockey argentino sigue creciendo y tiene jugadoras para mantenerse en el primer nivel mundial.

“Después de 14 años de vestir la tan amada celeste y blanca, decidí retirarme de la Selección”. Con esas palabras, la delantera y capitana de la Selección Argentina de Hockey, Carla Rebecchi, anunció su retiro del deporte profesional el 6 de febrero último. Atrás quedaba una carrera brillante y exitosa, que incluyó 153 goles en 290 partidos, dos medallas olímpicas (bronce en Beijing 2008 y plata en Londres 2012), un título mundial nada menos que en Argentina 2010 y seis Champions Trophy: Alemania 2008, Australia 2009, Inglaterra 2010 y 2016, Rosario 2012 y Mendoza 2014.

El 15 de abril, Carla tuvo una despedida como ella se merecía: en el Lawn Tennis Club, con compañeras, ex jugadoras, deportistas, directivos y cientos de niñas y niños que participaron de la fiesta.

— ¿Cómo te sentís como ex jugadora, ya extrañás algo?

— Hace cuatro meses que me retiré y la verdad es que todavía no estoy extrañando tanto. Siempre me gustó entrenar, y ahora que bajé la carga de entrenamiento, creo que eso es algo que extraño. Y cuando empiecen otra vez los torneos, quizás voy a extrañar jugar y estar adentro de la cancha, que es lo más lindo.

— ¿Cómo y por qué decidiste dejar la selección?

— La decisión del retiro la tomé en las vacaciones. Creo que internamente ya venía haciendo un proceso y, en el verano y estando tranquila, un día me levanté y le dije a Jorge, mi marido: “Me parece que quiero retirarme este año”. Lo pensé durante todo enero y finalmente me retiré.

Como siempre, Carlita encara el arco rival. Al fondo la acompaña Vanina Oneto, una gran Leona de la generación anterior.

— Cuando tomaste la decisión, ¿ya sabías qué ibas a hacer después?

— La verdad es que en ese momento no estaba pensando mucho en qué iba a hacer. Mi decisión tuvo que ver con la idea de formar familia, pero no estaba pensando en qué trabajo iba a encarar. Ya teníamos proyectos con Jorge que veníamos postergando con respecto a una escuela de hockey, y también nos estábamos haciendo nuestra casa, a la que nos mudamos hace poco.

— ¿Cómo estás viviendo este tiempo? ¿Qué hacés de tu vida?

— Estoy disfrutando de otra etapa de la vida. No hago mucho más que jugar en el club y dedicarle tiempo a la casa, porque tenemos muchísimas cosas que hacer, estamos todavía un poco en obra. Eso me lleva tiempo. Estoy disfrutando de esta etapa, de no tener que levantarme temprano para ir a entrenar, poder disfrutar del lugar donde vivo, que es muy lindo y da para hacer actividades acá también.

— ¿Qué momentos de tu carrera como jugadora más recordás?

— Uno es cuando me convocaron por primera vez a la Selección. Tenía 17 años y nunca había estado en un seleccionado juvenil ni nada por el estilo. Todavía estaba en quinta división y me tocaba jugar en primera de titular ese sábado. Luis Barrionuevo, que era el preparador físico del club y también de la Selección, antes del partido me dijo que él me veía condiciones físicas muy buenas y que le había hablado a Cacho Vigil de mí y que me iba a ir a ver a ese partido. Imaginate los nervios que tenía; me re acuerdo de ese partido, antes de jugar. No me lo olvido más. Después terminé jugando bien y después del partido Cacho me llamó para empezar a entrenar con el Seleccionado Junior. Así que ese es un momento inolvidable. Y otro es cuando salimos campeonas del mundo en 2010, realmente fue único: la final, en Rosario, fue contra Holanda, con 15.000 personas, hice dos goles… Creo que ese torneo fue redondo.

— ¿Cuál es tu mirada sobre el hockey argentino de hoy?

— Creo que viene creciendo muchísimo en los últimos quince o veinte años. No para de crecer y cada vez se juega más, en todos lados. Sobre todo el hockey femenino, pero creo que después de la medalla dorada que ganaron los varones en los últimos juegos olímpicos, el masculino también ha crecido mucho. A Las Leonas les veo futuro, hay muy buenas jugadoras; son jóvenes y hay que hacer un buen trabajo de formación, pero creo que pueden seguir manteniéndose en los primeros puestos.

— ¿Qué debería hacer una chica o un chico que ya juega y que podría dedicarse profesionalmente al hockey?

— Primero hay que pasar la etapa de los clubes, disfrutar, entrenar… Creo que la clave está en meterle mucho esfuerzo, ser perseverante, no bajar los brazos, seguir luchando a pesar de los obstáculos, sobre todo en el trabajo y en el esfuerzo de entrenarse y de querer ser mejor cada día.

La ex capitana de la selección disfrutó a fondo del homenaje.

Rugidos en el puerto

Con Leones y Leonas como espejos, decenas de chicos y chicas inauguraron la cancha de hockey del Club Puertos. Un auspicioso comienzo, con el objetivo de armar equipos y, en el futuro, competir en torneos internos y oficiales.

El 5 de mayo quedó formalmente inaugurada la cancha de hockey del Club Puertos, pero de esa fecha hacia atrás y hacia delante hay mucho para contar. En principio, porque no es sólo una cancha de hockey, sino un proyecto con una idea bien clara hacia el futuro. “Sabíamos desde el comienzo de la importancia de los deportes grupales como elementos fundacionales de la vida en comunidad –dice uno de los responsables de la administración del club–. Esto, junto con la demanda natural de residentes y vecinos de la zona, ratificó la necesidad de empezar la actividad en el menor tiempo posible”. Desde que surgió la idea hasta que arrancaron las obras pasaron unos meses, y la cancha comenzó a prepararse en septiembre de 2016. Pero, por supuesto, lleva su tiempo: el proceso de movimiento de suelos no es lo más largo, pero la cancha necesita tiempo para que el césped adquiera la apariencia, el relieve y la resistencia adecuadas para que la actividad se desarrolle de la mejor manera.

Un gran número de chicas y unos cuantos varones se acercaron al primer entrentamiento.

Todos a jugar

Eran las 11 de la mañana de ese sábado 5 de mayo y un grupo de niños y niñas que no superaban los 10 años, llegaba a la cancha de la mano de sus padres. Dos instructoras de hockey los esperaban con bochas, palos, conos y demás accesorios para, finalmente, estrenar el flamante espacio. Hicieron ejercicios variados, como conducción, pases cortos y tiros al arco, mientras seguían llegando más jugadoras y jugadores. Antes de las 12 del mediodía y con un radiante día de sol y nubes que iban y venían, la espectacular cancha quedó inaugurada: 90 metros de largo por sesenta de ancho, sembrada con base de césped bermuda y resembrada con ryegrass para garantizar una cobertura más densa, sobre la cual la bocha pueda deslizarse armoniosamente.

Ese día de la inauguración estaba Fernando Chaves, responsable del Club Puertos; a un costado de la cancha, le hicimos algunas preguntas.

— ¿Cómo será la dinámica de las clases?

— Son gratuitas. Se dictan los sábados a las 10:30 y, próximamente, durante días de semana, aunque aún tenemos que confirmar bien qué días y en qué horarios. Y la dinámica de las clases varía según la edad. Por ejemplo, a los alumnos de 4 a 7 años se los inicia con ejercicios de familiarización con los elementos, pero a medida que aumentan las edades, se va sumando importancia al trabajo, tanto técnico y táctico como físico.

— ¿Habrá entrenamiento para adultos?

— Sí, también habrá clases para adultos, dirigidas tanto a quienes jugaron alguna vez y buscan seguir disfrutando de este atractivo deporte de manera amateur, como para quienes quieran mantenerse en forma con una actividad alternativa a las que hoy ofrece el club.

— ¿La idea es formar equipos? ¿Jugarán torneos?

— Sí, el proyecto abarca la formación de equipos que representen a Puertos en otros certámenes, tanto para las categorías menores como para las de mayores, y también la organización de torneos propios del club.

Mientras Fernando responde, observo por el rabillo del ojo que la cancha tiene un movimiento intenso, tanto adentro como afuera, donde los padres se sentaron a tomar mate y sacarles fotos a sus hijos. Es un día histórico para Puertos.

— ¿La cancha era esperada por la gente de Puertos?

— Sí, y además de la demanda de los propios vecinos, se suman las necesidades del colegio Northfield, ya que sus alumnos también practicarán la actividad en la flamante cancha. Sin duda, es un aporte al movimiento permanente de las actividades del club.

— Este proyecto de hockey se suma a otras actividades del club. ¿Cuáles están funcionando actualmente?

— Las actividades ya consolidadas en el club van desde fútbol (con escuelita y torneos), tenis y grupos de running, hasta stretching, entrenamiento funcional y yoga. Y ya se están planificando las actividades que se realizarán en el nuevo edificio, proyectado para 2018.

El arte se adueño de Palermo

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El hipódromo porteño se vistió de modernidad en la primera edición de FACA, Feria de Arte Contemporáneo Argentina. Una buena presencia de galerías y artistas del interior del país marcó la exposición, que tuvo una notable afluencia de público y aspira a convertirse en un complemento de la tradicional ArteBA.

Todo un éxito resultó la primera edición de FACA, la Feria de Arte Contemporáneo Argentina, que se realizó entre el 25 y el 28 de mayo en el Hipódromo de Palermo. Alrededor de 10000 personas por día recorrieron los 30 stands de artistas y galerías. Mientras caminaban por la muestra, se detenían a cada rato en exposiciones que llamaban la atención, como el DJ que hacía hologramas, las pinturas con escenas de terror de Claudio Gallina, las diversas propuestas de obras hechas cien por ciento de forma digital, o un caballo de juguete (del tamaño de una mano) que giraba sobre una madera alrededor de un poste atado de un hilo y, de tanto girar, dejaba un círculo perfecto sobre esa delicada madera. “Todo lo que ves acá es arte contemporáneo”, decía Agustín Montes de Oca, director de la feria.

— ¿Cómo definirías a la FACA?

— Es una feria de arte contemporáneo que busca ampliar la plaza expositiva de artistas, tanto de Buenos Aires como del interior del país. Lo que buscamos básicamente es arte contemporáneo. Invitamos a proyectos a participar y, luego, un equipo curatorial hizo una selección de las galerías que finalmente expusieron en la feria.

— ¿Cuál es la razón para hacer esta feria en la misma fecha que ArteBA?

— Elegimos esta fecha para sumarnos a la movida de ArteBA y funcionar un poco como complemento. Vos pensá que son dos propuestas que en algunos puntos se tocan y en otros no: FACA es una feria netamente de arte contemporáneo y ArteBA también tiene otras cosas… Yo diría que ArteBA es el main y nosotros buscamos ser más frescos. Y, un dato no menor, es que FACA es federal.

— ¿Cómo se hizo la convocatoria?

— Empezamos a trabajar en esta idea en diciembre del año pasado, o sea que tuvimos muy pocos meses. Por eso, hicimos la convocatoria a las galerías que más nos interesaban, y el comité finalmente hizo su selección.

En su primera edición, FACA tuvo un buen volumen de venta de obras.

— De lo que hay expuesto, ¿qué te llamó más la atención?

— Varias cosas… Ambos Mundos, proyecto Mía, Espacio Pla… Bueno, en realidad ¡todo! Por eso los elegimos.

— Además de la exposición en sí misma, ¿qué alternativas hay dentro de FACA?

— Tenemos una pantalla gigante de veinte metros de ancho por diez de alto, en la que se proyecta video arte: son videos cortos hechos por distintos artistas visuales y presentados por sus galerías. También tenemos el Sector Sonante, donde hay grupos musicales bien de vanguardia, y ese espacio fue curado por el sello discográfico Run Run Records, que convocó a estos grupos a acompañar a FACA. Bueno, también hay un patio con foodtracks. Es una propuesta para que la gente se sienta a gusto. Esa es la idea de FACA: generar un encuentro entre artistas, galeristas, coleccionistas y público en general, que interactúen en un mismo lugar. Esta es la primera edición y queremos que sea el inicio de un largo camino.

Agustín Montes de Oca, ideólogo y director de FACA.